Varios barcos se concentran en la parte profunda del lago Oroville, en septiembre de 2021. JOSH EDELSON (AFP)

Sequía, año cuatro. El viernes se cerró un año más del ciclo hídrico de California. El 1 de octubre es el primer día del nuevo calendario para los expertos en el Estado. Es el inicio de la temporada de lluvias. Estos se han visto obligados a rebajar el optimismo. Como si se trataran de un Punxsutawney Phil, la marmota que anticipa el fin del invierno, los meteorólogos del Servicio Nacional del Clima han pronosticado este lunes un año más de escasez y dificultades. Esto alarga la apremiante situación que sufre la entidad más poblada de Estados Unidos desde hace tres años, los más secos que se han registrado nunca, superando el periodo de 2013 a 2015, una emergencia que culminó con una sorprendente y torrencial lluvia de invierno.

“Debemos adaptarnos a nuestra nueva realidad climática”, ha dicho este lunes la directora de Recursos Hídricos de California, Karla Nemeth. Mediante un comunicado, la funcionaria hizo un repaso de las condiciones extremas que ha vivido la región en las últimas semanas. Han convivido intensas y largas olas de calor con copiosas lluvias, que solo han beneficiado partes aisladas sin revertir la condición de sequía que se ha enquistado en esta potencia agrícola.

Estas lluvias han dejado a dos de las reservas más importantes de California, los lagos Oroville y Shasta, en mejores niveles que los documentados un año antes, en 2021. Aun así, ambos cuerpos están en 40% y 30% de su capacidad respectiva, por debajo del promedio. Muy lejos de lo que recomiendan los expertos de la Comisión de Aguas. El lago Mead también sufre niveles alarmantemente bajos. Las autoridades han advertido que si el nivel del agua baja 45 metros podría causar que la presa Hoover deje de funcionar.

El año hídrico que fue 2022, medido desde el 1 de octubre de 2021 al 30 de septiembre de 2022, terminó con una precipitación del 76% del promedio. Esto impulsado por las lluvias de septiembre, un mes que vio dos eventos climáticos “extremadamente poco frecuentes”: una banda de lluvia que dejó en el sur de California el huracán Kay, en el Pacífico, y una tormenta originada en Alaska que ocasionó precipitaciones en la región del centro y norte del estado.

El sistema de reservas está al 69% de su capacidad, una cifra insuficiente si se considera que el 95% del territorio californiano sufre una sequía extrema, excepcional o severa, las tres peores categorías, de acuerdo al Departamento de Agricultura, que monitorea el fenómeno.

Octubre pasado comenzó con lluvias y nevadas en las cadenas montañosas, un crucial proceso que ayuda a la entidad a tener un constante abastecimiento de agua a lo largo de los meses. Esto se extendió hasta diciembre. Poco después, la entidad fue testigo de los eventos climáticos extremos que se han hecho habituales. Al extenso periodo húmedo siguió, de enero a marzo, el trimestre más seco de la historia en más de un siglo. 2022 terminó siendo más seco y cálido que 2013, otro año marcado en los anuarios por sus condiciones inhóspitas. Si se suma a los dos años anteriores se obtiene el periodo más seco desde 1896, el año que comenzaron los registros climáticos.

“Nos preparamos para una sequía continua… y planeamos un futuro donde veremos menos precipitaciones y más lluvia que nevadas”, continúa la alerta emitida por Nemeth. Los expertos, además, han explicado que el fenómeno de La Niña, un sistema de alta presión que lleva instalado dos años en la parte tropical del Pacífico, podría profundizar las condiciones secas en el ambiente.

El Centro de Coordinación Geográfica, un grupo conformado por varias organizaciones gubernamentales, también ha advertido de la situación incierta que se aproxima. “La lluvia del verano solo fue un brillo momentáneo dentro de un patrón muy seco que es muy probable que continúe durante el invierno”, indica el centro, que también ha advertido del “gran potencial” de que se presenten grandes incendios forestales durante el invierno debido a lo seco de los combustibles como hojas y hierbas y la falta de lluvias.

El panorama ha obligado a las autoridades a adelantar este lunes que no se descartan nuevas y más exigentes medidas de conservación de agua que complementen a las anunciadas el verano. Esto significa que los condados y los complejos sistemas hídricos que abastecen a las zonas urbanas y agrícolas recibirán menos agua de la solicitada. Algunos han recibido solamente el 5% de lo que pidieron, lo que obligó a que varios alcaldes pusieran en marcha draconianas medidas de ahorro que impiden regar o usar agua en exteriores. Los campesinos tuvieron que sacrificar 200.000 hectáreas de algunos de los cultivos más importantes de California: almendras, tomates y uvas.

El gobernador Gavin Newsom ha pedido a la ciudadanía recortar un 15% el uso del agua en las residencias. Los californianos solo han ahorrado un 4% del suministro desde que el demócrata inició el programa, en el verano de 2021. Las autoridades destacan que el tono de alarma ha calado. En julio, el último mes con cifras disponibles, el ahorro comparado con 2020 fue de 10,5%. En las próximas semanas pueden llegar medidas aún más estrictas.