Cargamento de droga incautado por la policía canadiense en Toronto, tras la desarticulación de una red de narcotráfico entre México y Canadá el 22 de junio de 2021.

La pandemia de la covid-19 no solo impactó en las actividades económicas legales a escala planetaria. Los confinamientos y las limitaciones de los viajes internacionales impusieron cambios también a las organizaciones del crimen organizado en lo relativo a una actividad ilegal que depende en gran medida de la capacidad de desplazarse y de transportar mercancías: el narcotráfico. Como sus pares de la economía legal, los mercados de la droga estuvieron paralizados de forma temporal en la mayor parte del mundo durante la primera fase de la expansión de la enfermedad en 2020. Sin embargo, el tráfico y la venta de estupefacientes se han recuperado de forma muy rápida hasta alcanzar los niveles anteriores a la pandemia, advirtió la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, en sus siglas en inglés) en su Informe Mundial sobre las Drogas del año 2021, difundido este jueves en la capital austriaca, Viena.

El documento describe cómo las trabas impuestas por las medidas de prevención contra el coronavirus han puesto de relieve una vez más la gran capacidad de adaptación de estas organizaciones criminales. Para sortear las barreras que ha conllevado la lucha contra la pandemia, las organizaciones del narcotráfico aceleraron dinámicas que ya habían iniciado antes. Entre ellas, la de dar prioridad al transporte en cargamentos grandes de estas sustancias a causa de las restricciones a los viajes y de la imposibilidad de efectuar pequeños envíos mediante las llamadas “mulas”, personas que se hacen pasar por pasajeros normales y que viajan, normalmente en avión, con cantidades pequeñas de droga escondidas dentro de sus cuerpos.

La limitación e incluso la suspensión temporal de las conexiones aéreas obligó también a los traficantes a encaminar la droga a su destino por rutas terrestres y marítimas. El informe da cuenta, por ejemplo, de cómo durante 2020 se ha detectado a su vez un mayor uso de aviones privados para transportar los estupefacientes.

Si bien la pandemia dificultó el transporte de esta mercancía ilegal a los países de consumo, la producción de drogas y de las sustancias de las que se obtienen estas, como el opio, no se vieron afectados de forma duradera por la covid-19. “La pandemia no afectó a la producción en 2020 en los tres países de los que proviene el 95% del opio producido de forma ilícita en el mundo: Afganistán, México y Myanmar (antigua Birmania). La producción de opio requiere de una gran cantidad de mano de obra en el cultivo y la cosecha de adormidera, que podrían haberse visto afectadas por la crisis de la covid-19, pero una combinación de factores -el momento en que se produjo la cosecha y las estrategias para afrontar la limitación [de mano de obra] adoptadas por los agricultores, por ejemplo, recurrir en mayor medida a la mano de obra familiar de mujeres y los niños y de los trabajadores locales- evitaron alteraciones importantes”, precisa el informe de Naciones Unidas.

Pese a la menor disponibilidad de los compuestos químicos necesarios para obtener las drogas derivadas del opio, el texto recalca que “no hay indicios de que la producción de heroína disminuyera el año pasado en Afganistán”, el principal productor de esta sustancia en el mundo. Tampoco la producción de cocaína experimentó un descenso duradero por la pandemia. Aunque durante las fases iniciales de expansión del coronavirus, en el segundo trimestre de 2020, la manufactura de esta droga se interrumpió, la producción “volvió a su nivel normal poco después en los tres principales productores de coca:, Bolivia, Colombia y Perú”.

En total, en 2020, alrededor de 275 millones de personas consumieron alguna droga, frente a los 226 millones que se calcula lo hicieron en 2010. La ONU cifra en alrededor de medio millón de muertes las atribuibles a causas directamente relacionadas con el consumo de drogas en 2019, un número similar al de 2018, pero que dobla la cifra de fallecimientos por ese motivo registrada diez años antes.

Drogas en la “web oscura”
En su afán por evitar a las fuerzas de seguridad de los diferentes países, las organizaciones del narcotráfico están aumentando también su actividad a través de una herramienta de cuya utilización creciente da cuenta a su vez la agencia contra la droga de Naciones Unidas: la llamada “web oscura”. Es decir, los sitios de internet ocultos a los que solo se puede acceder a través de navegadores especiales que aseguran el anonimato.

La venta de drogas a través de este tipo de páginas de internet surgió hace menos de una década y su facturación es todavía modesta: 315 millones de dólares (263 millones de euros) anuales, pero esta cifra se ha cuadruplicado entre 2011 y 2017, un crecimiento que hace temer a la ONU la creación de un futuro “bazar global” que haga más accesibles los estupefacientes. Los pagos con criptomonedas, muy difíciles de trazar, impiden frenar el crecimiento de ese mercado. Por ello, la agencia contra la droga de Naciones Unidas reclama en su informe una regulación internacional al respecto.

La facilidad de acceso a las sustancias ilegales que representan las ventas a través de internet y lo que el documento define como “transacciones de drogas sin contacto”, como la que se llevan a cabo enviando la droga por correo, también están en aumento, una “tendencia posiblemente acelerada” por la pandemia, de acuerdo con el organismo de Naciones Unidas.

La covid-19 ha provocado, por otra parte, un aumento de la demanda de cierto tipo de drogas, las de efecto sedante, como el cannabis y las benzodiazepinas. El consumo de este tipo de sustancias aumentó durante la pandemia en casi todos los países de los que se tienen datos, afirma el informe.

La pandemia de la covid-19 conlleva otro riesgo, según el documento de Naciones Unidas, el de que las crisis económicas y el desempleo que ha provocado lleven a más personas a apostar por “la economía ilegal, ya sea cultivando o traficando con drogas”, por lo que la ONU pide no olvidarse de la población más vulnerable en los planes de reactivación económica tras una pandemia que podría catalizar la tendencia al aumento del consumo de estupefacientes en los países en vías de desarrollo.

“El problema del abuso de drogas ya no es, como en décadas pasadas, un asunto de los países ricos”. La llegada de una nueva generación de drogas sintéticas más baratas, la expansión del uso de opioides como el tramadol en África y el aumento de la potencia de las drogas se han conjugado para ofrecer una tendencia preocupante en países con menos recursos. La ONU prevé que hasta 2030 aumentará un 11% el número de personas que consumen este tipo de sustancias. Los países de bajos ingresos representan la mayor parte de este aumento. Mientras que en África el número de consumidores aumentará más del 40%, en los países ricos se prevé incluso un descenso del 1%.