El senador Josh Hawley escucha el testimonio del exsargento de armas Paul Irving este martes en el Congreso de EE UU.ANDREW HARNIK / AP

El Congreso de Estados Unidos ha dado este martes la palabra, por primera vez desde el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero, a los agentes de seguridad encargados de proteger el edificio. Estos han culpado del desastroso fracaso en prevenir la violencia de los insurrectos a la deficiente información de inteligencia de la que disponían, que les dejó desprevenidos ante lo que acabó siendo una amenaza a la que nunca se habían enfrentado antes. Han coincidido también en que el asalto estuvo más planeado y coordinado de lo que algunos legisladores republicanos han querido sugerir.

“Nada de la información de inteligencia que recibimos predecía lo que acabó ocurriendo”, ha explicado el exjefe del cuerpo de Policía del Capitolio, Steven Sund, que dimitió justo después del asalto que este martes ha descrito como “el peor ataque a las fuerzas de seguridad y la democracia” que ha visto en sus 30 años de experiencia policial. “No actuaban como cualquier grupo de manifestantes que yo haya visto nunca, aquellos criminales vinieron preparados para la guerra”.

Sund y otros dos exmandos de la Policía del Capitolio, así como el jefe de la Policía de Washington, han sido llamados a una audiencia conjunta ante dos comités del Senado, que investigan los fallos en la seguridad que permitieron a una turba violenta de seguidores de Donald Trump irrumpir y hacerse fuertes en el Congreso de Estados Unidos, para tratar de impedir la certificación oficial de la victoria de electoral de Joe Biden. “Necesitamos ver qué fue mal y qué cambios se pueden hacer para que el Capitolio sea seguro”, ha dicho al arranque de la sesión la senadora demócrata Amy Klobuchar, presidenta del Comité de Reglas y Administración. “Debemos conocer los hechos, y las respuestas están en esta sala”, ha añadido, en referencia a los mandos policiales llamados a declarar, tres de los cuales dimitieron inmediatamente después del ataque al Capitolio.

Numerosos republicanos han tratado de rebajar la gravedad del ataque perpetrado por seguidores de Trump, calificándolo de espontáneo y carente de plan. Pero los mandos policiales este martes han coincidido en que el asalto fue coordinado. Han hablado de dos dispositivos explosivos colocados junto al Capitolio para distraer la atención de las autoridades, y han explicado que hay pruebas de que los asaltantes utilizaban señales manuales y coordinaron el uso de gases irritantes. “Ni un solo cuerpo de seguridad civil, y desde luego no la Policía del Capitolio, está entrenado ni equipado para repeler, sin asistencia militar significativa, una insurrección de miles de individuos armados, violentos y coordinados, decididos a irrumpir en un edificio a cualquier coste”, ha resumido Sund.

Sund y Paul Irving, exsargento de armas de la Cámara de Representantes, eran los oficiales de seguridad de más alto rango presentes en el Capitolio durante el asalto. Ambos han sido objeto de críticas, a raíz de informaciones que indican que no actuaron con la suficiente rapidez para pedir ayuda a la Guardia Nacional. Ante los senadores, Sund ha acusado a Irving de haber desaconsejado la activación de la Guardia Nacional, preocupado por la imagen que habrían dado los militares desplegados en el Capitolio. Irving lo ha calificado de “categóricamente falso”, y ha dicho que su postura se basaba en la seguridad y no en la imagen. Robert Contee, jefe de la Policía Metropolitana de Washington, ha culpado del lento despliegue de la Guardia Nacional al Departamento de Defensa. “Me dejó estupefacto la respuesta del Departamento del Ejército”, ha dicho.

Pero todos han estado de acuerdo en algo. “Todos coincidimos en que la inteligencia no apoyaba el envío de tropas y colectivamente decidimos dejarlo estar”, ha resumido Michael Stenger, exsargento de armas del Senado. Ni Stenger ni Irving, según han dicho, habían visto un informe del FBI que advertía de una amenaza de violencia inminente en el Capitolio. Sund, por su parte, ha asegurado que después del ataque supo que el informe había llegado a la Policía del Capitolio la víspera, pero que tampoco él había tenido oportunidad de verlo.