Carlos Slim, el hombre más rico de México y América Latina y fundador de Grupo Carso, ha puesto negro sobre blanco sus posturas políticas en torno a los últimos Gobiernos en México y ha hablado de sus expectativas del próximo sexenio. Lo hizo a menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales y legislativas, en las que la prominente figura de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México y líder moral de la izquierda, tiene un papel de jugador central. “Este Gobierno fue de transición. Ojalá el [próximo] Gobierno, sea quien sea que gane, sea ya de consolidación”, ha dicho el magnate este lunes en una conferencia de prensa de casi cuatro horas en Ciudad de México. Slim, ingeniero de 84 años y poseedor de una fortuna de alrededor de 100.000 millones de dólares, no suele aparecer ante los medios, pero es sabido que, cuando lo hace, comparte con franqueza sus posturas tanto positivas como críticas respecto de los temas de la agenda nacional. Ese ha sido el tono de esta última comparecencia, en la que ha defendido sus negocios y ha hablado sobre sus coincidencias y contrastes con el sexenio lopezobradorista. Por ejemplo, su respaldo a la división de poderes y a la propuesta de elevar los salarios a maestros y médicos, y su crítica a la inseguridad en el país y a las prerrogativas otorgadas a las paraestatales.
El magnate ha acaparado últimamente los titulares, luego de que López Obrador afirmase en una de sus conferencias matutinas que, en el marco de la elección presidencial de 2018, un grupo de potentados acudió a Slim para pedirle que fuese el candidato único del PRI y el PAN. “Hubo algunas propuestas de varias gentes que no te voy a decir”, ha dicho el empresario a un periodista. “Yo tengo pendiente, cuando acabe este Gobierno, hablar con el presidente de muchas cosas”, ha agregado. Slim ha cultivado una buena relación con López Obrador, ha formado parte de su Consejo Asesor Empresarial y lo mismo suele visitarlo en Palacio Nacional que acompañarlo en viajes por el Tren Maya (una obra en la que sus compañías tienen participación). “Como él dice, diferimos en varias cosas. Ya quedamos de hablar —cuando acabe— de lo que diferimos, empezando por Porfirio Díaz”, ha agregado el magnate. La alusión al dictador que se aferró al poder en el siglo pasado y en cuyo Gobierno irrumpió la Revolución Mexicana arrancó las risas de los reporteros. López Obrador es un férreo detractor de Díaz, al que considera un traidor a la democracia, un representante de las élites y un facilitador del intervencionismo de EE UU. “Yo creo que fue un gran presidente”, ha continuado Slim, “gobernó 30 años, se le fue la mano en lo del tiempo, pero modernizó el país”.
El político
El punto medio entre las críticas y el reconocimiento de ciertas políticas del Gobierno lopezobradorista coloca a Slim a una distancia prudente de los hombres de negocios que abiertamente juegan en contra del Ejecutivo y de su delfín, Claudia Sheinbaum, abanderada presidencial del oficialismo. El magnate ha señalado el problema de la violencia y la inseguridad, “una tarea pendiente que todos estamos esperando que se resuelva”. El empresario ha afirmado que la inseguridad no solo ha dañado las finanzas de su grupo, sino que afectan directamente a los clientes, particularmente a los de telefonía, por el robo de cobre. Slim considera, no obstante, que hay “paz social, no hay confrontación” entre la gente, a pesar de las militancias en uno u otro proyecto político. “Lo único que está circulando negativo es el asunto de la seguridad, pero, fuera de eso, la actitud de la población en general es muy positiva, independientemente de que estén en un partido u otro, o haya malestar o no haya malestar. Salvo el asunto este [de la seguridad], yo creo que todo lo demás está bien y va a seguir muy bien”, ha dicho.
