Las autoridades analizan la droga que las empleadas del Black Royce presuntamente ofrecieron a la víctima Daniel Alonso Viña

La Fiscalía del Estado de México investiga como un homicidio la muerte del empresario Íñigo Arenas Saiz, cuyo cuerpo fue encontrado sin vida este domingo a la salida del Black Royce, una discoteca en el municipio de Naucalpan que está en el punto de mira de las autoridades. Al principio, sus dueños se deslindaron de la responsabilidad y aseguraron que la víctima solo había bebido agua en su local y que le ayudaron cuando se empezó a sentir mal. Sin embargo, el martes la policía detuvo a seis empleados del establecimiento y, en el comunicado emitido este jueves, asegura que están siendo investigadas por su responsabilidad en la muerte del empresario, que falleció por broncoaspiración después de que su cuerpo entrara en colapso por el alcohol que había consumido y las drogas que presuntamente le suministraron.

En un comunicado inusualmente detallado sobre los hechos de aquella noche, la Fiscalía cuenta que los empleados del local llevaron a la víctima a una sala privada en la planta baja del local, donde estuvo acompañado de cuatro bailarinas contratadas del Black Royce. Se llaman Aritzi Abril, Ana Karen, Cecilia y Ana Karen de nuevo, según los nombres que ha proporcionado la autoridad. Estas mujeres “ordenaron bebidas y suministraron sustancias a la víctima”, que todavía están siendo investigadas por la Fiscalía para determinar su procedencia. Después, Arenas paga una cantidad desorbitada por las cuatro botellas que ordenaron, 40.000 pesos según Milenio, y sigue en el local.

Transcurridos aproximadamente 40 minutos desde que pagó, una de las mujeres dijo al encargado de la seguridad que la víctima se encontraba “mal” y que se había puesto “morado”. Las autoridades aseguran, según los testimonios recabados, que un empleado le realizó una Reanimación Cardio Pulmonar (RCP), pero no funcionó, Arenas seguía inconsciente, así que llevaron el cuerpo hasta la puerta de emergencia del local y llamaron al servicio de emergencias. La víctima no tenía su teléfono encima. Fue apagado a las 5.09 en la alcaldía Miguel Hidalgo y encendido de nuevo a las 6.41 del mismo domingo en Santa Martha Acatitla, lejos de donde estaba el cuerpo de Arenas.

La causa de muerte es broncoaspiración. Las vías respiratorias del empresario se obstruyeron con el contenido de su propio estómago, en el que había alcohol y sustancias químicas, que son claves para la investigación. La hipótesis que manejan las autoridades es que las empleadas del local le drogaron para limitar su capacidad de actuación y poder robarle los 40.000 pesos que le quitaron de la cuenta. Pero, presuntamente, se propasaron con la cantidad de droga suministrada, porque Arenas ya se encontraba en muy mal estado. Todo eso “limitó su conciencia, funciones motoras” hasta el punto de que eso podría haber “propiciado su deceso”.

En la habitación donde estuvo el fallecido se encontraron pastillas y sobres con cocaína, recipientes para aplicación de gotas y grabaciones que hacen a las autoridades pensar que en el lugar se cometían actos ilícitos cometidos “en otras ocasiones”. Además de las mujeres, también fueron detenidos Eduardo y Carlos Daniel, trabajadores del establecimiento. Varios medios de comunicación han estado compartiendo información sobre una supuesta mafia de mujeres bailarinas de Ciudad de México que se aprovechaban del estado en el que llegaban sus clientes a este tipo de discotecas para drogarles y extorsionarles.

Íñigo Arenas era un empresario de 41 años padre de familia y esposo que trabajaba, según su perfil de LinkedIn, como director de operaciones de Feher Consulting, una consultoría de negocios y franquicias fundada en el año 2002 y con sede en la alcaldía Miguel Hidalgo. La empresa emitió un mensaje donde lamenta el fallecimiento de su compañero, que primero fue declarado como desaparecido el pasado domingo, cuando no regresó a casa después de estar de fiesta. Las grabaciones que han surgido del caso lo localizan en el bar República, en la Avenida Masaryk, en la colonia Polanco, una de las más ricas de Ciudad de México. Desde allí se desplazó en taxi, alrededor de las tres de la madrugada, hasta el Black Royce, donde presuntamente las empleadas le drogaron, le quitaron el dinero de su cuenta y donde terminó falleciendo.