Recorrido para medios de las obras del Aeropuerto Internacional Felipe Angeles (AIFA) en Santa Lucía. (cuartoscuro)

El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) afectará a aproximadamente 3 millones de mexicanos, tanto física, como emocionalmente, por el ruido que generarán las operaciones diarias en este espacio, apuntó Jimena de Gortari, profesora y coordinadora institucional de investigación de la Universidad Iberoamericana.

“Antes era un millón y medio de personas afectadas, que viven en la Ciudad de México, ahora se ha sumado una población mayor al aumentar las trayectorias. Hay cerca de 70 centros de salud afectados por este ruido, que ahora pasa de manera discontinua desde las 4 a.m hasta la 1 p.m. Hay casi 2 mil centros escolares afectados, el ruido afecta directamente en la inteligibilidad y la comprensión de lo que se está aprendiendo en la escuela.”.

En el foro EF Meet Point Virtual. Santa Lucía y espacio aéreo: ¿todo listo?, la especialista alertó sobre la falta de políticas públicas en México que incluyan al ruido como parte de un problema social que afecta la calidad de vida de las personas.

“El ruido es el segundo contaminante de las ciudades. Ha sido considerado siempre como una asociación a la vida urbana, que tiene un riesgo y un peligro a la salud inminente. Hay riesgos en el sistema cardiovascular, más allá también de la capacidad auditiva, podemos tener fallos cardiacos”.

De acuerdo con la especialista en urbanismo e ingeniería civil, un estudio de la Comisión Europea de 2020 indica que “hay una relación directa entre el ruido directo de los aviones y las actividades coronarias”. Además, también es capaz de afectar las emociones y la salud mental de las personas.

“No solamente hay una afectación directamente a la salud, sino también en otras cuestiones que tienen que ver con el estrés, la angustia, la depresión y por supuesto temas sociales. Hay una falta de descanso que es necesaria para rendir al día siguiente”.

El rediseño del espacio aéreo de Santa Lucía no tomó en cuenta la orografía, ni el clima de la zona metropolitana del Valle de México. “Tenemos que considerar que vivimos en una cuenca y que eso afecta el comportamiento sonoro de los aviones y de sus trayectorias. Hasta ahora, no hay ningún estudio, ninguna demostración, no hay un conocimiento de causa”.