El estilo y la técnica de Ailey se basaron en las enseñanzas de Lester Horton. Foto: AP

CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando se piensa en danza afroamericana la respuesta es obvia: Alvin Ailey (1931-1989). Sin duda, el más importante artista de su generación por lograr romper el estereotipo de que los negros sólo eran buenos para bailar jazz o tapp.

Pero no sólo eso, el creador que hubiese cumplido 90 años en pasados días logró en 1958 crear el Alvin Ailey American Dance Theater en un país dividido por la discriminación –como lo sigue siendo ahora— y encumbró a su compañía con un repertorio que hablaba de los que no se veían, los marginales, que conservaban tradiciones de los países de donde fueron extraídos sus ancestros esclavos.

El estilo y la técnica de Ailey estaban fundamentadas en otro gran maestro y pionero de la danza moderna estadunidense, el afamado Lester Horton (1906-1953), quien logró, estudiando los diferentes tipos de movimientos, establecer una técnica muy difícil, pero de belleza subyugante.

Con esa técnica, los bailarines de la compañía de Ailey potencializaron su capacidad física y cómo no, si Ailey había sido alumno y colaborador de Horton.

Y no es que existan técnicas para negros y blancos. No es así, lo que sucedía es que al mismo tiempo en que Ailey entró al círculo de las compañías de primer nivel mundial, los integrantes del Ku Klux Klan asesinaban a familias afroamericanas y erigían sus enormes cruces de fuego para asumir con vileza, su supuesta “supremacía blanca”.

Es decir, que la compañía del coreógrafo y bailarín no sólo era portadora de un discurso artístico y estético, sino que también establecía con enorme fuerza, un planteamiento político en el que se trataba de hacer visibles a los invisibles.

De esa manera, fue en 1960 que presentó por primera vez Revelations, pieza parteaguas en la danza mundial, que habla de la herencia africana y de los sincretismos religiosos surgidos desde la esclavitud. Con música coral, en forma de los bellísimos espirituales, Revelations ha sido bailada prácticamente en todo el mundo y sin envejecer sigue siendo una pieza conmovedora y trascendente en la historia del arte contemporáneo.

Es tal la importancia de la compañía, su escuela y herencia artística, que en algún momento de crisis económica Ailey decidió cerrar el grupo y diversas fundaciones le dieron apoyo permanente. Se edificó entonces muy cerca de Lincoln Center, en el corazón de Manhattan, un edificio espectacular. Tal vez el mejor espacio para la danza contemporánea y su enseñanza en Estados Unidos.