El presidente ruso, Vladímir Putin, en una reunión por videoconferencia con representantes y residentes de la península ucrania de Crimea este jueves.SPUTNIK / REUTERS

Con una pequeña sonrisa y un comentario críptico. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha respondido a su homólogo estadounidense, Joe Biden, que le definió como “un asesino”. “¿Qué le respondería? Le digo: ‘Mantente saludable’. Le deseo buena salud”, ha comentado este jueves el líder ruso, que ha añadido que sus palabras sobre Biden, de 78 años, no esconden ironía. Cuando la tensión entre Washington y Moscú escala tras las duras declaraciones del estadounidense, Putin ha señalado que los comentarios de su homólogo reflejan los problemas pasados y actuales de EE UU. “Siempre vemos nuestras propias cualidades en las otras personas”, ha dicho el mandatario ruso, “como si nos miráramos en un espejo”, ha apuntado en una videoconferencia con residentes y representantes de la península ucrania de Crimea en el séptimo aniversario de la anexión rusa, emitida en la televisión pública. Una forma de decir que el que lo dice, lo es.

Putin ha asegurado que Rusia seguirá trabajando en sus relaciones con Washington, pero protegiendo sus intereses: “Nosotros, aunque ellos piensan que somos iguales, no lo somos. Somos diferentes, tenemos un código genético, cultural y moral diferente. Pero sabemos defender nuestros propios intereses. Y vamos a trabajar con ellos, pero en aquellas áreas que nos interesan. Y en condiciones que consideremos beneficiosas. Y tendrán que tenerlo en cuenta”.

Biden reta a los científicos
El líder ruso ha lanzado a Biden un gancho al asegurar que sus acusaciones reflejan en realidad la problemática historia y el legado de Estados Unidos. Desde el bombardeo atómico a Japón durante la Segunda Guerra Mundial, a la masacre de nativos americanos o la esclavitud. Aunque no se ha sumergido en la polémica con su homólogo, que en una entrevista con la cadena ABC News advirtió a Putin que Rusia “pagará un precio” por la injerencia en las elecciones estadounidenses del año pasado. Son viejos conocidos de la época en la que el norteamericano fue vicepresidente de Barack Obama, y su relación en aquella época ya era tensa por la anexión rusa de Crimea y la participación de Moscú en el conflicto del Este de Ucrania. Ahora, además de la interferencia rusa en los comicios de 2020, el caso del opositor ruso Alexéi Navalni, víctima de un envenenamiento tras el que se aprecia la mano del Kremlin y condenado en un polémico caso, ha enturbiado aún más esos vínculos.

El Kremlin ha llamado a consultas a su embajador en Washington, en un movimiento muy inusual. Y aunque los durísimos comentarios del presidente de Estados Unidos han causado una oleada de respuestas furibundas entre los altos funcionarios rusos y en los medios estatales, no hay indicios de que Rusia quiera ir más allá. La mayoría ha optado por describir a Biden como una persona desconectada y confundida. Como Dmitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia y ex primer ministro, que ha apuntado que aunque el estadounidense había dado “una impresión adecuada” al principio eso ya se disolvió; e insinuó que el tiempo en que Rusia pensó que Biden podría suponer un paso para mejorar los vínculos entre los dos países ya pasó. “Recuerdo una cita de Sigmun Freud [el padre del psicoanálisis]: ‘Nada en la vida es tan caro como la enfermedad y la estupidez“, ha dicho Medvédev este jueves sobre los comentarios de Biden, que dijo en una entrevista con la cadena ABC News ―y no es la primera vez— que Putin no tiene alma.

Moscú ha dejado las posturas más duras a figuras no tan en primera línea. Como el vicepresidente de la Cámara alta del Parlamento, Konstantin Kosachyov, que exigió una disculpa al presidente de EE UU por sus comentarios “groseros” y aseguró que las palabras de Biden “inaceptables en cualquier circunstancia” marcan “un hito” en la relación entre Washington y Moscú. O Pyotr Tolstoi, vicepresidente de la Cámara baja, que afirmó que “el único idioma” que los estadounidenses entienden “es, desafortunadamente, el lenguaje de la fuerza”.