Una niña hondureña llora mientras su madre es registrada por un policía estadounidense de fronteras en Texas, en 2019.JOHN MOORE / GETTY IMAGES

Cuatro de los miles de padres migrantes que fueron deportados sin sus hijos durante la controvertida política de separación de familias de la Administración de Donald Trump podrán entrar en Estados Unidos esta semana para reencontrarse con ellos, según informó el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Las cuatro madres que cruzarán la frontera en un punto entre Texas y California son de Honduras, Guatemala y México. Otros 30 migrantes podrán entrar en el país en los próximos 30 o 60 días para reunirse con sus hijos. La mayoría de ellos han estado al cargo de familiares que ya vivían en Estados Unidos.

En una entrevista en la cadena de televisión CBS, Mayorkas explicó el domingo que entre esas cuatro familias hay un niño separado de sus progenitores cuando tenía solo tres años. “Esto es apenas el comienzo”, señaló el secretario. “Reuniremos a este primer grupo de familias, y luego les seguirán otras muchas más. Reconocemos la importancia de dar a estas familias la estabilidad y los recursos que necesitan para recuperarse”, prosiguió. “Hay adolescentes que han tenido que vivir sin sus padres durante algunos de los años más formativos de su vida”, finalizó Mayorkas.

A las madres que llegan esta semana se les permite quedarse en EE UU temporalmente bajo lo que se conoce como una “libertad humanitaria”. Según familiares conocedores de los casos, citados por los medios estadounidenses, esas madres podrán permanecer en el país unos años o hasta que se encuentre una solución duradera, como la concesión de la residencia a través de la conocida como green card, que permite residir y trabajar en el país.

Durante la política de tolerancia cero contra la inmigración del expresidente Donald Trump en la primavera de 2018, alrededor de 5.000 niños fueron separados de sus padres. Aunque la mayoría de las familias han sido reunidas en los últimos años, más de 1.000 siguen separadas debido a que uno o dos de los padres fueron devueltos a sus países de origen.

En la entrevista, Mayorkas explicó que el equipo de trabajo creado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para ocuparse de este asunto ha colaborado con la Unión de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y otros grupos para “reparar el daño”. ACLU manifestó su satisfacción por esta reunión, pero adelantó que no hay motivo para la celebración ni cantos de victoria porque “todavía es mucho lo que queda por hacer”.

A su vez, la asociación de ayuda a los inmigrantes Al Otro Lado (AOL) declaró a NBC que la Administración Biden estaba haciendo suyo un triunfo que no le correspondía, ya que los demócratas habían hecho muy poco para lograr esta reunificación. “A pesar de lo que el secretario Mayorkas quiera hacer creer a la opinión pública, Seguridad Nacional no ha hecho nada para facilitar el retorno y el reagrupamiento de estas madres que llegan esta semana, más allá de dejarles entrar en el país”. Según Al Otro Lado, si esas madres están esta semana en la frontera es porque su organización ha negociado los visados de entrada con el Gobierno mexicano y pagado los billetes de avión, según explicó Carol Anne Donohoe, abogada al frente del programa de Reunificación de Familias, a NBC

Mayorkas no dio detalles acerca de las familias para proteger su privacidad, pero sí adelantó que dos de esas madres habían sido separadas de sus hijos a finales de 2017, bastante antes de que la Administración republicana pusiera en marcha la doctrina de tolerancia cero. Bajo esa premisa, todo inmigrante indocumentado fue considerado un delincuente y fue procesado judicialmente como tal, aunque no tuviera antecedentes penales. Como los menores no pueden ingresar en prisión, eran separados de los adultos. La inmensa mayoría de los inmigrantes indocumentados eran centroamericanos.

Tras unos meses de mano dura, la crisis estalló en la opinión pública en junio de 2018, cuando se conoció que en el lapso de apenas seis semanas, entre el 19 de abril y 6 de junio, la Administración había separado a unos 2.000 niños, a veces bebés, de sus progenitores o familiares adultos.

Entonces, Trump se vio obligado a rectificar y firmó una orden ejecutiva que ponía fin a esa práctica, ante el estupor de sus compañeros del Partido Republicano, aunque para entonces el daño ya estaba hecho porque muchos padres y madres ya habían sido deportados.

Desde el inicio de su presidencia, Biden se marcó como prioridad reunir a esas familias rotas. Cuando llevaba solo semanas en la Casa Blanca, el mandatario firmó una serie de órdenes ejecutivas que deshacían el legado de Trump y ponían en marcha un grupo de trabajo, liderado por Mayorkas, para identificar y reunir a todos aquellos niños que fueron alejados de sus padres.

La labor de unir a las familias con sus hijos es un trabajo descomunal y a veces descorazonador, ya que la información que se tiene de los progenitores está equivocada, ya no corresponde a ese usuario e incluso algunos padres no se dejan contactar por miedo a que existan represalias. Otros sencillamente han desaparecido. Lo mismo sucede con los niños. En palabras del presidente Biden, la semana pasada, “no sabemos dónde están algunos niños. Estamos intentando por todos los medios saber qué demonios les ocurrió a esos niños”.