Hace unos días, el ruso Oleg Kononenko se convirtió en el humano que más tiempo ha pasado en el espacio. Lleva ya 878 días, casi dos años y medio, acumulados durante cinco misiones a la Estación Espacial Internacional, y aún sigue en órbita. Subió en septiembre del año pasado y no volverá hasta el próximo mes de septiembre, cuando habrá acumulado 1.110 días, más de tres años.

Los viajes espaciales prolongados tienen consecuencias y se han estudiado con precisión gracias a gente como Kononenko. Su trabajo y el de otros como él será muy importante para entender los riesgos y las necesidades de los humanos en los próximos viajes a la Luna y Marte. Se pierde masa muscular y más del 1% de la densidad mineral del hueso por cada mes en el espacio. Al llegar a la Tierra tras medio año en órbita, son necesarios años de recuperación y aumenta el riesgo de fracturarse huesos, de disfunción eréctil o de cáncer por la exposición a la radiación cósmica.

Entre las personas que más tiempo han permanecido en el espacio hay experiencias extraordinarias como la del ruso Sergei Krikalev, que subió al espacio en mayo de 1991 desde el cosmódromo soviético de Baikonur y descendió en marzo de 1992, cuando la URSS se había desintegrado. En los más de 800 días que Krikalev ha pasado en el espacio, por un extraño fenómeno predicho por Albert Einstein, ha viajado 20 milisegundos hacia el futuro.