Edin Dzeko ayuda financieramente a un joven que estuvo gravemente enfermo en 2012 (Reuters)

SARAJEVO, Bosnia-Herzegovina.- En una cancha de asfalto, delante de una escuela, las porterías carecen de redes, algo habitual en Sarajevo. Fue ahí donde el prodigioso delantero bosnio Edin Dzeko pasó gran parte de su tiempo durante el asedio de Sarajevo en los años 1990.

La que después sería estrella del Wolfsburgo, Manchester City y AS Roma, tenía seis años en 1992 cuando estalló la guerra intercomunitaria que provocó 100 mil muertos.

Rodeado de inmuebles, algunos de los cuales aún hoy tienen signos de los bombardeos, el terreno de juego de Otoka, barrio sin alma del cercano suburbio, está protegido por francotiradores serbios.

Cuando se silencian las armas, los niños salen de sus refugios para pegar patadas a una pelota.

“Era arriesgado, pero en algún sitio tenían que jugar”, cuenta a la Midhad Dzeko, 66 años y padre del delantero centro de la Roma y capitán de la selección bosnia que se enfrentará el miércoles a Francia en partido clasificatorio para el Mundial de Qatar-2022.

Midhad, soldado del ejército bosnio, se encuentra con frecuencia en el frente de Brijesce, ciudad de la que la familia Dzeko había huido para refugiarse en un pequeño apartamento perteneciente a sus suegros en Otoka.

Un día, su esposa Belma prohíbe al pequeño Edin salir a la calle. Un obús cayó poco después sobre la cancha, con dos muertos y varios heridos, recuerda su padre.

Este exfutbolista inscribió a su hijo en la academia del Zeljeznicar, uno de los grandes clubes de la capital, donde rápidamente llamaría la atención del entrenador Jusuf Sehovic.

TRINCHERAS
La guerra no ha terminado y los niños se entrenan en un gimnasio. El estadio, atravesado por trincheras, se encuentra en medio del frente, en el barrio de Grbavica.

A Edin “sólo le interesaba avanzar hacia la portería”, recordaba Sehovic, fallecido el año pasado como consecuencia del covid. “No dejaba de pedir la pelota”.

Después del conflicto armado, la ‘promoción 1986’ pasa a estar entrenada por Iso Ahmetovic, quien aún hoy sigue en los banquillos.

Orgulloso, recuerda un ejercicio de pase en el que participa Dzeko, bajo la atenta mirada de un puñado de jubilados.

“En esa época, Andriy Shevchenko era el mejor futbolista del mundo. Me di la vuelta y les dije: ‘Mírenle, es el nuevo Shevchenko'”, explica.

Precisamente, el goleador ucraniano era el ídolo del joven Edin. También quería jugar en el AC Milán, algo que casi consiguió en 2009 después de ganar la Bundesliga con el Wolfsburgo, pero el club alemán “no me dejó salir”, explicó el jugador en 2018.

Amar Osim, que llevó al Zeljeznicar a ganar cinco de sus seis títulos nacionales, recuerda a un chico “flacucho”, que “ya tenía la misma altura que actualmente (1m93), pero seguramente con 25 kilos menos”.

“Tenía una facultad increíble para marcar goles”, explica, precisando que el joven estaba “obsesionado” y que “tenía muchas ganas de convertirse en un auténtico jugador”.

Dzeko sólo jugó 40 partidos con la camiseta del Zeljeznicar, porque rápidamente fue descubierto por el técnico checo Jiri Plisek, que en 2005 se lo llevó a su país, al Teplice, comenzando su carrera internacional.

“UN SUEÑO”
El defensa bosnio Samir Merzic le acompaña en esa aventura. Actualmente entrenador del Velez Mostar, destaca la “increíble confianza en sí mismo” de un Edin que fuera de la cancha es “tranquilo y reservado”.

“En un partido contra el Sparta de Praga, le marca Tomas Repka, que acababa de regresar de Inglaterra, todo un gladiador. Pero Edin le enfrentó sin temor”, explica Merzic.

“Todo es una cuestión de cabeza”, dice Midhad. “Edin es sólido, fuerte, estable. Ha pasado por muchas cosas en la vida y en el futbol. Sabe afrontar las presiones”.

Hace ya 16 años que Dzeko vive en el extranjero, pero sus vínculos con su país siguen siendo muy fuertes.

Se ha construido una casa en Sarajevo y con su esposa Amra participa frecuentemente en operaciones humanitarias para ayudar a los niños enfermos en este país pobre de los Balcanes.

En 2012, estando en el Manchester City, le informan que un adolescente bosnio gravemente enfermo se encuentra en esa ciudad inglesa para su tratamiento.

“Estaba medio dormido en la cama y veo aparecer a Dzeko, a su madre y a su padre. En un primer momento pensé que era un sueño”, explica Aner Zelic, 24 años, en su domicilio de Hadzici, cerca de Sarajevo.

Dzeko ayuda financieramente a este chico y a su madre, pero sobre todo les aporta un “apoyo moral”.

“En cuanto podía, venía a pasar tiempo conmigo al hospital. Jugábamos a juegos de mesa, a la PlayStation. No hablábamos de mi enfermedad, sino de otras cosas, sobre todo de deporte, para hacerme olvidar todo aquello”, recuerda este joven.