Washington Corozo, el hombre de la mancha

Desde niño tuvo dos características, la velocidad y una mancha en el cuerpo. El ecuatoriano es un jugador al que la afición de Pumas le rinde cariño por su fuelle

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Ese chico no paraba de correr. Cuando Roberto Arroyo, coordinador de fuerzas básicas de Independiente del Valle lo vio por primera vez, le notó una capacidad innata, “la velocidad. Corre muy bien y conduce la pelota con rapidez, creo que esa fue siempre su principal virtud”.

Años después, en la cancha de Ciudad Universitaria más parecida a un caldero, Washington Corozo correrá dos veces en contragolpes de latigazo para fulminar al Monterrey y dar a Pumas una victoria de epopeya, pero sobre todo, para entrar de lleno en el corazón del aficionado.

Hay que remontarse a 2010, cuando Corozo desembarcó desde Guayaquil a Sangolquí cerca de Quito. Era un chico tímido, callado y que tenía una mancha. “Así me lo presentaron, me dijeron que le llamaban Manchita. Es por un lunar que tiene en el cuerpo. Ya cuando uno está en el vestidor se lo ve, pero en realidad va a ser difícil que la afición pueda observarla alguna vez”, bromea un poco Arroyo, mientras se transporta en un recuerdo al ver crecer a ese joven que tenía hambre, fe y esperanza.

De golpe, Corozo agarró en serio el trabajo de futbolista. Fue creciendo en lo anímico para debutar a los 17 años con el Independiente del Valle en 2015, justo cuando el club venía de dar su mejor versión en la Copa Libertadores al eliminar a River Plate en octavos de final y curiosamente a los Pumas, en cuartos.

Llegó con buenos cimientos. Acá muchos chicos vienen con problemas de índole social, con familias desestructuradas, pero en el caso de Corozo no resintió eso. Cuando salió de Guayaquil, el club lo puso en programa de ayuda familiar, entonces, el papá viajó con él y se le dio trabajo en un centro comercial como vigilante para que pudiera estar cerca de su hijo”. Y es que el dueño del Independiente del Valle, Michel Deller, un prominente accionista ecuatoriano, gestiona plazas comerciales y además es dueño del Numancia en España.

Roberto Arroyo se dio cuenta de que se abría brecha en el ánimo de Washington Corozo. Era un jugador regular en Independiente y fue cuando supo que había llegado el momento de dejarlo volar. En 2020 lo ficha Sporting Cristal por 700 mil dólares.

Había cumplido un buen proceso. Con Independiente tuvo 62 partidos y 6 goles, jugó Copa Libertadores Sub 17, fue llamado a la Selección de Ecuador Sub 20, se fue a Mundiales juveniles, es decir se desarrolló en Primera División y creímos que era el momento de que aprovechara la oferta en Perú”.

Con Sporting Cristal en año y medio juega 43 partidos y anota 9 goles, además de que coadyuva a ganar el campeonato local. Es entonces cuando en 2021 lo trae Pumas a México en medio de la incertidumbre. “Fue una noticia maravillosa saber que iba a México, tenemos muchas esperanzas en él”, confirma Arroyo.

Debutó en julio del año pasado y tardó un poco en carburar. De pronto la afición lo confundía con los otros brasileños, Diogo, Meritao y Rogerio, pero después se dieron cuenta de que Manchita Corozo tenía sus propias virtudes. Es admirador de Neymar, comentan desde dentro del club, no tiene la misma habilidad, pero a correr no le gana nadie, cuentan. Lo que más les ha sorprendido es su sencillez y amabilidad, un tipo demasiado sereno, reconocen. Por eso Pumas hace tres semanas ofertó por él los 700 mil dólares que le costó a Sporting Cristal. Los peruanos rechazaron esa cantidad, después de lo que ha hecho en México, saben que ese chico de gran rapidez, vale oro.