Jean Meyer da un recorrido por más de mil años de las iglesias en Rusia en su nuevo libro. Foto: Cortesía Siglo XXI Editores/Antonio Díaz

GUADALAJARA.- Una radiografía de la espiritualidad rusa, un recorrido por más de mil años de las Iglesias presentes en “todas las Rusias” y los desafíos que han enfrentado. Es lo que entrega el geógrafo e historiador Jean Meyer (1942) en Historia religiosa de Rusia y sus imperios (Siglo XXI), su libro más reciente.

Rusia ha crecido como imperio desde el siglo XVI, a partir de Moscú. Primero fue la gran Moscovia, luego el imperio de los zares, luego la Unión Soviética, que podemos considerar un imperio porque fue multinacional, multiétnico y multilingüístico. Y uno de los factores esenciales del imperio, con excepción del soviético, fue la fe religiosa, la ortodoxia”, comenta en entrevista con Excélsior.

El maestro por la Universidad de la Sorbonne explica que en español no hay un libro equivalente. “Por eso sentí que era necesario. Es un tema que percibo desde hace muchos años, el de religión
y sociedad”.

Cuenta que hace años escribió La gran controversia entre las Iglesias católica y ortodoxa, “para entender por qué esas dos iglesias cristianas, que comparten absolutamente los mismos dogmas, la Trinidad, la Virgen, la divinidad de Jesucristo, y los sacramentos, están separadas desde hace mil años y por qué la reunión ha sido imposible. Esto me llevó a la presente investigación”.

El francés naturalizado mexicano en 1979, especialista en la guerra cristera, que se llevó a cabo de 1926 y 1929, asegura que “la vivencia religiosa del cristianismo oriental ha moldeado la identidad rusa; y también la de Ucrania y Moldavia, que hoy son naciones independientes, pero que pertenecen al mundo eslavo oriental y poseen una mayoría ortodoxa.

El libro empieza en el siglo IX, pero termina en diciembre de 1991, cuando cae la Unión Soviética. Iba a necesitar unas 200 cuartillas más para contar los últimos 30 años. Mejor corté y escribiré un segundo tomo para contar qué pasó con la religión después de la separación de la URSS y tras la guerra contra Ucrania, que tiene una dimensión religiosa”, agrega.

Sobre la singularidad de la espiritualidad rusa destaca que “en el mundo imperial ruso encontramos al cubo todas las posibilidades positivas y negativas del cristianismo. Lo mejor y lo peor del cristianismo lo tenemos en la Iglesia católica; pero, en el caso de los rusos, es excesivo en todo, para bien o para mal. Tenemos los efectos más hermosos de espiritualidad, el arte de los iconos ortodoxos, pero también la intolerancia absoluta”.

Quien realizó estudios de posgrado y un doctorado de Estado en la Universidad de París, dedica “un gran capítulo” a lo que sucedió con la religión durante el comunismo soviético.

El poder bolchevique, que después se institucionaliza en poder soviético, le declaró la guerra desde el primer día de 1918 y hasta 1987, cuando empieza la perestroika.

Todos los gobiernos soviéticos, cambiando de táctica, han tenido el mismo fin de erradicar la religión, todas las religiones, siendo la ortodoxa la más grande, pero también las minorías protestantes, los judíos y los musulmanes”, detalla.

Destaca la destrucción de sinagogas, mezquitas y templos. “La Iglesia ortodoxa ha sufrido un martirio sin comparación. Entre 1918 y 1939 tuvo 200 mil mártires, de los cuales 50 mil fueron sacerdotes y monjes laicos y 220 obispos muertos en el gulag. Esto marcó a Rusia”, señala.

El autor de La Cristiada, estudio pionero que se publicó hace 50 años, por lo que Siglo XXI acaba de lanzar una edición conmemorativa en tres volúmenes, está convencido de que “la religión, que en el pasado ha marcado al pueblo ruso y a las naciones ortodoxas, hoy vuelve a ser un factor muy importante en la vida cotidiana y política”.

Agrega que “en Ucrania había varias iglesias ortodoxas que, muy posiblemente se van a unir, porque van a cortar con Moscú. Ya que, aunque reconocen la autoridad del Patriarca de Moscú, cuando la agresión militar de Vladimir Putin recibe la bendición del Patriarca, quien dice que los soldados rusos que van a morir en esta guerra se irán al cielo, pues es una guerra santa contra el mal, ya no les gustó la situación”.

Esto lo abordará Jean Meyer en un segundo volumen.