Un nuevo siniestro mortal ha engrosado el sombrío historial de fallecimientos por incendios en centros sanitarios de Rumania. Un fuego en el Instituto Matei Bals de Bucarest, el mayor hospital del país, con enfermos de covid-19, ha causado este viernes la muerte de cinco personas y ha obligado a evacuar a unas 120. Es el tercer incidente de estas características en menos de tres meses, lo que evidencia la precariedad de las infraestructuras del país de Europa del Este, uno de los miembros más desfavorecidos de la UE.
A mediados de noviembre, 15 personas contagiadas de coronavirus perdieron su vida en un centro de la localidad de Piatra Neamt (noreste), tras declararse un incendio en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), pero en esta ocasión se debió a un defecto en la instalación del equipo médico. Y otro paciente, de 33 años, murió en otro fuego provocado por un cigarro en el hospital de Socola (noreste) en la noche del día de Navidad.
El fuego de este viernes, que se produjo a las 05.00 (04.00 en la España peninsular), se originó en la planta baja y arrasó cuatro habitaciones. Inicialmente, las autoridades informaron de que cuatro pacientes habían muerto, tres de ellos carbonizados, pero notificaron horas después un quinto fallecido cuyo cuerpo, también calcinado, se encontró en un baño. Los servicios de urgencia han procedido a trasladar rápidamente a unos 50 pacientes a otros centros de la capital, unos 10 de ellos fueron ingresados en la UCI, tres de los cuales han tenido que ser entubados. La crisis sanitaria en Rumania, que entró en su peor fase a partir de octubre, ha agravado las condiciones —ya de por sí deficientes— de los centros hospitalarios en el país.
La situación ya era de por sí preocupante: el 98% de los enfermos del edificio estaban conectados a un aparato de oxígeno por presentar un cuadro grave por coronavirus, una enfermedad que ha provocado 18.196 muertos y contagiado al menos a 724.250 personas hasta el momento en Rumania. Por su parte, la Fiscalía ya indaga las causas de la tragedia y determinará si abre una investigación por “homicidios negligentes”, aunque las primeras informaciones apuntan a un posible cortocircuito. Mientras tanto, los familiares de las víctimas y las autoridades se contradicen. Según testimonios, el edificio, construido en 1953 y completamente renovado, ha tenido últimamente problemas con su sistema de calefacción central, que ha dejado a los pacientes internados en cuartos sin acondicionar y sin agua caliente.
“La semana pasada, mi madre me dijo que estaba pasando mucho frío, así que pedí autorización a los representantes del hospital para traer un aparato de aire caliente y me lo concedieron”, aseguró al portal G4Media Mihaela Tanase, hija de una paciente internada en el pabellón quemado. Sin embargo, el alcalde de Bucarest elegido en septiembre, Nicusor Dan, ha sostenido que no existieron problemas de suministro de calefacción durante la semana ni la pasada noche.
A principios de diciembre, algunos medios se habían hecho eco de que el Instituto Matei Bals carecía de calefacción después de que la empresa municipal Termoenergetica interrumpiera el suministro debido a la enorme factura que debe el Ayuntamiento, una deuda que ha provocado que instituciones públicas, entre ellas, hospitales, no dispongan de calefacción en pleno invierno, un áspero asunto todavía sin resolver. Pero, la dirección del centro ha precisado que los enfermos se calentaban con más mantas y con aparatos de aire acondicionado y ha subrayado que no permitían calefactores eléctricos para evitar una sobrecarga de tensión en la red.
El ministro de Sanidad, Vlad Voculescu, en el cargo desde principios de este año, ha insistido en que el Instituto Matei Bals figura entre los centros sanitarios que más recursos financieros ha recibido. Sin embargo, el sistema rumano de salud, que sufre una infrafinanciación crónica de fondos —el segundo país que menos gasta en atención médica en la UE con un 5,6% de su PIB y el que menos dinero destina por ciudadano con 580 euros al año—, ha estado plagado de casos de corrupción y de una gestión deficiente como la revelación de que 300 hospitales rumanos usaron desinfectantes tan diluidos por una empresa proveedora que sus efectos higiénicos eran anulados. ”Tenemos evidentes problemas estructurales en los hospitales”, ha manifestado el presidente rumano, Klaus Iohannis, en el lugar del siniestro, donde precisamente tenía prevista hoy una visita oficial, y ha instado a Voiculescu a “trabajar con celeridad en una reforma total del sistema de salud”.