Se ha puesto reñida la pelea por el segundo lugar. Alito Moreno, por ejemplo, con su proverbial manejo elegante del idioma, ha hecho saber al súbito objeto de los deseos derrotistas, Jorge Álvarez Máynez, que podría prestarle huevos para que cumpla supuestas ofertas de declinar a favor de la también desesperada Xóchitl Gálvez.
Gálvez, que ha elogiado los arranques retóricos del presidente nacional del PRI, aunque ha percibido que estos episodios escandalosos no le benefician, pues pareciera reconocerse que no va por el primer lugar, sino por el segundo o por no caer al tercero (lo cual le ha sido oportunamente señalado por Claudia Sheinbaum), así que ha tratado de situar las explosiones de testosterona tricolor en un plano de forcejeo entre machos, no tanto en el de la batalla entre dos mujeres.
La estrategia del PAN y lo que queda del PRI y del PRD es notablemente irónica, pues eleva a grado de cuasi necesidad patriótica el que la oposición se una, es decir, que se negocien declinaciones para no dividir el voto anti-4T, pero al mismo tiempo se cree que la mejor manera de conseguir tal propósito unificador es llenando cubetas de insultos y descalificaciones para arrojarlas a los naranjas de por sí esquivos porque consideran que su mayor afinidad (actual) de color se da con el guinda.
La pelea entre fosfo fosfo y gelatinismo tuvo ayer mismo otro episodio chusco, que los caros estrategas propagandísticos promueven como una astucia muy redituable: en un video se inicia con frases y colores identificables con el libreto emecista, para dar un giro de tuerca al final en que un personaje de color rosa les advierte a los hipotéticos naranjas que todo lo que dicen hay que hacerlo votando por Xóchitl. N’ombre, unos genios, diría el cuasi priísta José Antonio Meade.
Y, sin embargo, la maquinaria rosa (rosa en tono Claudio X., ha de precisarse) se mueve. No sólo asistirán Gálvez y Santiago Taboada a la concentración en la plaza capitalina de la Constitución (llamada Zócalo), sino que serán oradores principales. Y tan inocultable se asume ya tal conversión de lo apartidista en pripanperredista que la ingeniera hidalguense ha aceptado que ante el Instituto Nacional Electoral tendrá que reportar formalmente tal reunión como acto de campaña.
No hay treta retórica posible: la sociedad civil, los ciudadanos sin partido, los que sólo defendían al INE y al Poder Judicial, supuestamente sin mayor implicación partidista y electoral, quedarán registrados oficialmente como piezas del engranaje de campaña de los tres partidos que decían repudiar.
Sheinbaum, por su parte, pareciera navegar sin mayores sobresaltos, viendo la pelea en la división de ascenso y afinando sus actividades de cierre, en especial la del mero final, que será obviamente en la Ciudad de México, en la Plaza de la Constitución el 29 del mes en curso. Drones, cámaras convencionales, crónicas periodísticas y comentaristas y analistas en cualquier sintonía partidista habrán de competir para tratar de mostrar cuál exhibición de poder fue mayor.
Aunque, a como van las cosas, y a menos que sucediera algo realmente inesperado y sumamente estridente, todo apunta a que el morenismo tendrá una confirmación en las urnas de un sexenio más en la ruta de la llamada 4T (el otro partido de la alternancia de siglas, Acción Nacional, tuvo dos periodos consecutivos en Los Pinos, el foxista de 2000 a 2006 y el calderonista de 2006 a 2012, luego de lo cual volvió el PRI al poder, para luego cederlo ante el gran apoyo a AMLO).
La suerte electoral guinda parece dispareja, y complicada, en Veracruz (donde Rocío Nahle no logra zafarse del golpe patrimonial), en Morelos (donde Margarita González Saravia es afectada por el pésimo gobierno intocado de Cuauhtémoc Blanco) y, en una proporción aún por esclarecerse, en la Ciudad de México, donde la derecha tajadista mantiene esperanzas de extender el negocio a toda la demarcación chilanga. ¡Hasta mañana!
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