Lionel Messi, de 34 años, ha acordado su fichaje por el PSG este martes por la mañana. El argentino, que no renovó su contrato con el Barcelona tal y como lo tenía pactado desde el pasado 12 de julio, ya se encuentra en París, pasará la revisión médica en el Hospital Americano y será presentado este miércoles en el Parqué de los Príncipes a las 11.00. El rosarino, que ha desatado la locura entre los aficionados al llegar a la capital francesa, firmará un vínculo por dos temporadas, más una opcional. “Sí, mi hijo firma hoy por el PSG”, confirmó Jorge, padre y representante del jugador, antes de embarcar a la capital francesa. “¿Quién es el culpable de su salida?”, le cuestionaron. “Averigüen en el club”, remató Messi padre.
El último domingo, en su rueda de prensa de despedida, Messi apenas mencionó el nombre de Joan Laporta. Se refería al abogado catalán como “el nuevo presidente”. El desaire del rosarino acongojó a Laporta, que presumía de su buena relación con el futbolista, que debutó en el primer equipo azulgrana durante su primera etapa en los despachos del Camp Nou (2003-2010). Messi, en cualquier caso, no le esquivó el saludo al presidente. Sí lo hizo, en cambio, con otros directivos del Barça.
Después de que Laporta ganara las elecciones en marzo -fue la primera vez que votó en unos comicios, el argentino cenó con el abogado. “Después de esa charla, estaba convencido de que iba a seguir. De hecho, mi contrato nunca fue un problema”, reveló La Pulga. Laporta y su vicepresidente deportivo, Rafa Yuste, negociaron con Jorge Messi. “Jan estaba convencido de que se podía hacer. Y quería. Tiraba para adelante”, explican fuentes de la negociación. Sin embargo, no toda la cúpula azulgrana se sumaba al entusiasmo del presidente. Los encargados de cuadrar las hundidas cuentas del Barcelona -1.173 millones de deuda bruta y 450 millones de pérdidas- era más escépticos. “Cambiaríamos al mejor jugador para tener un mejor equipo”, argumentaba uno de los detractores del 10.
El pacto, en cualquier caso, se cerró en julio. Crédito de 284 millones con el fondo CVC mediante, LaLiga había dado el visto bueno al nuevo contrato de Messi: 350 millones en cinco años, una media de 70 por ejercicio, la mitad de lo que cobraba hasta la campaña pasada. Los Messi, entonces, entendían que ya habían hecho todo de su parte. “La pelota está en su tejado”, decían. Y Leo, después de ganar la Copa América con Argentina, solo pensaba en descansar con su familia antes de sumarse la primera semana de agosto a la pretemporada. Primero, eso sí, tenía que firmar su contrato.
Algo se empezó a romper el lunes 2 de agosto. Y, al día siguiente en el Camp Nou, ya se comentaba que el pacto con Messi no se llevaría a cabo. El miércoles, Laporta le comunicó a Jorge Messi que se había complicado la operación. Leo, por su parte, le había advertido a su padre de que hiciera todo lo que posible: “Me quiero quedar”. Pero el jueves todo se rompió. El presidente le dijo a Jorge que ya no había nada más que hacer. El club azulgrana, que ya había acordado los fichajes de Depay, Éric García, Agüero y Emerson, no le hizo una contraoferta al argentino. “Yo hice todo lo posible, el club no sé”, expuso Messi en su adiós en el Camp Nou. Laporta miraba desde la primera fila. Jorge Messi no escuchó a su hijo en la despedida. Estaba negociando con el PSG.
El primer contacto de la entidad parisina con los Messi se produjo el jueves pasado, la misma tarde en la que el Barça anunció que el futbolista no continuaría ligado a la entidad azulgrana. “No se podrá formalizar debido a obstáculos económicos y estructurales (normativa de LaLiga española)”, informó el club catalán. El domingo llegó a la oficina de la familia argentina en Barcelona la primera oferta formal.
El primer asunto para resolver, antes de los años de duración de contrato y el salario del jugador, era cómo equilibrar los derechos de imagen del rosarino. Messi genera cerca de 35 millones anuales de publicidad, el segundo en la lista de los futbolistas que más ingresan por detrás de Cristiano Ronaldo (50). Una vez solucionado el primer escollo, el lunes avanzaron en los números del salario y en los años de duración. La idea del PSG era presentar al jugador el martes. Sin embargo, a falta de concluir detalles de la operación, el acuerdo se retrasó un día.
Y, mientras en París preparaban la fiesta para recibir al argentino, en el Camp Nou quitaban la imagen del argentino de la fachada del estadio. El Barça se comienza a desprender de su mina de oro. El club azulgrana no solo pierde al máximo artillero de su historia (672 goles en 778 partidos) sino también a su principal atractivo comercial. Según un estudio de Brand Finance, el lastre del adiós de Messi se calcula en 137 millones de euros: 77 por ingresos comerciales (Rakuten, principal patrocinador amaga con no renovar), 17 millones disminuiría el valor de la marca y se dejarían de percibir 43 millones en venta de camisetas y merchandising.
Messi, tras 17 años en LaLiga y 35 títulos, seis Balones de Oro y seis Botas de Oro, cambió el Barça por el PSG. Sufre Barcelona, celebra París.