Fox y Calderón, en realidad

Julio Hernández López | Astillero

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– El Grande los exhibió
– Narrativa verosímil
– García Luna, PAN y aliados

El primer día fue apabullante. Sergio Villarreal Guajardo, apodado El Grande, presentó ante el jurado neoyorquino una narrativa verosímil y descarnada del retorcimiento criminal de las instituciones a cargo de Genaro García Luna, durante las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, para ponerlas al servicio de un cártel, el de Sinaloa.

Narcogobiernos, con narcopolicías y narcopolíticos en simulación de acciones y guerras contra el narcotráfico, que en realidad eran sangrientos operativos comerciales para beneficiar a una facción delictiva, perseguir y aplastar a otra y quedarse los partícipes con muchos millones de dólares. ¿Cómo explicar el desbordado crecimiento de determinado cártel si no fuera por la protección de las autoridades supuestamente encargadas de combatir a todos esos grupos criminales, pero en realidad entregadas a uno de ellos a cambio de millonadas de dólares?, preguntó con elaboración más directa el analista, experto y ahora declarante apodado El Grande.

Falta, obviamente, pues apenas se está en las primeras horas de un proceso que puede llevar ocho semanas, la resolución judicial que condene o absuelva a quien con Vicente Fox Quesada fuera director de la Agencia Federal de Investigación (AFI, presunta imitación de la FBI estadunidense) del 1º de septiembre de 2001 al último día de gestión del disparatado y enriquecido ex gobernador de Guanajuato, y poderosísimo secretario de Seguridad Pública del primero al último día de Felipe Calderón Hinojosa en Los Pinos.

Lo dicho ayer por El Grande confirma la conversión del sexenio calderonista, y de su hechura emblemática, la Guerra contra el narcotráfico, en una criminal impostura, pero extiende la responsabilidad a un personaje que ha transitado por la política mexicana guarecido por su aparente o real falta de luces intelectuales y su habilidad casi doctoral en hacer y pronunciar torpezas productoras de burlas expiatorias: Vicente Fox Quesada, el proestadunidense cocacolero que pinchó a partir de diciembre del año 2000 la esperanza de un segmento social que se creyó su discurso del cambio y cuyo principal logro fue el pasar de una condición económicamente crítica a una prosperidad sólo explicable en función de corruptelas personales, familiares, conyugales y grupales.

La docena trágica (Fox y Calderón) fue la incubadora del garcialunismo ahora colocado en el banquillo de una corte de Nueva York. Doble periodo en Los Pinos de un panismo del que Vicente y Felipe pretendieron desligarse, pero al cual han vuelto y del que hoy son piezas relevantes, en el contexto propagandístico de una derecha que pretende exaltar aires democráticos, respeto al estado de derecho y mano dura ante el crimen organizado, sin que los antecedentes históricos ni la circunstancia delatora de García Luna les avale, sino todo lo contrario.

Los panistas y sus aliados directos (Fox, Calderón y Zavala, entre otros), sus dirigentes (Marko Cortés a la cabeza), precandidatos (Creel y Lilly, para empezar), aliados circunstanciales (el nunca confiable priísta Alito y el regateador perredista Zambrano, que amaga con retirarse de Va por México) y las decenas de grupos “de la sociedad civil (tipo doctor Simi: los mismos, pero con más membretes) que les acompañan en el proyecto X.Glz., tienen en García Luna y sus andanzas criminales-institucionales un reto en espera de explicaciones convincentes. ¿Cómo prometer un cambio en 2024 que en realidad significa un retorno a su esencia de garcialunismo con diversas denominaciones?

Y, mientras se multiplican las agresiones contra mujeres en diversas partes del país sin que las autoridades federales, estatales o municipales hagan algo más que declaraciones, ¡hasta mañana, con la protesta creciente de peruanos y la reacción de la derecha clasista que, con la presidenta Dina Boluarte como marioneta, pretende acallar la indignación popular mediante el método de la mano dura!

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