Personal del hospital de Jalalabad inspecciona los cuerpos de las tres periodistas de EnikassTV asesinadas este martes en esa ciudad afgana.GHULAMULLAH HABIBI / EFE

Tres mujeres periodistas han sido asesinadas este martes en dos ataques en Jalalabad, en el este del Afganistán. Mursal Habibi, Saadia y Shahnaz, que trabajaban para la cadena de televisión privada Enikass TV, son las últimas víctimas de una campaña de asesinatos selectivos que desde el inicio de las conversaciones de paz con los talibanes siembra el pánico entre la sociedad civil afgana, sobre todo en las ciudades. Esa guerrilla ha negado su responsabilidad en las muertes.

Dos grupos armados han atacado de forma casi simultánea a las mujeres cuando regresaban a sus domicilios desde la sede de Enikass TV, donde trabajaban doblando programas de televisión al dari y al pashto, los dos idiomas locales. El primer atacante ha disparado contra Saadia y Shahnaz (no se han facilitado apellidos) hacia las cuatro de la tarde (las 12.30 en la España peninsular). El segundo, sucedido unos minutos después en otro barrio de Jalalabad, acaba con la vida de Mursal, según ha informado el responsable de la emisora, Zalmay Latifi, citado por la edición digital de ToloNews.

Como ya es habitual en estos casos, ningún grupo se ha responsabilizado de la acción. “El Emirato Islámico no tiene nada que ver con el ataque a tres mujeres periodistas”, ha tuiteado el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, utilizando el nombre con el que el grupo se refiere a sí mismo.

Se trata del atentado más grave contra los medios de comunicación afganos desde que hace tres años un terrorista suicida mató a 40 personas, entre ellos 10 periodistas, en Kabul. Pero la naturaleza de estos nuevos asesinatos es diferente. No se trata de la violencia aleatoria de los coches bomba, sino de una campaña que identifica a víctimas concretas y en la que son objetivo prioritario los profesionales de los medios, los intelectuales, los activistas y los funcionarios, pero sobre todo las mujeres que trabajan en alguno de esos ámbitos.

“¿Queréis cometer genocidio contra las mujeres de Afganistán para libraros de ellas? NO PODÉIS acabar con las mujeres con asesinatos selectivos. Nos levantaremos una y otra vez”, reaccionaba la diputada Fawzia Koofi en Twitter. Koofi, que es una de las cuatro mujeres que participa en las negociaciones de paz con los talibanes, denunciaba este lunes en EL PAÍS la ola de asesinatos selectivos que atemoriza a los afganos.

En contra de lo esperado, la violencia ha aumentado desde que se iniciaron las conversaciones de paz entre el Gobierno de Kabul y los talibanes en Doha a mediados del pasado septiembre. Según la ONU, desde entonces hasta enero de este año al menos 11 activistas de derechos humanos y trabajadores de medios fueron asesinados.

Afganistán, la guerra más letal del mundo
Enikaas TV es una cadena muy popular entre los jóvenes del este de Afganistán, una de las regiones más volátiles del país, donde campan a sus anchas los talibanes, Al Qaeda, la rama local del Estado Islámico, además de contrabandistas y mafiosos de todo pelaje. El pasado diciembre ya fue asesinada otra de sus periodistas, Malalai Maiwand, a raíz de lo cual las empleadas de la cadena dejaron de ir a trabajar durante algún tiempo. Ahora se teme que muchas vuelvan a sentirse intimidadas.