Integrantes del movimiento 'Sélvame del Tren' se manifiestan contra el Tren Maya frente a Palacio Nacional, este lunes. RR.SS

El biólogo Roberto Rojo estaba en la fila para abordar el vuelo de Cancún a Ciudad de México este domingo cuando recibió el mensaje. “Se cancela la reunión de mañana con el presidente”. El aviso fue como un “jarro de agua fría”, que además llegaba tarde: él y otros cinco científicos y ambientalistas del movimiento ‘Sélvame del Tren’ ya se dirigían hacia la capital para hablar con Andrés Manuel López Obrador sobre el impacto ambiental que está ocasionando la construcción del Tren Maya entre Cancún y Tulum. La suspensión del encuentro se produjo a través de un comunicado de Presidencia, que alegaba que “varios de los invitados” no asistirían a Palacio Nacional. Para Rojo es “una excusa ridícula para evadir la reunión porque no quieren enfrentar la verdad”.

“El presidente planeaba hablar solo con los artistas, que no tienen las bases científicas que tenemos nosotros. Cuando se dio cuenta de que la gente que venía no solo era del gremio artístico, se tomó la decisión de cancelar la reunión”, lamenta el biólogo mientras pasea frente a la puerta cerrada de Palacio Nacional. Desde allí esta mañana el presidente reiteró su postura: “Resultó que los que salieron en televisión, en los medios, rechazaron el diálogo. Dijeron que no. ¿Cómo se llama el actor? Eugenio Derbez y otros. Y querían que recibiéramos a ambientalistas, reales o supuestos. Que no sabemos y que incluso tenemos ciertas dudas sobre su actuación”. Rojo, director del Planetario de Playa del Carmen y fundador de Cenotes Urbanos, lamenta que el presidente insista en descalificarles. “La única forma en que hubieran podido solventar las dudas sobre nosotros es con una reunión cara a cara. Pero no han querido”.

El fin de semana, Presidencia había dado su visto bueno a la lista de 10 personas que acudiría al encuentro, en la que se encontraban expertos como Rojo y el reconocido biólogo Rodrigo Medellín, espeleólogos y buzos como José Urbina, y artistas como Rubén Albarrán y Arturo Islas. En esa lista no se encontraba el nombre del actor Eugenio Derbez, el único que había expresado públicamente que la cita no le parecía “el camino correcto” porque, desde un principio, el presidente solo había invitado al diálogo a los famosos, y no a los científicos y activistas. “Argumenté que creía que no era una buena idea porque era mejor encontrarnos allá (en la zona de las obras) con los expertos”, dijo este lunes en un video publicado en sus redes sociales. “Pero que haya cancelado la reunión nada más por esto (…) estuvo muy feo”. Ante el hueco en su agenda, el presidente ha decidido irse a jugar béisbol mientras los integrantes del movimiento se manifestaban a las afueras de Palacio Nacional.

En el comunicado del domingo, Presidencia invitó a los ambientalistas a visitar Quintana Roo para hablar con la población local, lo que ha sido visto en el colectivo como “una burla”, ya que la mayor parte de ellos vive en Playa del Carmen, a unos pocos kilómetros de las obras. El texto publicado afirma que, “a lo largo del Tren Maya, la gente sabe del proyecto y se ha consultado comunidad por comunidad; además de que su construcción se lleva a cabo protegiendo el medio ambiente y patrimonio arqueológico; y no se afectarán cenotes, ríos subterráneos ni cavernas”. Sin embargo, espeleólogos locales como Tania Ramírez han documentado hasta ocho grandes cavernas únicamente en el trazo deforestado, y un total de 50 si se contabilizan también las cuevas pequeñas. López Obrador no ha recorrido a pie el área deforestada, como le han pedido desde ‘Sélvame del Tren’, y se ha limitado a supervisar el avance de la obra desde lo alto de un helicóptero del Ejército.

El enredo sobre la frustrada reunión en Palacio Nacional echa leña al fuego de la polémica que inició en enero, cuando Fonatur, la autoridad encargada del proyecto, anunció que el tramo 5 del ferrocarril ya no iría junto a la carretera que conecta Cancún y Tulum, sino cinco kilómetros adentro de la selva. Los científicos alertaron entonces sobre los graves impactos de la decisión, puesto que supondría talar vegetación virgen en una zona repleta de cavernas, cenotes y ríos subterráneos con importantes beneficios hidrológicos para la fauna y flora local, pero también para la población. El Gobierno siguió adelante con el cambio y comenzó la deforestación para abrir paso a las vías a pesar de no contar con los permisos ambientales, un requisito indispensable en cualquier obra.

De los círculos científicos a las redes sociales y las conferencias matutinas del presidente, la controversia ha llegado a los tribunales. La semana pasada, un juez federal decidió suspender provisionalmente las obras en el tramo que va de Playa del Carmen a Tulum porque las autoridades no cuentan con los estudios ambientales de la zona. El magistrado daba así la razón a un grupo de buzos que presentó un amparo contra las obras, que ya acumulan una ristra de demandas que amenazan con ponerle freno a uno de los proyectos estrella del presidente. Mientras tanto, el Gobierno se ha escudado en el decreto presidencial de noviembre del año pasado, que designó como “interés nacional” todas las obras prioritarias del mandatario. Con ello, buscaban sortear los procedimientos habituales a los que se tienen que someterse, como las autorizaciones ambientales.

La controversia que ha generado el tramo 5 ha sido tal que el presidente ha tenido que salir en defensa del Tren Maya una y otra vez en sus conferencias, destacando que la obra detonará el desarrollo económico en una región históricamente marginada de la inversión pública federal. López Obrador también ha reiterado que se reforestarán 200.000 hectáreas para compensar los impactos de la construcción, aunque no ha ofrecido más detalles de cómo ni cuándo se llevará a cabo ese programa. Pese a todo, la opinión pública del país sigue mostrándose favorable al proyecto. En una encuesta de SIMO para EL PAÍS publicada en marzo, un 60% de la población respalda la construcción del Tren Maya.