La escritora Luisa Valenzuela y la editora Marisol Schulz durante el sexto día de actividades de la FIL de Guadalajara. Foto: Cortesía FIL Guadalajara

GUADALAJARA.- Lectora omnívora, filósofa, ensayista, directora de cine y teatro, fotógrafa, la estadunidense Susan Sontag (1933-2004) quería ser, sobre todo, una escritora de ficción, confesó anoche la narradora argentina Luisa Valenzuela.

Ella escribió excelentes novelas. Pero no fue alguien feliz en su vida, sólo en ciertos momentos. Creo que hubiera sido feliz con la ficción”, comentó quien entabló una amistad cercana con Sontag durante los diez años que vivió en Nueva York, a donde llegó en 1979 huyendo de la dictadura de su país.

En una charla informal, en el sexto día de actividades de la 36 Feria del Libro de Guadalajara, Valenzuela y la editora mexicana Marisol Schulz compartieron sus vivencias con esta polémica intelectual.

Una de las críticas que le han hecho a Susan es la seriedad con la que se conducía, pero ella lo hacía para excluir la liviandad y la banalidad. No se le veía con buenos ojos, se le criticó con injusticia; esas opiniones eran motivadas por el miedo a una mujer inteligente”, destacó Valenzuela.

Era un ser con una ternura enorme. A mí me puso, como a varios escritores, en el mapa literario norteamericano con mucha generosidad. Era un tanto insegura, muchos huían de su amistad, pero era muy humana”, añadió la autora de Cola de lagartija.

Por su parte, Schulz narró que Susan Sontag era una mujer que imponía. “Una vez, cuando era editora de Alfaguara, la llamé para preguntarle una duda y le hablé con timidez. Me dijo que la llamara cuantas veces fueran necesarias, pero ya no me volví a animar”, indicó.

La directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara evocó los diarios de Sontag. “Son los diarios de una pequeña que va creciendo y quien a los 16 años ya se sabe una intelectual. Susan padeció varias enfermedades. Pero se volvió la esencia de la vida norteamericana”.

Hija de una madre alcohólica, narró Luisa Valenzuela, se formó ella sola como intelectual. “Su temor es que íbamos a perder la alta literatura con las redes sociales. Pero, afortunadamente, la literatura se ha salvado”.

La recuerda como una viajera empedernida, que improvisaba discursos brillantes y le gustaba la comida japonesa. “En ciertas ocasiones, tomábamos sake a lo bestia, pero es cuando charlábamos mejor”.
ag fue una de las voces más críticas de su país, que no calló sus opiniones sobre los ataques a las Torres Gemelas y su desacuerdo con el presidente estadunidense George Bush, aunque llegó a recibir fuertes amenazas. “Fue una mujer ejemplar”, concluyeron Luisa Valenzuela y Marisol Schulz.