Para pasar el control de seguridad de la Corte de Nueva York debía quitarse sus stilettos (zapatos de tacón alto). Emma Coronel, la esposa del narcotraficante más poderoso del mundo, Joaquín El Chapo Guzmán, acaparó todos los focos de la prensa rosa durante las 11 semanas de juicio que terminó con una condena a cadena perpetua para su marido en 2019. Por su estilismo ajustado a sus curvas llegó a conocérsela en Estados Unidos como la Kardashian de Sinaloa. Era la esposa del que fuera el hombre más buscado, del capo más peligroso. Y llegó a participar en un reality show en Estados Unidos donde otros herederos del imperio de la droga hablaban de Coronel como una inspiración. Algunos habían sido hijos o sobrinos del narcotráfico colombiano o mexicano. Pero ella era La Esposa: Mrs. El Chapo. Este lunes, el morbo que supieron explotar algunas cadenas de televisión estadounidenses por la vida íntima del narco se ha topado de bruces con la realidad. Coronel ha sido detenida en el aeropuerto internacional de Dulles (Virginia), que da servicio a la ciudad de Washington. Se le acusa de participar en el tráfico internacional de drogas.
Coronel, de 31 años, con doble nacionalidad estadounidense y mexicana, se enfrenta a cargos de tráfico de cocaína, metanfetamina, heroína y marihuana, según un comunicado del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Está previsto que este martes comparezca por videoconferencia en un tribunal federal del Distrito de Columbia. Además, está acusada de haber ayudado al Chapo a llevar a cabo una de las fugas más mediáticas de la historia: su huida de la prisión de alta seguridad mexicana de El Altiplano, en el verano de 2015, a través de un túnel que conectaba la ducha de su celda con una casa de seguridad a través de raíles y una motocicleta. Según las autoridades estadounidenses, Coronel tramaba junto a la gente de confianza de Guzmán otra fuga en 2017, poco antes de la extradición del capo a Estados Unidos.
Coronel conoció a Guzmán Loera, el Chapo, en una fiesta en un rancho. Ella tenía 17 años y acababa de ganar el concurso de reina de la belleza de Sinaloa. Él tenía 51 y ya era el amo de la mayor organización criminal del mundo. Mientras ella bailaba en el rancho con su novio de entonces, un hombre se le acercó y le dijo que “el señor” quería bailar con ella. “Por supuesto’, le dije yo. Porque en los ranchos aunque tengas novio tienes que bailar con todas las personas que te inviten”, explicaba en una entrevista a la cadena Telemundo. Eso y que en el contexto del imperio criminal mexicano decirle que no al jefe de jefes salía muy caro. Coronel es la tercera esposa de Guzmán, al que siempre defendió: “Es un hombre bueno, no es violento, ni grosero, nunca lo he visto decir una mala palabra. Sus niñas le adoran y preguntan constantemente por él”, dijo en esa misma entrevista. “No me consta que trafique con drogas. Estoy enamorada de él”, insistía siempre delante de las cámaras.
También es la supuesta sobrina de Ignacio Coronel, uno de los lugartenientes de su marido. “No somos familia”, zanjó en la mencionada entrevista, no obstante. El apellido Coronel es demasiado pesado en la historia criminal de México. Ignacio Coronel era conocido también como el Rey del cristal, fue el número tres del cartel de Sinaloa, debajo del Chapo e Ismael El Mayo Zambada —el único miembro del grupo de aquella época que aún no ha sido detenido—. Coronel fue responsable del principal tráfico de metanfetaminas hacia Estados Unidos durante al menos 12 años, hasta que fue abatido el 29 de julio de 2010, en Zapopan, Jalisco, durante un tiroteo con el Ejército mexicano. Uno de sus hijos, Alejandro Coronel Mardueño, posible primo de Emma, fue secuestrado y asesinado también en 2010 cuando tenía apenas 16 años por sus rivales, los Beltrán Leyva, lo que desató una ola de violencia en el país.
Uno de los momentos más tensos para Emma Coronel durante el juicio del Chapo ocurrió en enero de 2019. La fiscalía, con la esposa del narco presente en la audiencia, presentó una serie de mensajes interceptados por el FBI entre el capo, su esposa y su amante. En uno de ellos, el entonces líder del cartel de Sinaloa le pedía que le comprara tinte para el bigote y hablaba de que una de las hijas gemelas, María Joaquina, no tenía nada de miedo. “Le voy a regalar una AK-47 [un rifle de asalto Kalashnikov] para que pueda ir conmigo”, bromeaba.
Las palabras de Emma Coronel sobre el desconocimiento del negocio de su marido se desplomaron en el juicio. En los mensajes, Joaquín Guzmán le daba instrucciones precisas sobre la manera en que debía comunicarse. Le aconsejaba, por ejemplo, que utilizara teléfonos Blackberry —debido a su encriptado— y que se pusiera en contacto con el técnico del cartel para que le ayudara. En otro de los intercambios, Coronel le dice al Chapo que cree que la policía se va a presentar en la casa. “¿Tienes un arma?”, le pregunta el narco. Ella le responde, “sí, una tuya, la que me diste”. Guzmán le pide que la esconda en un lugar seguro. También le aconsejaba que siguiera una vida normal, porque sabía que la utilizarían para localizarle. Los mensajes se enviaron entre finales 2011 y comienzos de 2012.
Y desvelaron un secreto a voces, la infidelidad del narco. El FBI mencionaba a una de sus colaboradoras, Agustina Cabanillas Acosta, quien fue detenida en la redada de febrero de 2012, y a quien el capo se dirigía como “mi amor”. Según los mensajes, El Chapo discutió también con Cabanillas Acosta sobre envíos y venta de cocaína y marihuana en Estados Unidos.
Capitalizar la fama
Coronel trató de capitalizar la fama generada en torno a su imagen, siempre a la sombra de su marido, impulsando una marca de ropa y merchandising de todo tipo: gorras, sudaderas, fundas para móvil y camisetas. El nombre El Chapo Guzmán fue presentado ante la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos y su logo era la cabeza de un león junto a las tres palabras. No fue la única de la familia en crear un negocio de este tipo y se lanzó a la competencia contra otra de las hijas del narco (tiene al menos 10 hijos reconocidos), Alejandrina Guzman Salazar, que hizo lo mismo con El Chapo 701, por el número que tenía el narco en prisión.
En uno de los anuncios televisivos de la cadena VH1 se ofrecía con expectación la aparición en el reality show de Mrs. El Chapo. Subida en la proa de un lujoso yate blanco, Coronel aparecía sonriente, vestida de blanco con unas gafas de sol que tapaban la mitad de su rostro. “Cuando te llama el jefe de jefes no puedes decir que no”, señalaba uno de los protagonistas, Michael Corleone Blanco —hijo menor de la narcotraficante colombiana Griselda Blanco de Trujillo—. Bienvenidos a Cartel Crew, anunciaban. “Es una verdadera latina, leal a su hombre”, añadía Blanco. Estos días la Justicia estadounidense evaluará cuán leal era a uno de los narcos más poderosos que introdujo cientos de toneladas de droga a Estados Unidos.