Una de las grandes paradojas de la salsa moderna, el género latino que puso a bailar a todo un continente, es que no nació en un país hispanohablante, sino en las calles del Bronx y Harlem, en Nueva York. Allí fue donde Johnny Pacheco transformó la historia de la música latinoamericana en la segunda mitad del siglo XX y, este lunes, falleció a los 85 años en el Estado en el que vivió sus últimos años, Nueva Jersey. Su esposa, Maria Elena Pacheco, confirmó la noticia. La causa de su muerte aún es desconocida.
Pacheco es conocido por ser el cofundador con Jerry Masucci de La Fania, la orquesta neoyorquina que echó a andar en 1964. Masucci era un empresario y abogado fanático de la música latina desde que vivió una época en Cuba (fue también el abogado que le permitió a Pacheco divorciarse en Nueva York). Encontró en Pacheco un músico talentoso y la oportunidad de apoyar la orquesta que cambiaría para siempre la historia de la salsa. Los primeros discos los distribuyó el mismo Pacheco a pequeñas disqueras de la Gran manzana.
La Fania grabó más de 14 álbumes y se presentó en escenarios de todo el mundo, desde el estadio de los Yankees en el Bronx hasta Japón en 1976. Uno de sus discos más famosos se grabó durante un concierto en Kinsasa (República Democrática del Congo), para presentar una pelea única entre Muhammad Ali y George Foreman. El disco se convirtió en uno de sus más célebres, La Fania All Stars en África, inmortalizado ante 80.000 espectadores y en el que Pacheco se ve tocando con los iconos más grandes de la salsa: Celia Cruz, Cheo Feliciano, o Jorge Santana.
Nació en República Dominicana, pero desde sus 11 años vivió en Nueva York, después de que su familia decidiera abandonar la isla durante la dictadura de Rafael Trujillo. Fue flautista, compositor, pero sobre todo uno de los genios musicales que logró combinar los ritmos caribeños de Cuba, Puerto Rico y su isla (como la guaracha, el mambo, o el güagüancó), con el jazz y el funk de Estados Unidos. “Mis influencias van desde la música afrocubana hasta el swing de Benny Goodman”, dijo Pachecho en una ocasión. También logró organizar y dirigir a los mejores talentos de la salsa, como Willie Colón, Héctor Lavoe o Rubén Blades. “Los negros tenían a [la disquera] Motown, los blancos-anglo tenían sus propios sonidos, y nosotros llegamos con un sonido distinto para la música latina”, dijo Pacheco en 2006 para la radio pública de Estados Unidos.
“Nos deja un importante legado musical, representado por todas las colaboraciones que realizó durante su distinguida carrera”, escribió Blades, después de enterarse de la muerte. “Pacheco recibió la admiración de millones de “salseros” y el respeto de sus colegas”, agregó.
Willie Colón compartió en Twitter fotos con el maestro de la salsa y escribió: “Descansa en paz, querido amigo y maestro”. “Una verdadera leyenda de la música,” escribió Eddie Palmieri. “Su legado como flautista y cocreador de Fania Records vivirá por siempre”.
Pacheco nació y creció entre la música. Su padre tocaba el clarinete y después de que la familia se mudara a Nueva York, el joven Pacheco estudió percusión en Julliard, una de las escuelas de música más prestigiosas de la ciudad. Antes de La Fania organizó otras bandas (Pacheco y Su Charanga, por ejemplo, que popularizó la pachanga) con las que se hizo a conocer entre los productores de Estados Unidos. Pero sus grandes éxitos los escribió o interpretó con los músicos que hicieron La Fania: Vámonos pal monte con Eddie Palmieri, o Quítate Tú (Pá Ponerme Yo), cuya interpretación por Celia Cruz fue un éxito en los años setenta. Para el rey de la salsa, el cantante Héctor Lavoe, compuso Mi Gente, una de las más famosas del solista.
Aunque La Fania como orquesta se dividió una decena de veces, Johnny nunca dejó de producir (uno de sus éxitos para la cubana Celia Cruz fue La Negra tiene Tumbao), ni de ser una inspiración para los cantantes más jóvenes de la salsa latinoamericana. “La-33 agradece eternamente a Johnny Pacheco, Zorro de Plata, por su gran legado e influencia en nuestra carrera musical”, escribió en honor La 33, una de las bandas colombianas representativas de la nueva salsa. “Paz en su tumba, Maestro”.
“La salsa es mi modo de vivir y mi existencia. Es lo que siento por dentro desde que me levanto cada mañana”, dijo Pacheco a El País, en 1988. “La salsa no sólo se escucha. Hay que bailarla, porque levanta a un muerto”. A más de un salsero en cuarentena, en honor al gran señor de la salsa, Pacheco levantará con su partida.