A partir de ese diagnóstico, el empresario sostiene que las elecciones del 2 de junio se llevarán en paz y que no habrá conflictos poselectorales que pongan en riesgo la democracia. “Llevamos 90 años de cambios de poder pacíficos, yo no veo que en la elección, gane quien gane, pudiera haber una confrontación, o un problema delicado en cuanto a que no se reconozca el triunfo. En ese sentido, no tengo una preocupación”, ha concedido. Slim, que dice conocer personalmente a Sheinbaum y a Xóchitl Gálvez, la abanderada de la coalición opositora, ha destacado su “sorpresa de que por primera vez nos gobierne una mujer. Esperemos que lo haga bien”. De las dos aspirantes ha hecho comentarios positivos: “Yo creo que las dos son muy comprometidas y se ve que tienen entusiasmo de llegar a gobernar, lo cual ya implica mucho compromiso, valor y deseo de hacer las cosas bien”.
Slim ha asegurado que López Obrador ha respetado a las empresas, aun cuando el presidente tiene la convicción de que el Estado debe participar en sectores como la aviación, las telecomunicaciones y la banca. “Lo importante es que ha respetado al sector privado. Yo creo que el sector privado está trabajando bien”, ha dicho. El magnate ha destacado que, durante los primeros años del sexenio, López Obrador cuidó la inflación, las finanzas públicas y el presupuesto, y aumentó la recaudación sin crear nuevos impuestos. “Yo creo que todo eso fue un trabajo que los empresarios estamos de acuerdo, yo creo que en general eso fue muy sano”, ha dicho.
El mexicano más rico del mundo ha señalado que está de acuerdo en que el Estado compita con los particulares “en condiciones semejantes”, aunque ha aclarado que, para él, el sector privado es “más eficiente, porque lo hace de manera profesional al 100%, no tiene un sesgo político que lo define”. Así, se ha posicionado en contra del Estado como administrador, una reflexión importante en un hombre que se benefició de la privatización de Teléfonos de México (Telmex) en 1990. “Yo tengo una convicción que choca un poco con lo que se dice en el Gobierno: ¿quién crees que sea más eficiente y conozca más cómo manejar recursos humanos, financieros y materiales? ¿El empresario o el político?”, ha cuestionado Slim a un periodista. “Yo creo que es el empresario”, ha dicho él mismo. “Cuando dicen que las empresas del Estado son muy buenas, ¡son una mugre, mano! Duran dos años los directores de Pemex; en los tres sexenios anteriores [duraban] dos años. No puede haber una empresa en la que cambies de director cada dos años. Ese fue el Pemex de Fox, el de Calderón, el del anterior sexenio [de Peña]”. Ha añadido que Peña heredó a López Obrador una petrolera muy endeudada y con bajos niveles de producción.
Slim ha opinado que ha sido “un exceso” el reparto de tantas responsabilidades a los militares (cuyas labores van de la construcción de obras públicas a la administración de aeropuertos y puertos, además de la seguridad pública). “Yo creo que las Fuerzas Armadas son excelentes, pero creo que es demasiado. Por ejemplo, cuando se invitó a que participen en la construcción, fue muy bueno, porque […] han resultado algunos ingenieros militares excelentes, y es mejor que muchos soldados, en lugar de estar en el cuartel, estén trabajando”, ha señalado. Aun cuando ha afirmado que los ingenieros militares destacan en ejecución y rapidez, ha asentado: “Que los estemos metiendo en tantas cosas es un exceso”.
Sobre el paquete de 20 reformas enviado por López Obrador al Congreso la semana pasada —que incluye cambios al Poder Judicial, a la Guardia Nacional y al sistema de pensiones—, Slim ha afirmado que “hay unas cosas muy buenas y otras regulares”. El empresario ha encomiado que en el actual Gobierno haya señales de división de poderes, pues, a pesar de la fuerte confrontación de López Obrador con los jueces, la Suprema Corte de Justicia ha sido un contrapeso independiente, a diferencia de lo que ocurría en sexenios pasados. “Se me hace estupendo que los tres Poderes del Estado tengan diferencias. Que la Suprema Corte decida una cosa distinta al Ejecutivo no era usual. No solo no era usual, no se hacía. Había una influencia enorme del Ejecutivo en el Judicial. Se me hace extraordinario que ahora el Poder Judicial decida cosas que están en contra del Ejecutivo”, ha indicado.
