Emmanuel Macron y Marine Le Pen, en el debate electoral del miércoles.

Cinco expertos en política francesa y analistas políticos de Agenda Pública comparten su opinión sobre quién ha ganado el único debate electoral de la campaña de las presidenciales de Francia, cuya segunda vuelta se celebra el domingo. El presidente y candidato centrista, Emmanuel Macron, favorito en las encuestas, se ha enfrentado a la aspirante de extrema derecha, Marine Le Pen, que por primera vez observa la posibilidad de llegar al Elíseo.

1. Bernardino León Reyes, profesor asociado en el Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po)
La ganadora ha sido Marine Le Pen. Los debates presidenciales de segunda vuelta no se ganan robándole votos al rival, sino siendo el candidato que más abstencionistas moviliza. En cuanto al tono, Marine Le Pen ha ganado este debate por dos motivos. En primer lugar, ha logrado evitar los errores de 2017 que la llevaron a parecer una candidata histriónica y radical. En este debate, sin embargo, ha presentado una plataforma más “razonable” a ojos de los franceses, como se puede ver en las propuestas tangibles que ha hecho (como el transporte público para menores de 25 años) y la moderación de sus propuestas más controvertidas (como criticar algunos programas comunitarios en lugar de abogar por una salida completa de Francia de la Unión Europea, como defendía en 2017).

Por su parte, Macron no ha logrado corregir el principal motivo por el que despierta antipatías —su arrogancia—, algo que difícilmente le ayudará el domingo. En cuanto a la lucha de ideas, Le Pen ha aguantado bien en aquellos terrenos donde Macron tenía ventaja, como el de la transición ecológica o la política internacional, mientras que ha arrollado en sus temas: la migración y la seguridad. Como ha demostrado la ciencia política, el centro-derecha no puede competir con la derecha radical cuando imita sus argumentos (justo lo que ha hecho Macron estos últimos cinco años). Con este debate, Le Pen tiene posibilidades de lograr movilizar a más abstencionistas que Macron.

2. Javier Carbonell, profesor asociado en el Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po)

El triunfo es para Macron. Tanto el presidente como Le Pen iban a la caza del votante de Mélenchon [Jean-Luc, el candidato izquierdista que quedó tercero en la primera vuelta], que en realidad está compuesto por dos animales muy distintos. Por un lado, Macron necesitaba “redemonizar” a Le Pen para asegurarse de que el votante más educado, urbano y “bobó” (acrónimo de burgués bohemio en francés), que ya pensaba votarle, no se abstenga. Sus críticas a Le Pen sobre su dependencia económica de Putin, su posición sobre Europa y su “climatoescepticismo” parece que serán suficientes para movilizar a este electorado. Por otro lado, Le Pen lo tenía más difícil: necesitaba que el votante de corte más popular, obrero y anti-establishment de Mélenchon se movilice en su favor. Por esto, ella ha concentrado su discurso en identificarse con el sufrimiento de los franceses y en el balance social de Macron, al que ha culpado, por ejemplo, del incremento de la pobreza. Le Pen ha logrado parecer más cercana y más presidencial, pero sin llegar a inspirar demasiado. El nivel de tecnicismo de la discusión, que a veces parecía intencionado para que los oyentes abandonaran el debate, nos deja un resultado mucho más equilibrado que en 2017. Un equilibrio que beneficia al presidente ya que, al final, los debates no consisten tanto en movilizar a los abstencionistas como en evitar que los movilizados se abstengan.

3. Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid
La ganadora ha sido Le Pen. Aunque Macron se ha mostrado más solvente, y con un mejor conocimiento de los distintos temas, ha tenido una actitud de desdén permanente ante su adversaria evidenciado a través de un lenguaje no verbal, que podría haber jugado en su contra al mostrar una evidente arrogancia. Macron ha defendido de manera correcta su gestión, pero desde una posición reactiva ante las intervenciones de su oponente, lo que le resta eficacia.

Le Pen, con un discurso más vago, ha sido más eficaz entre sus potenciales caladeros de voto. Le Pen se dirige de manera muy clara a las clases populares y colectivos vulnerables. Busca abiertamente el voto de la izquierda en liza. Se ha presentado ante ellos como la candidata sensata, la del ciudadano francés de la calle. Ha utilizado para ello un discurso predecible sostenido sobre el patriotismo francés. Ha criticado la uberización de la economía, los bajos salarios o la pobreza a través de un discurso estudiadamente moderado para no asustar al votante. Sus principales puntos débiles: las relaciones con Moscú y su vaguedad en los temas más técnicos, que no han sido suficientemente aprovechados por Macron. Macron no ha logrado movilizar el voto de Mélenchon, decisivo en las elecciones del domingo. En este sentido, Le Pen ha sido mucho más eficaz y sale reforzada del encuentro.

4. Lianne Guerra, analista y editora de Le Grand Continent
Emmanuel Macron volvió a salir airoso en este debate: puso a Marine Le Pen frente a sus incoherencias ―el escepticismo climático, la justificación de su postura frente a la guerra en Ucrania, su condición de rehén en virtud del préstamo de un banco próximo al Kremlin y el voto contra el tope tarifario para evitar las subidas de precios del gas―. La discusión profusa sobre primas, salarios y poder adquisitivo puso de manifiesto la arrogancia macronista; pero el uso de la complejidad, que tan bien controla Macron, terminó caricaturizando a Le Pen y sometiendo su programa a escrutinio constante. “Los territorios de ultramar no son asuntos internacionales”, estocada mortal macronista en medio de la defensa de la política exterior. El contraataque vino cuando Le Pen, durante el debate sobre la educación, atisbó a decir: “En su visión, todo se detiene en las grandes ciudades”.

En contraste con 2017, cuando se mostró humanamente frágil y agresiva, Le Pen logró mantener cierta credibilidad presidencial haciendo uso de la calma, pero sin llegar a la altura de la solidez pedagógica de Macron. La determinación de Le Pen no bastó para afilar su argumentario migratorio y su defensa de la laicidad. En definitiva, la seguridad de Macron, con ofensivas precisas, logró arrumbar a Le Pen sobre las reformas institucionales y programáticas, poniendo en evidencia su moderación impostada y la sencillez de su proyecto ante un panorama de interdependencias crecientes.

5. Juan Rodríguez, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia
Ha ganado Macron. Los estudios indican que el público francés tiende a considerar ganador a aquel candidato que iba primero en las encuestas. Por eso, los debates suelen ser inocuos, o bien refuerzan las tendencias previas. Este era un debate más difícil para el presidente que el de 2017: llegaba desgastado, y habiendo perdido el beneficio de la duda. Le Pen conocía sus propios puntos débiles y debería a priori haber evitado los errores de hace cinco años. Por ello, se esperaba un debate más igualado. Pero Le Pen ha seguido evidenciando muchos de los defectos del anterior encuentro: poco conocimiento de las políticas y pobre capacidad de réplica ante el adversario. Seguramente, sus posiciones derechistas no eran las más propicias para criticar el modesto balance social de Macron, su principal debilidad, algo que Mélenchon hubiera aprovechado mejor. En contraste, Macron ha demostrado un conocimiento galáctico de los temas, y una manifiesta superioridad intelectual y dialéctica, que a veces se tornaba en arrogancia. Esto no le permitirá recuperar los votantes que le reprochan, precisamente, esos rasgos elitistas, pero sí será bien recibido por aquellos que siguen apoyándolo. Y con ello, Macron probablemente mantendrá la ajustada mayoría que hoy siguen pronosticando las encuestas.