Críticas deformadas
Situación de salud
Más poder a la Marina
Se puede usar cualquiera de los dos términos, roñosería o roñería, y en ambos casos se refiere a lo mismo, a la condición de miseria o mezquindad con que se actúe.
En las críticas a la intención presidencial de colocar a Rosa Icela Rodríguez Velázquez como sucesora de Alfonso Durazo Montaño en la secretaría federal de Seguridad y Protección Ciudadana es válido considerar como roñosos tales señalamientos, cargados de desdén a la carrera de servicio público de una mujer que en 23 años no ha tenido señalamientos de corrupción o ineficacia y que, al menos en la opinión de quien teclea estas líneas, tiene méritos de honorabilidad y de conocimiento de asuntos de seguridad pública y de buenos resultados en esta materia, por encima de algunos de los varones mencionados desde días atrás y a quienes algunas publicaciones deformantes trataron de reivindicar como expertos desplazados por la pretensión, que ni siquiera transita en terreno firme, de designar a Rosa Icela en el cargo mencionado.
Sin embargo, podría resultar que se barajaran nuevamente las opciones de Omar García Harfuch, Leonel Godoy, Manuel Espino o Leonel Cota, entre otras (con historial, experiencia y más relevancia mediática, todo lo cual no necesariamente sería motivo detranquilidad ciudadana), pues la propuesta de Rodríguez Velázquez está sujeta a valoraciones médicas derivadas de su afectación de Covid-19.
El estado de salud de Rosa Icela ha mejorado y pareciera estar ya en ruta de salida de las complicaciones de tal virus, pero en esta materia no puede darse nada por seguro. El propio Andrés Manuel López Obrador sabía de tal situación, pero en una conferencia matutina de prensa hizo el anuncio de que invitaría al relevo de Durazo a la coordinadora general de Puertos y Marina Mercante de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes que, mientras desayunaba y veía la mañanera, se enteró de la decisión del Presidente de la República. Así que la coordinadora apenas alcanzó a cumplir tres meses en dicha posición federal, pues todavía a finales de julio estaba como secretaria general del gobierno de la Ciudad de México, con Claudia Sheinbaum.
Hoy deberá resolver Rodríguez Velázquez si acepta la nueva encomienda de Palacio Nacional y mañana el Presidente informará de lo que se haya decidido. Rosa Icela ha cumplido tareas de seguridad pública en las administraciones capitalinas del propio López Obrador, de Marcelo Ebrard y de Sheinbaum y durante varios años del mancerismo fue parte del gabinete, como secretaria de Desarrollo Social y, luego, de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades.
Es de esperarse que las circunstancias sean propicias para que la periodista que 23 años atrás dejó el reporteo para dedicarse al servicio público, acepte hoy la invitación del Presidente de la República. En un contexto de fuerte crítica a diversos aspectos del ejercicio de la actual administración federal, los dardos de misoginia y descalificación que algunos medios, políticos y comentaristas han hecho hacia esta propuesta de designación (que, en dado caso, deberá ser aprobada por el Senado) sólo exhibe a esos opositores en una condición de mezquindad, de roñería o roñosería.
Entre el revuelo que ha causado el relevo de Durazo se ha diluido mediáticamente el punto preocupante de la cesión total a la Secretaría de Marina del ámbito, hasta ahora regido por civiles, de los puertos y la marina mercante. No sólo es grave la acumulación de poder civil en las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, sino la infundada consideración desde Palacio Nacional de que los cuerpos militares son ajenos o menos vulnerables ante las tentaciones de corrupción y los abusos de poder.
Y, mientras ha muerto Robert Fisk, el periodista de origen inglés, especializado en asuntos del Medio Oriente y corresponsal durante décadas de The Independent y La Jornada, un comunicador de los que ya quedan pocos, ¡hasta mañana, con el mundo atento a la elección de Estados Unidos!
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