Julio Scherer y Alejandro Gertz, en una foto de archivo. GALO CAÑAS/CUARTOSCURO

Las tensiones siempre estuvieron ahí, en ocasiones habían aflorado y amenazaban con estallar en cualquier momento. Sucedió el fin de semana de la mano de uno de los protagonistas, Julio Scherer. Las acusaciones que el exconsejero jurídico del Gobierno federal lanzó contra el fiscal general, Alejandro Gertz, y la exsecretaria de Gobernación y actual presidenta del Senado, Olga Sánchez Cordero, dibujan un relato aún lleno de incógnitas. Pero la gravedad del señalamiento, el de urdir una conspiración en su contra por “venganzas personales”, de por sí basta para reflejar un clima de enfrentamiento irreversible entre algunas figuras de primera línea en la Cuarta Transformación. El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha evitado este lunes el choque y ha dejado el caso en manos de la justicia, llegando incluso a hacer referencias a “la condición humana”.

El mandatario ya había tenido en diciembre una muestra del alcance de las batallas internas en diciembre, después de la filtración simultánea de unos supuestos gastos millonarios de Gertz y del antiguo responsable de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) Santiago Nieto, cuya disputa era un secreto a voces. Todo intento de conjurar una nueva sacudida fue insuficiente, pero López Obrador ha preferido despachar el asunto sin tomar públicamente partido. “Decirles que eso tiene que ver con tribunales, con el ministerio público, con juzgados, y nosotros no vamos a meternos en esas diferencias. No queremos participar en eso, nosotros estamos dedicados de tiempo y alma a la transformación de México”, ha manifestado minutos antes de inaugurar el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), un símbolo de su proyecto político.

Scherer, que desempeñó durante casi la mitad del sexenio una función clave para el Ejecutivo, dimitió a finales de agosto justo tras la salida de salida de Sánchez Cordero. El exconsejero jurídico publicó en el semanario Proceso un artículo durísimo en el que mantiene que la actual presidenta de la Cámara alta “emprendió una investigación” en su contra y sobre sus actividades profesionales. De Gertz, quien llegó a la Fiscalía también gracias al apoyo del jurista, afirma, entre varios señalamientos, que le pidió “un solo favor” y que él se lo negó: se trataba de “impedir que su cuñada Laura Morán y la hija de esta, Alejandra Cuevas Morán, obtuvieran un amparo por la acusación del homicidio de su hermano Federico Gertz Manero, de lo que él las acusa”. Precisamente el mismo caso del que el fiscal general hablaba en una conversación con un estrecho colaborador intervenida y filtrada a través de un perfil anónimo de YouTube.

La divulgación de las grabaciones, a principios de marzo, coincidió con la denuncia al entorno de Scherer por una supuesta extorsión al abogado Juan Collado, uno de los letrados que más ha navegado en las aguas del poder. Detrás de esas acusaciones, según el exconsejero de López Obrador, “están los intereses de Olga Sánchez Cordero y de Alejandro Gertz Manero, cómplices en el afán por manchar mi nombre”. Scherer, hijo del fundador de Proceso, alude en su escrito a varias investigaciones. Entre ellas, afirma: “otro caso que han fabricado” para perjudicarlo, según su versión, “es el de la pareja de Inés Gómez Mont y su marido, Víctor Manuel Álvarez Puga”. “Por instrucciones del fiscal Alejandro Gertz Manero, su mano derecha y subprocurador Juan Ramos se reunió con Felipe Gómez Mont y le ofreció un criterio de oportunidad a cambio de implicarme –nuevamente– en una supuesta trama de extorsión a esas personas”, prosigue.

A pesar de la dimensión de las acusaciones, López Obrador, que siempre ha defendido sin matices a Gertz y que hasta hace meses calificaba la relación con Scherer de fraterna -”es como mi hermano”, llegó a afirmar- , ha tratado de rebajarlo el conflicto a la esfera personal. “Tampoco podemos nosotros evitar de que haya diferencias, que haya distintos puntos de vista, que haya confrontación política, y que además haya escándalos y sensacionalismo en los medios. No. Además, la vida es así, la condición humana… No debemos de sorprendernos de todo eso, nada más que el presidente está ocupado en otros asuntos y tengo yo que priorizar”, ha continuado.

A la espera de una réplica del fiscal general, Sánchez Cordero ha reconocido este lunes en declaraciones a los medios que tuvo diferencias con el consejero jurídico y que corregirá “las imprecisiones” en las que en su opinión incurrió. Antes se había dirigido a él a través de las redes sociales. “Es hora de hablar”, dice Julio […]. Coincido. Dejemos que los órganos de impartición y procuración de justicia hablen”, escribió en Twitter.

Para Javier Martín Reyes, abogado, politólogo y profesor del CIDE, este episodio muestra “la incapacidad que tiene el Estado mexicano para poder procesar institucionalmente este tipo de casos”. “Las acusaciones por un lado y por otro son gravísimas y lo paradójico es que hasta donde sabemos formalmente todavía no hay ninguna investigación contra Julio Scherer”, señala. “Del otro lado”, recuerda, “la Fiscalía General de la República está fuera de los tres poderes tradicionales y hoy en día es my difícil que el fiscal general le rinda cuentas a otro tipo de órganos al tiempo que tiene muy pocos contrapesos internos”. Opina, además, que finalmente todo podría quedarse en agua de borrajas. “Creo que hay un escenario donde lo que podría pasar es que institucionalmente no haya ningún tipo de proceso y terminemos más en un equilibrio que garantice la impunidad de los dos lados”, concluye. Mientras tanto, todos siguen pendientes del próximo movimiento de Scherer, Gertz o Sánchez Cordero.