El magnate ha mencionado otros puntos en común y de contraste con López Obrador. Ha respaldado, por ejemplo, el impulso del derecho a internet, o la exigencia al Gobierno de Estados Unidos de invertir en los países de América Latina y el Caribe para contener la migración, pero se ha apartado de la reforma para incrementar las pensiones de los trabajadores y se ha opuesto a la reforma para reducir la jornada laboral a 40 horas semanales.
De Telmex a la caza del ‘oro negro’
A sus 84 años, Slim se ha dado tiempo para desgranar minuciosamente su historia empresarial. Una trayectoria que pasa de la fundación de Jarritos del Sur en 1965 al emporio en telecomunicaciones de América Móvil. Como él mismo ha contado, su constelación de empresas comenzó con tres compañías: Inversora Bursátil —hoy, Grupo Financiero Inburs— e Inmobiliaria Carso. Un comienzo que se consolidó a partir de la década de los ochenta a través de un puñado de compras estratégicas: Cigatam, Sanborns, Minera Frisco, entre otras firmas.
Lejos de los ecos de favoritismos y de privilegios que le achacan por su cercana relación con el presidente López Obrador, Slim ha defendido las inversiones que ha realizado durante años en el campo de telecomunicaciones y que tuvieron como punto de partida la compra de la entonces paraestatal Teléfonos de México (Telmex) por 8.615 millones de dólares en 1990. A 34 años de esta privatización, el empresario afirma que Telmex lleva una década en números rojos y sin arrojar dividendos debido a las barreras de competencia que les impiden ofrecer televisión de paga y al lastre que supone el pasivo laboral: “Somos la única empresa en el mundo que no tiene servicio de televisión de paga. Telmex ya no es negocio”, ha advertido.
El empresario ha precisado que no venderá Telmex porque se ha comprometido con su familia a que siga siendo una empresa mexicana, y ha anunciado que seguirán invirtiendo en fibra óptica para no perder más mercado. “No voy a vender Telmex porque es mexicana, si no, ya lo hubiéramos vendido. Yo quedé con mis hijos en que no la íbamos a vender”, ha comentado.
La voluntad del grupo por retener a Telmex dentro de su cartera de negocios pasa forzosamente por resolver el peso del pasivo laboral valuado en 270.000 millones de pesos. Slim reconoce que, aunque se puso sobre la mesa el intercambio de pasivo de trabajadores por acciones de Telmex para disminuir este lastre, el plan se truncó ante la negativa del fisco mexicano de condonar el gravamen sobre estas acciones y así no perjudicar a los trabajadores. El reflotamiento de las finanzas de Telmex, que ahora se auxilia con las ganancias de sus filiales, aún es un asunto por resolver para el ingeniero.
Cuestionado sobre el portafolio de proyectos públicos que han ganado durante este sexenio, Slim asegura que los planes corresponden a sexenios anteriores, y afirma que durante esta Administración solo les han adjudicado un 90% del Tramo 2 del Tren Maya. “No veo qué beneficio tengo en este Gobierno”, ha resumido.
De las alturas de las torres de telecomunicaciones, el empresario ha ampliado su portafolio a las profundidades del fondo marino. Frente a los medios de comunicación, el hombre más rico de México ha hecho hincapié en que seguirá evaluando las opciones de negocio para incrementar su participación en el sector petrolero. En este momento, Slim tiene una participación relevante en el megayacimiento Zama, en sociedad con la estadounidense Talos Energy.
Con más de 50 años en la escena pública por su actividad empresarial, el hombre más rico de México y América Latina ha sabido jugar con los pesos y contrapesos de cada Gobierno, una distancia estratégica que le ha permitido ser escuchado en Palacio Nacional al tiempo que consolida los ingresos de sus negocios y su fortuna.