La expectativa por ver a Messi provoca broncas en Bolivia: “No podemos apoyar a dos selecciones”

La ciudad de La Paz se paraliza para recibir a Argentina por las eliminatorias mundialistas entre el enojo de los jugadores bolivianos y una ola de críticas contra el alcalde

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El boliviano Marcelo Martins Moreno (Santa Cruz de la Sierra, 36 años) es el tercer goleador histórico de las eliminatorias sudamericanas a pesar de que su selección clasificó a un solo Mundial en 17 intentos. La de la Copa del Mundo de 2026 será la quinta eliminatoria para el capitán de Bolivia, su última oportunidad. Pero Martins la ha comenzado un poco enojado. Bolivia, que este martes juega contra Argentina en la ciudad de La Paz, se ha paralizado para recibir a la última campeona del mundo. Los paceños han cortado calles y trepado montañas para ver a Lionel Messi y compañía, han agotado las entradas para el partido en un tiempo inédito, y hasta la alcaldía ha desplegado carteles de bienvenida para los argentinos. “No podemos apoyar a dos selecciones”, advirtió el capitán boliviano en la previa del partido, “Vimos cómo apoyaron a la selección de Argentina cuando llegaron. Sobre ese tema… después del partido vamos a hablar”.

Bolivia no juega un Mundial desde 1994, y los seis cupos y medio que se repartirán las diez selecciones sudamericanas para el próximo son una esperanza renovada. La selección ya perdió por 5-1 contra Brasil en su primer partido, pero sabe que se hace fuerte de local en los 3.600 metros sobre el nivel del mar de La Paz. En esa localía descansa su mayor orgullo futbolístico: en abril de 2009, Bolivia venció por 6 a 1 a la Argentina dirigida por Diego Maradona en la primera visita de Messi al país. Esa tarde, Martins marcó el primero.

Los bolivianos solían recordar la hazaña durante cada visita que la selección argentina, pero este año las cosas han cambiado. Cientos de fanáticos bolivianos esperaron a los rivales el domingo por la noche en el aeropuerto de El Alto, a unos 40 minutos en coche desde el centro de La Paz, y el lunes, otro puñado escaló las laderas que rodean al estadio de The Strongest, en el sur de la ciudad, para ver el entrenamiento argentino. Las entradas para el partido se agotaron en un solo día a finales de julio, un hecho que la Federación Boliviana de Fútbol celebró como récord. “¡Bolivia no tiene nivel! Mejor apoyar al que va a ganar”, resumía una joven boliviana en una entrevista con el canal argentino TyC Sports. Llevaba puesta la camiseta del nuevo equipo de Messi, el Inter de Miami.

No todos los bolivianos se han rendido ante el rival, y la Messimanía ha dividido a los fanáticos en la ciudad de La Paz. La furia de los detractores se ha concentrado contra el alcalde paceño, Iván Arias, por un mural y un par de pancartas que desplegó su Gobierno para recibir a los campeones del mundo. “Messi, sos grande” y “Bienvenidos, campeones”, fueron los mensajes del Gobierno paceño a la selección argentina. El tema se volvió agenda política este martes: subida a la ola de críticas, una concejala municipal anunció que iniciaría una investigación sobre dónde salieron los fondos para las pancartas, otro fue hasta el Palacio Municipal a regalarle la camiseta de la selección boliviana, y le reclamó: “Que se coloque la casaca de los bolivianos y no la de los argentinos”. Arias terminó defendiéndose ante la prensa. “No se ha gastado ningún recurso público, fue un aporte de una empresa privada”, dijo. “Hoy verán afiches alusivos a nuestra selección”.

Arias intentó bajar los humos. “¿Ustedes creen que los miles de jóvenes que han esperado en el aeropuerto, que anoche han ido a dormir frente al hotel o se han trasladado al estadio de The Strongest son muchachos que no aman a la selección?”, cuestionó. “Simplemente, están orgullosos de que vengan a La Paz”. Puede ser amor al rival, bronca con la selección local, o una oportunidad única: desde principios de mes que el fútbol boliviano está paralizado. La Federación acaba de anular los torneos profesionales de este año tras detectar una “gravísima red de corrupción” que involucra a dirigentes, árbitros y jugadores amañando partidos. Con la liga local en suspenso, los bolivianos se habían quedado sin el deporte más popular del país. Y en eso llegó Messi.