Los asistentes a la posada en Salvatierra (Guanajuato), minutos antes de la masacre del 17 de este domingo, en una imagen compartida en redes sociales. Beatriz Guillén

No hay tregua en Guanajuato. Un grupo de jóvenes celebra una posada navideña el fin de semana en la hacienda de San José del Carmen, un recinto turístico que se utiliza para eventos en Salvatierra. Allí llegó un comando armado alrededor de las dos de la madrugada del domingo y empezó a disparar contra los jóvenes que participaban en la fiesta. La Fiscalía del Estado ha confirmado que al menos 12 han muerto y otros 11 están heridos. Una fotografía de los jóvenes sonrientes antes del ataque es la última prueba de un país retorcido por la violencia.

Han pasado más de 24 horas y es poco lo que se sabe sobre la masacre. La prensa local ha informado que el grupo criminal que atacó a los jóvenes también quemó al menos cuatro vehículos —dos automóviles y dos motocicletas— que se encontraban aparcados cerca de la exhacienda. Además del gran número de casquillos que se recogieron en el lugar. Los heridos fueron trasladados a los hospitales de Salvatierra y Celaya.

El presidente municipal de Salvatierra, Germán Cervantes, ha lamentado el ataque. “Condeno el lamentable hecho de violencia sucedido en la comunidad de San José Del Carmen durante esta mañana. Estamos en completa disposición y coordinación con la Fiscalía General de Justicia del Estado para el pronto esclarecimiento y la detención de los responsables”, ha escrito en sus redes sociales.

Esta matanza llega un par de semanas después del brutal asesinato de seis jóvenes en Celaya. Tenían entre 18 y 23 años. Estudiaban medicina. Pablo Fabián Orozco Mateos apenas estaba empezando. Su hermano Jesús Virgilio se graduaba en enero. Su primo, Pedro Mateos Puente, ya estaba en séptimo semestre. Junto a ellos, sus amigos Bryan Jesús Amoles Gasca y José Eduardo Freire Ortega. Entre las víctimas se ha identificado también a Luis Giovanni Juárez. Cinco de los cuerpo se encontraron con disparos de bala dentro de un coche, en un camino de terracería, otro estaba a unos metros entre unos matorrales.

El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo entonces lo mismo que ha dicho este lunes sobre los jóvenes de la posada: que detrás del ataque está el consumo de drogas. En el caso de los estudiantes de Medicina, la madre de Pablo y Jesús, Fabiola Mateos, salió días después a pedir al presidente que rectificara. Con los exámenes toxicológicos en la mano, Mateos mostró que ninguno de sus hijos o de sus amigos había consumido drogas: “Mis hijos jamás tuvieron siquiera una remisión a barandilla, la carrera de medicina es muy demandante. Su tiempo se dividía entre escuela y alguna actividad deportiva, es increíble la insensibilidad del gobierno para este tipo de actos, lejos de reconocer la incapacidad o la falta de cuidado por parte del área gubernamental, simplemente lanzan acusaciones en contra de las propias víctimas”.