El presidente ruso, Vladímir Putin, recibe al mandatario de Burundi, Évariste Ndayishimiye, en la cumbre Rusia-África en San Petersburgo, el 27 de julio. Foto: MIKHAIL METZEL / TASS HOST PHOTO (EFE)

Tras las protestas de la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea y varios países en desarrollo por la salida unilateral de Rusia del acuerdo del mar Negro; después del bombardeo sistemático que, desde entonces, Moscú ha lanzado contra los puertos ucranios de los que partía de manera segura el cereal, Vladímir Putin ha encontrado la fórmula para evitar aparecer como culpable de una crisis alimentaria global y, de paso, tratar de forjar alianzas con algunos de los países más desfavorecidos y afectados por ella. El presidente ruso ha aprovechado la cumbre Rusia-África que se celebra este jueves y el viernes en San Petersburgo (Rusia) para ofrecer decenas de miles de toneladas de cereales de manera gratuita a estos países a lo largo de los próximos meses. También ha cargado contra lo que ha calificado de “hipocresía de Occidente” por prohibir las exportaciones de grano ruso debido a las sanciones impuestas por la guerra.

Durante su discurso en la cumbre, a la que asisten 49 delegaciones de países africanos y 17 jefes de Estado de la región (menos de la mitad de los líderes que acudieron a la última edición, en 2019), el presidente ha asegurado que Rusia espera para este año una cosecha récord de cereal que le permitirá sustituir las exportaciones de grano ucranio, tanto desde el punto de vista comercial como en concepto de ayuda humanitaria. “Estaremos preparados para suministrar a Burkina Faso, Zimbabue, Malí, Somalia, República Centroafricana y Eritrea entre 25.000 y 50.000 toneladas de cereal gratuito en los próximos tres o cuatro meses”, ha afirmado Putin, que ha añadido que el envío de la mercancía también sería gratuito.

El anuncio se produce apenas semana y media después de que el Kremlin anunciara que abandonaba unilateralmente la iniciativa del mar Negro, el acuerdo auspiciado por Naciones Unidas y Turquía para garantizar un corredor marítimo que permitiera sacar el grano de manera segura desde puertos ucranios. El acuerdo tenía como objetivo garantizar la seguridad alimentaria global, impidiendo el aumento de precios de los alimentos que se produjo tras la invasión, en febrero de 2022, y que afectó, sobre todo, a la población de los Estados más desfavorecidos. Varios países en vías de desarrollo protestaron por la retirada de Moscú. También el Gobierno de Estados Unidos, la Unión Europea o el secretario general de la ONU, António Guterres, que avisaron de que podría provocar sufrimiento a millones de personas en los países más necesitados.

“Centenares de millones de personas pasan hambre y los consumidores se enfrentan a una crisis mundial del coste de la vida”, aseguró Guterres mediante un comunicado tras conocerse la suspensión del acuerdo. “Ellos pagarán el precio”, lamentó.

Desde entonces, Moscú ha bombardeado durante 10 días consecutivos los puertos de Odesa y Mikolaiv, de los que partían los cargueros llenos de cereal cuando el pacto estaba vivo. El último ataque se ha producido la madrugada de este jueves, cuando misiles Kalibr han causado la muerte de un guardia de seguridad y provocado daños en una terminal de carga. Hasta el miércoles, esta ofensiva del Kremlin contra el grano ucranio había dañado un total 26 infraestructuras portuarias destinadas al cereal y cinco barcos civiles, según afirmó el viceprimer ministro ucranio, Olexandr Kubrakov. El Kremlin, además, ha amenazado con considerar objetivo militar a cualquier embarcación que salga de esos puertos y ha llegado a golpear incluso explotaciones agrícolas.

Una imagen “paradójica”
Sin embargo, en su alocución de hoy, Putin ha sostenido que el 70% del cereal exportado desde los puertos que ahora trata de destruir fue a parar a países ricos o con una renta per cápita por encima de la media, incluida la Unión Europea. “Nos encontramos ante una imagen paradójica”, ha asegurado el presidente ruso. “Por un lado, los países occidentales están obstaculizando el suministro de grano y fertilizantes [mediante las sanciones impuestas a Rusia]; por otro, esos países nos culpan de manera hipócrita por la actual situación de crisis en el mercado alimentario global”.

Esta misma mañana, antes de que se conociera el anuncio de Putin, el secretario de Estado de EE UU, Antony Bliken, había animado a los países asistentes a la cumbre a exigir respuestas a Putin sobre la crisis alimentaria que Washington atribuye directamente a la invasión rusa de Ucrania. “Ellos saben exactamente quién es responsable de la situación actual”, ha dicho Blinken. “Espero que Rusia escuche claramente ese mensaje por parte de sus socios africanos”.

En un año, la iniciativa del mar Negro permitió la salida desde puertos ucranios de 33 millones de toneladas de grano, según el organismo de la ONU que supervisaba el acuerdo. La mitad de esa cantidad fue a parar a países en desarrollo y una parte se dedicó a ayuda de emergencia. Este año, el 80% del grano para el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas procedía de Ucrania. El pacto contribuyó a estabilizar los precios de los alimentos a nivel global tras la subida provocada por el conflicto. Pese a la presión internacional, Moscú anunció que se negaba a prorrogarlo el pasado 17 de julio.