El final de la era Netanyahu ha abierto la posibilidad de que la UE e Israel profundicen su relación y ambas partes se han apresurado a aprovechar la oportunidad. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, cursó una invitación cuando el nuevo Gobierno israelí tomó posesión y el ministro israelí de Exteriores, Yair Lapid, aceptó de inmediato la propuesta de visitar Bruselas. Borrell y Lapid se reunieron este domingo y el israelí ha asistido este lunes a un almuerzo de trabajo con los ministros de Asuntos de Exteriores de la UE. La nueva etapa coincide con el 30º aniversario de la Conferencia de Paz de Madrid que lanzó el proceso para los acuerdos de Oslo y Borrell no oculta su intención de volver a colocar en la agenda un conflicto en cuya resolución Europa quiere recuperar protagonismo.

“Pienso que es una buena oportunidad para reiniciar nuestras relaciones, que en el pasado se habían deteriorado bastante”, ha señalado este lunes el Alto Representante de Política Exterior, Josep Borrell, antes de presidir la reunión del Consejo de ministros de Exteriores. El encuentro previo de Borrell con Lapid fue “un intercambio amplio y honesto sobre las relaciones bilaterales entre la UE e Israel”, según explica la Comisión.

En la rueda de prensa posterior al Consejo, Borrell ha celebrado la presencia de Lapid en el Consejo de la UE como “una clara señal de que hay una oportunidad para reiniciar las relaciones con Israel”. El Alto Representante ha destacado el hecho de que con Lapid “ahora tenemos un ministro israelí de Asuntos Exteriores que defiende la solución de dos Estados [para resolver el conflicto con Palestina], que es la solución defendida por nosotros”.

Fuentes diplomáticas han señalado después del almuerzo de trabajo que en la sala había reinado “la sensación de que empieza una nueva etapa”. Lapid, según esas fuentes, se ha mostrado más próximo a la posición europea “aunque ha subrayado el problema de la violencia y de la preponderancia de Hamas”.

La cita de este lunes, según fuentes diplomáticas, aspira a marcar un punto de inflexión tras casi una década de desencuentros con la administración de Benjamín Netanyahu, el dirigente que más tiempo ha estado al frente de un gobierno en la historia de Israel. Pero las mismas fuentes reconocen que todavía reina la desconfianza y las dudas sobre la voluntad de la nueva coalición israelí de buscar salidas consensuadas sobre los numerosos conflictos de Oriente Próximo, empezando por el de Palestina y la relación con Irán.

El centrista laico Yair Lapid, al frente de la oposición, ha contribuido a formar una coalición tan heterogénea como frágil al frente de la que estará, durante dos años, Naftali Bennet. Si los acuerdos aguantan, Lapid tomará el relevo de la presidencia del Gobierno en 2023. Bruselas cree que este ejecutivo, unido a la presencia de Joe Biden en la Casa Blanca, brinda la ocasión para fortalecer las relaciones políticas y diplomáticas con Israel.

Algunos países, con Alemania al frente, incluso abogan por recuperar la actividad del Consejo de asociación entre la UE e Israel, paralizado desde su última reunión en 2012. Pero fuentes diplomáticas reconocen que todavía no hay consenso entre los 27 socios de la UE para dar ese paso. “La coalición del gobierno israelí es muy heterogénea y no sabemos su posición sobre el proceso de paz”, justifica la desconfianza una fuente diplomática europea. Bruselas tampoco tiene garantías de la duración de un ejecutivo formado por el acuerdo de ocho partidos políticos que abarcan todo el arco parlamentario y que incluye una formación de la minoría árabe.

Otra fuente diplomática europea destaca que “Lapid respondió muy rápido a la invitación de venir a Bruselas lo que demuestra la voluntad de la nueva administración de buscar compromisos con la UE”. Aun así, la mayoría de las capitales europeas quieren ver la evolución de las posiciones del nuevo gobierno israelí antes de dar por superados los choques de la era Netanyahu, que llevaron a suspender en 2013 las reuniones del consejo de asociación entre la UE e Israel. “Aún no está cerrado si habrá una reunión del Consejo de asociación”, reconocía una fuente diplomática tras el almuerzo con el ministro israelí. “Hay posibilidades de que tenga lugar pero todavía no está acordado”, añadía esa fuente, lo que indica que todas las heridas de la era Netanyahu no están del todo olvidadas.

Ambas partes han chocado en relación con el acuerdo internacional para evitar la nuclearización de Irán (rechazados por Israel), por las críticas de Bruselas a la ocupación israelí de territorios palestinos y por la continua ayuda de la UE a la Autoridad Palestina (que a razón de 1.000 millones de euros al año ha convertido al club comunitario en el mayor donante del mundo). Las relaciones se deterioraron aún más durante el mandato de Donald Trump en EE UU (2017-2021), que reconoció a Jerusalén como capital (decisión rechazada por la UE) y apostó por una alianza de Israel con algunos países árabes (sobre todo, del golfo Pérsico) para aislar y combatir a Irán.

La UE dio la bienvenida a los acuerdos auspiciados por Trump (que llevaron al restablecimiento de relaciones de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Baréin) pero insistió en que su objetivo era un proceso de paz para toda la región de Oriente próximo, incluida la llamada solución de los dos estados para poner fin al conflicto entre Israel y Palestina. La UE insiste en que solo reconocerá las fronteras fijadas por Israel en 1967, que incluyen a Jerusalén, cuando se alcance un acuerdo aceptable para ambas partes.