“No, no. No voy a ceder [la victoria a Joe Biden]”, advirtió este lunes por la noche el presidente saliente Donald Trump en un mitin en Dalton, Georgia. El mandatario volvió a criticar el trabajo del secretario de Estado del territorio sureño, el republicano Brad Raffensperger, a quien presionó por teléfono para que “encontrase” los votos suficientes que anularan la victoria electoral de su rival demócrata en las elecciones del pasado noviembre. En una completa negación de su derrota y ventilando decenas de acusaciones infundadas sobre los supuestos fraudes cometidos en los comicios, Trump animó a sus seguidores a acudir este martes a las urnas para votar en la segunda vuelta de la carrera al Senado en Georgia, que definirá el partido que controlará la Cámara. “No se van a llevar esta Casa Blanca. Vamos a luchar hasta el final”, arengó el neoyorquino.
En las elecciones senatoriales de noviembre los republicanos sumaron 50 escaños y los demócratas, 48. Si estos últimos ganan en Georgia, habrá un empate en la Cámara alta que, por ley, debe resolver la vicepresidenta electa, Kamala Harris. “Todo el mundo se está riendo de nuestras elecciones”, lamentó Trump. El mandatario dijo estar “decepcionado” del Tribunal Supremo por no permitirle avanzar en su cruzada contra los resultados electorales. Tres de los nueve miembros del órgano judicial fueron propuestos por él. El mitin tenía como propósito apoyar las candidaturas de los aspirantes David Perdue y Kelly Loeffler, ambos senadores que buscan mantener el escaño, pero el mandatario concentró casi todo su discurso en desacreditar los comicios que perdió frente a Biden.
Con la capacidad de llevar a cabo su agenda política en juego, Biden visitó este lunes Atlanta. En un mitin donde los asistentes vitoreaban desde sus coches, el presidente electo dejó claro a los georgianos que de su voto depende “el futuro de Estados Unidos”. El próximo mandatario habló de decencia, respeto, igualdad, pero no se refirió a las presiones de Trump para cambiar el resultado de los comicios, aunque utilizó la ironía. “No sé por qué todavía quiere el cargo si no quiere hacer el trabajo”.
A Sheryl Breskens, afroamericana de 62 años, le parece bien que Biden no haya contestado a las provocaciones de Trump. “Es irrelevante. El mandato de Trump se acabó, tenemos que pasar página, avanzar”, dice. Elogia que el presidente electo se haya enfocado en apoyar a los candidatos Jon Ossoff, un realizador de documentales de 33 años, y el reverendo Raphael Warnock, de 51, que este martes buscan derrotar al senador republicano Perdue, de 70 años, y a la senadora Loeffler (50 años), respectivamente.
Ya han votado de manera anticipada más de tres millones de residentes, una cifra récord, y las encuestas hasta ahora dan una ventaja por la mínima a los demócratas. Wanda Plomer, de 58 años, tiene claro que los votos para que ganen los demócratas están, pero teme que existan presiones sobre el voto, “como hemos visto en ocasiones anteriores”, dice. Las leyes electorales de Georgia, un feudo conservador, tienen un historial de dificultar el voto a las minorías raciales. La abogada y activista Stacey Abrams ha trabajado arduamente por cambiar esa realidad y su empeño dio frutos el pasado noviembre cuando el Estado sureño votó por primera vez en 28 años por un presidente demócrata. Por eso Biden, apenas pisó Atlanta, le dio las gracias: “Stacey cambió Georgia”, dijo al arrancar el mitin.
Sobre las presiones a Raffensperger, los aspirantes al Senado no se han atrevido siquiera a opinar. Biden venció a Trump en Georgia por 11.779 votos, según el escrutinio, que se sometió a un recuento y fue certificado por las autoridades republicanas del Estado. El mandatario quería anular la victoria de Biden antes de la segunda vuelta senatorial porque de lo contrario, según su opinión, “la gente simplemente no va a votar”. “No quieren votar. Odian al Estado, odian al gobernador y odian al secretario de Estado”, advirtió el presidente estadounidense a Raffensperger en su conversación telefónica. Este martes se sabrá si su teoría sobre la participación era correcta.
Casi un centenar de congresistas demócratas firmaron este lunes una resolución que “censura y condena” las presiones de Trump al secretario de Estado de Georgia, un gesto simbólico para reprochar su conducta, y el expresidente Barack Obama, aunque sin mencionarlo con nombre y apellido, sugirió que el republicano representa una amenaza a “los principios fundamentales de la democracia”. “Estamos viendo hasta dónde llegarán algunos para retener el poder”, pero “nuestra democracia no trata de ningún individuo, ni siquiera de un presidente, trata de ustedes”, escribió Obama en su cuenta de Twitter.