Un grupo de manifestantes, el pasado lunes frente al Supremo de EE UU.SHAWN THEW / EFE

Es la segunda vez esta semana que el Tribunal Supremo de Estados Unidos asesta un duro golpe a las políticas discriminatorias de Donald Trump. Este jueves, por una ajustada mayoría, de nuevo firmada por el presidente del Supremo, el conservador John Roberts, la máxima instancia jurídica del país ha rechazado eliminar la protección legal para 700.000 jóvenes que llegaron de niños a Estados Unidos. Conocidos como dreamers (soñadores), Barack Obama ponía en pie en 2012 a través de una acción ejecutiva el programa conocido como DACA (Acción Diferida Para los Llegados en la Infancia), que protegía de la deportación a centenares de miles de jóvenes indocumentados. La decisión del Supremo impide, por el momento, la deportación de 700.000 inmigrantes.

En una decisión ajustada, por 5 votos a favor y 4 en contra, el Supremo ha tachado de ilegal la decisión del presidente de EE UU, Donald Trump, de poner fin en septiembre de 2017 al programa que puso en marcha su predecesor, el demócrata Barack Obama, y que desde hace ocho años ha beneficiado a muchos indocumentados que llegaron al país cuando eran niños. Trump tardó ocho meses desde que llegó a la Casa Blanca en revocar la DACA, una medida que prometió en su primer día como presidente, lo que reveló un comprensible temor a sus consecuencias políticas.

El juez conservador John Roberts ha inclinado la balanza este jueves al haber votado junto a los magistrados más liberales a favor de mantener el programa en pie. Roberts ha señalado que las acciones de la Administración habían sido “arbitrarias” y “caprichosas”.

Los beneficiados por el programa DACA deben haber entrado en EE UU con menos de 16 años y vivir permanentemente en el país desde 2007. También se les exige que carezcan de antecedentes y que estudien o tengan el bachillerato acabado. A cambio se les permite trabajar y conducir, así como acceder a la seguridad social y disponer de una tarjeta de crédito.