— Quizá me distraje un momento de la presentación que hizo Jan Jarab del diagnóstico que hizo personal de su oficina en México al mecanismo de protección a defensores y periodistas. Sólo escuché, en dos frases muy breves, su recomendación de que ese instrumento del gobierno federal “promueva un abordaje preventivo, un enfoque para anular las causas de riesgos y a fortalecer capacidades. –cavilaba el reportero ese lunes 26 de agosto al salir con cara de tristeza de las instalaciones de la Comisión de los Derechos Humanos de la Ciudad de México.
— Supe, desde hace tres meses que preparaban ese diagnóstico –recordaba–. Tenía esperanza de harían un análisis completo, bien hecho, tanto del funcionamiento del mecanismo como lo hicieron, pero que también sopesarían las tipologías de los agresores y de los agredidos, de los riesgos por regiones, del contexto general de violencia y que recomendaría políticas públicas de prevenciones reales a las agresiones, más allá de lo cautelar y de campañas mediáticas…
Casi nada de eso escuché en la presentación. Creo que no atendí bien cada palabra. –se reprochaba.
103 recomendaciones
Las esperanzas del reportero se basaban en conocer la experiencia y preparación académica del personal de la oficina en México de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU; en saber que tomaron más de cien días para hacer el trabajo; en que cuentan con recursos económicos propios para costear un estudio así; en que entrevistaron a 147 personas, 62 de ellas beneficiarias del mecanismo; en que consultaron a sus colegas de otras oficinas de organismos internacionales y a expertos en el tema dentro y fuera de México y además que revisarían todas las recomendaciones sobre derechos humanos que le han hecho a México. Pocas veces se sabe de un intento de diagnóstico con tantas capacidades y acciones.
Por todo eso el reportero tenía necesidad de buscar en los documentos lo que no escuchó sobre prevención y protección integral. Dedicó tiempo suficiente para leer con detenimiento las 24 páginas del resumen ejecutivo del diagnóstico y cada una de las 103 recomendaciones. Todo eso ampliado en el documento de resumen de su investigación en 410 páginas. Y tampoco halló esas recomendaciones que esperaba de la ONU-ACDH para allegarles capacidades de autoprotección para sus colegas.
El reportero supone que conoce el tema; acaso es de los periodistas más familiarizados con los asuntos de protección para sus colegas. Hace 21 años hizo la primera investigación sobre las fortalezas y debilidades de los periodistas mexicanos que publicó Grijalbo en 1999 (Solo para periodistas); desde 2011 ha sido de los redactores civiles de las propuestas de leyes de protección tanto federal, del DF y de otros cinco estados. Fue también miembro fundador de los consejos consultivos de los mecanismos de protección federal y del DF. También fue cofundador y primer director de una asociación civil que pretendió reivindicar al periodista como la persona física que realiza una actividad profesional del interés público, función de la más alta responsabilidad social que debe ser protegida y auspiciada por el Estado, es decir sujeto de protección integral, más allá del amparo policiaco ante riesgos de daños.
El enfermo es otro
Al “peinar” los documentos del diagnóstico sobre el funcionamiento del mecanismo encontró que el termino prevención se usó en 127 veces y el de capacidades 47. Pero en las valoraciones y recomendaciones los vocablos fueron utilizados para las medidas preventivas propias del mecanismo, de su personal, de agentes de procuración de justicia y policiales y/o de personas o grupos amenazados o beneficiarios de la protección de cautela policial.
Todo eso, en resumen, quedó dentro del ámbito del mecanismo. Las pocas referencias a políticas públicas de prevención reales que anotó el diagnóstico de la ONU fueron referentes a las recomendaciones que han hecho al gobierno mexicano otras áreas de Naciones Unidas y de la OEA u otros organismos internacionales para todos los ámbitos de los derechos humanos.
Fue demasiado poco lo de prevención, más allá del mecanismo y su ámbito, que contienen los documentos del diagnóstico. Lo que quedó muy preciso fue en el primer párrafo de la página 10 del informe de 410 páginas:
“… el Mecanismo mantiene su enfoque principal en evitar la consumación del daño (lo reactivo), sin priorizar la atención a las causas que generan el riesgo, que deben ser atendidas a través de acciones políticas y de prevención que permitan anular el origen del riesgo… Es fundamental entender que sin un enfoque de prevención combinado con una actuación dirigida a anular las causas del riesgo no se va a disminuir la necesidad de protección individual y finalmente el Mecanismo se volverá ineficaz e insostenible porque, manteniendo la actual tendencia creciente, para 2024 serían aproximadamente 3,400 las personas beneficiarias acogidas al mismo.”
Pero de eso, no hubo recomendaciones concretas.
— Como que este diagnóstico de la ONU fue resultado de la mirada de dos médicos especializados en dietas y en reumatismo –metaforizaba el reportero– Le faltó el método y enfoques amplios de los internistas; de esos profesionales que todas las enciclopedias médicas definen como los que están preparados para la visión más amplia y “a quienes recurren otros médicos para entender a enfermos complejos cuyo diagnóstico es difícil, porque se encuentran afectados por varias enfermedades.”
Con ese otro enfoque habría que considerar que el enfermo no es el mecanismo sino las vulnerabilidades de periodistas y defensores en un contexto de violencia e irrespeto por los derechos humanos.
Las encuestas más recientes, como la de Parametría, indican que la mayoría de la gente sabe que el trabajo de los periodistas es de alto riesgo y que se necesitan otras medidas del Estado. Eso es lo que debe enfocarse en un diagnóstico completo, de internista.
Lo que faltó
Es muy probable que el reportero esté demasiado empeñado en que la mejor protección a periodistas sea allegarle fortalezas a sus colegas para que protejan bien la información de interés público y a su integridad a la hora de servir a los públicos. Sabe bien que todo reportero que haga bien su trabajo será molesto, incomodo. para quienes infrinjan las leyes o afecten a terceros. Y para eso requiere que el Estado le garantice un entorno de seguridad personal, laboral y social que incluye condiciones para la preparación continua. Es decir, merece en entorno para tener fortalezas profesionales.
Faltaron, según la visión de este reportero, recomendaciones para que el Ejecutivo Federal involucre a todas las autoridades del Estado Mexicano en la aplicación de una estrategia nacional que cambie el modelo o paradigma –como dicen los académicos—de observar el fenómeno de agravios y asesinatos de periodistas y los vea como parte de sus políticas públicas de comunicación social democrática; una estrategia de protección integral al trabajo de los periodistas que ponga por delante su obtención de capacidades, la reducción de sus varias vulnerabilidades. Una estrategia de prevención real.
Esta era la esperanza del reportero al hurgar en el diagnóstico del mecanismo. Y al observar el resultado, además de sentir tristeza por no encontrar lo esperado tuvo que justificar que ese tipo de documentos de una oficina de la ONU no pueden ser exigentes de lo que es necesario sino mantener un estilo circunspecto, recatado, respetuoso, modosito pues.
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Nota.- Para leer el diagnóstico: http://hchr.org.mx/images/doc_pub/190725-Diagnostico-Mecanismo-FINAL.pdf