El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, planea acercar a su país a las relaciones normalizadas con Cuba, revirtiendo muchas de las sanciones y regulaciones impuestas durante la administración de Donald Trump, según personas familiarizadas con el asunto.
Esa estrategia incluye la reducción de las restricciones a los viajes y la inversión y las remesas para la nación isleña, las cuales se percibe perjudican desproporcionadamente a estadounidenses y cubanos comunes, dijeron las personas, quienes solicitaron el anonimato porque la nueva Administración aún está en proceso.
Otras medidas que atacan a Cuba por abusos a los derechos humanos seguirán vigentes, comentaron las personas.
La perspectiva de una distensión entre Washington y La Habana reaviva los recuerdos del deshielo que Biden ayudó a defender durante la administración de Obama, cuando las dos naciones restablecieron los lazos diplomáticos que se habían roto durante décadas, después del ascenso de Fidel Castro al poder.
Pero el presidente electo está volviendo a una escena aún más desordenada: la economía cubana está sufriendo su peor crisis desde el colapso de la Unión Soviética, en medio de las consecuencias del COVID-19 y las sanciones de EU. Al mismo tiempo, funcionarios de inteligencia cubanos han ayudado a apuntalar a Nicolás Maduro en Venezuela, lo que permite a su régimen consolidar su control sobre el poder, desafiando las demandas de elecciones libres y justas.
Con una agenda interna abarrotada, no está claro qué tan rápido avanzará Biden en la implementación de su política hacia Cuba. Incluso si algunos cambios ocurren temprano, el confinamiento continuo por el nuevo coronavirus podría retrasar los beneficios de cualquier medida que permita más viajes a la isla.
Tampoco está claro si Biden aumentará la dotación de personal en la embajada de Estados Unidos en La Habana. El Gobierno de Trump redujo las operaciones diplomáticas después de extrañas enfermedades, incluido un trauma cerebral, que afectaron a algunos diplomáticos estadounidenses y sus familias.
Biden dijo en octubre que EU necesitaba una nueva política hacia Cuba, aunque su equipo ha condenado firmemente los esfuerzos de La Habana para silenciar a los disidentes, incluida una reciente redada en una casa llena de activistas y artistas.
El presidente electo también ha denunciado a Maduro de Venezuela como dictador. Mientras la administración de Trump conectó la política de Cuba y Venezuela, utilizando las sanciones como una herramienta destinada a estimular el cambio político, el equipo de Biden puede intentar apalancar a cambio de que los cubanos reduzcan su presencia en Venezuela y apoyen una resolución diplomática sobre la crisis allí, según las personas.
Otro factor que complica la situación es Florida. Si bien los asesores de Biden han criticado las políticas latinoamericanas de Trump por estar fuertemente influenciadas por la política electoral, particularmente el objetivo de ganar el ‘Estado del Sol’, todavía se enfrentan a una realidad aleccionadora: el Partido Demócrata debe defender una estrecha mayoría en la Cámara de Representantes en 2022. Cualquier política que se perciba como un alivio de la presión sobre Cuba y Venezuela sin obtener concesiones significativas de sus gobiernos de izquierda podría generar rechazo en las urnas.
Por su parte, los inversionistas muestran un temprano voto de confianza en la posible política de Biden hacia Cuba. El Fondo Herzfeld para la Cuenca del Caribe de 43 millones de dólares, que está orientado hacia Cuba y el Caribe, ha subido desde las elecciones estadounidenses.