Las autoridades de Nueva Zelanda han puesto en marcha una investigación sobre la erupción el lunes del volcán Whakaari, que podría haber acabado con la vida de al menos 14 de las 47 personas -hay seis muertos confirmados y ocho desaparecidos-, en su mayoría turistas, que se encontraban en la isla deshabitada del noreste del país en el momento de la tragedia, informa Efe. La Policía anunció que abrirá una investigación, a instancias de un juez forense, aunque matizó que todavía “es demasiado pronto para confirmar si será una investigación penal”. El pasado día 3 de diciembre, el grupo de control de actividad geológica GeoNet advirtió de que el volcán Whakaari “entró en un periodo de actividad eruptiva”, aunque precisó que la situación no representaba “un peligro directo para los visitantes”.

En este sentido, Graham Leonard, vulcanólogo del instituto de investigación de GNS Science de Nueva Zelanda, señaló también este martes en una conferencia de prensa que en las últimas semanas se había registrado un aumento en la actividad del volcán Whakaari. “[Whakaari es] claramente capaz de entrar en erupción sin señales previas inmediatas. Hemos tenido esas erupciones recientes en los últimos años, pero en aquellas ocasiones, no había gente en la isla. Este es el volcán más activo de Nueva Zelanda”, ha indicado Leonard, según informa The Age.

Las autoridades locales calculan que hay un 50% de posibilidades de nuevas erupciones en las próximas 24 horas en esta isla que cada año es visitada por 10.000 personas. “Otra gran explosión es poco probable en este momento”, ha asegurado no obstante Sarah Stuart-Black, directora del Ministerio de Defensa Civil y Gestión de Emergencias neozelandés. Pero el peligro es suficiente como para impedir que los equipos de rescate desembarcaran en la isla, informa Reuters.

Las pesquisas de las autoridades, según recoge Efe, incluirán a los operadores turísticos que realizan excursiones a esta isla, ubicada a 48 kilómetros al este de la Isla Norte y que pertenece desde 1952 a una fundación privada de la familia Buttle en calidad de reserva natural. La isla Whakaari, también conocida como White Island, recibió 17.500 turistas el año pasado.

El presidente de la empresa White Island Tours, Paul Quinn, dijo a la cadena pública TVNZ que ese día fueron a la isla a tenor de los informes del GNS, que, según sus criterios, ese día era seguro para realizar actividades turísticas.

Sin esperanza con los desaparecidos
La policía no espera encontrar con vida a las ocho personas que aún siguen desaparecidas. “Basándonos en la información de la que disponemos, no creemos que haya ningún superviviente en la isla”, señaló la policía neozelandesa en la noche del lunes.

En el momento de la erupción, 47 personas de siete nacionalidades diferentes se encontraban en la isla: 24 de Australia, nueve de Estados Unidos, cinco de Nueva Zelanda, cuatro de Alemania, dos de Reino Unido, dos de China y una de Malasia. “La naturaleza de las lesiones que han sufrido las personas es grave y significa que identificarlas es un asunto complejo”, ha explicado la policía.

El volcán Whakaari se encontraba en el nivel dos de alerta en el momento de la erupción, lo cual indica un riesgo de disturbios moderados a intensos, según información del medio neozelandés Newsroom. El sistema de medición de riesgo va del cero al cinco, siendo este último el más peligroso. El Whakaari ha tenido el nivel dos en diez ocasiones desde 2012, pero ayer fue la primera vez que se produjo una erupción estando en ese estado de alerta.

“Las dos horas más largas de mi vida”
Lillani Hopkins, una estudiante de geología de 22 años, decidió ir a visitar el volcán para celebrar el cumpleaños de su padre, Geoff Hopkins, pastor en una iglesia. Pudieron sacar fotos desde arriba del cráter y cinco minutos después de abandonar la isla en una embarcación, el Whakaari entró en erupción. A ellos, como al resto de visitantes, se les ordenó colocarse debajo de la cubierta, mientras el bote daba media vuelta para ayudar a los que todavía permanecían allí.

“La tripulación comenzó a sacar a la gente del agua, pero a todos nos dijeron que nos quedáramos adentro. Treinta segundos después, un tripulante preguntó: ¿Hay algún médico o alguien que sepa de primeros auxilios? Necesitamos ayuda”, ha explicado Lillani Hopkins al periódico local Stuff. Ella posee un curso de primeros auxilios por la universidad de Waikato. “Pero era solo para poder enyesar a los niños cuando se caen”, ha relatado la joven.

“Nunca había visto quemaduras así. Fue horrible. La gente seguía viniendo y viniendo (…) había 23 personas que dejaron sus vidas en nuestras manos. Estábamos todos en ropa interior para intentar mantener a las víctimas abrigadas, que estaban con la ropa mojada. La gente tenía frío pero se estaba quemando. He hecho y visto cosas que nunca pensé que tendría que hacer. Fueron probablemente las dos horas más largas de mi vida”, ha añadido Hopkins.