El primer año de gobierno del presidente López Obrador es diferente al de sexenios anteriores… porque es igual. A pesar del discurso reiterado de una Cuarta Transformación (4T), la vida nacional se sigue ciñendo al modelo del sistema político/régimen de gobierno/Estado constitucional construido por diferentes grupos en el periodo de la Revolución Mexicana.

Pero el hecho de que todo siga siendo igual o conocido no quiere decir que no hayan existido cambios. En todo caso, México vive el tránsito –que no transición– dentro de un mismo sistema/régimen/Estado. Y no existe engaño: el nuevo gobierno está comprometido a mantener la condicionalidad estabilizadora del ciclo neoliberal, aunque con decisiones que recuerdan el ciclo populista.

El sistema político priísta está formado por seis pilares estructurales: el presidente de la república, el PRI, el Estado de bienestar, acuerdos con sectores invisibles, la ideología como aparato de dominación cultural y la Constitución de 1917 con todo y sus modificaciones. En la 4-T están funcionando igual, salvo por el hecho de que el PRI es hoy Morena y su mayoría legislativa ha demostrado estar sometida –como ha ocurrido de manera histórica con el viejo PRI– al dominio del ejecutivo federal.

En su configuración histórica –monarquías indígenas, Nueva España, Independencia, Reforma y Revolución–, México se gobierna por el liderazgo del presidencialismo, sin que haya podido configurarse un sistema presidencial; es decir, la influencia personal del presidente en turno dinamiza y subordina el funcionamiento del sistema.

Los cambios realizados en el año de gobierno no han reconfigurado el sistema/régimen/Estado; al contrario, lo han reafirmado en su continuidad. Hasta ahora, las reformas lopezobradoristas han carecido de efectos estructurales en los cinco temas fundamentales: seguridad, PIB, democracia, corrupción y liderazgo presidencial; ha habido, eso sí, decisiones aisladas que no han podido construir una reestructuración del sistema/régimen/Estado.

La clave de toda reforma reorganizadora integral radica en la Constitución de 1917, vigente con todo y sus 733 reformas a sus 136 artículos, entre ellos las 155 del gobierno de Peña Nieto y las 110 del gobierno de Calderón. Al final, han sido reformas para ajustar los mandatos constitucionales a los programas coyunturales. Pero el sentido sigue siendo el mismo: una Constitucion eje del sistema político priísta, esté o no el PRI en el poder presidencial.

Las reformas de la 4T han sido de procedimientos, a pesar de que la correlación de fuerzas políticas ha estado a favor de Morena y el presidente López Obrador. Los equilibrios sociales, productivos y de clase siguen siendo iguales a las diferentes etapas del PRI. La expectativa presidencial, en todo, caso se basa en la posibilidad de que se pueda modificar el basamento moral del mismo sistema, de tal manea que pueda funcionar sin corrupción.

Las cifras de la victoria del 1 de julio de 2018 no fueron tan optimistas para los cambios. El viejo PRI tuvo, de 1920 a 1985, la mayoría calificada en el Congreso y votaciones promedio de 85% en la presidencia. De 1988 a 1997, el PRI perdió esa mayoría y fue sacado de la presidencia en el 2000.

Pero el problema fundamental ha sido la ausencia de una alternativa de proyecto nacional de desarrollo económico y social y la previsión de sus efectos políticos y de clase. Las propuestas de López Obrador han sido en el sentido de reanudar el viejo modelo de crecimiento con bienestar y control de la inflación que hubo, mal que bien, hasta 1970.

La meta central del proyecto de López Obrador radica en el regreso del Estado a la hegemonía de las decisiones del poder, pero sin pasar antes por una depuración interna del Estado y sin tener un aprendizaje de los errores del pasado. El regreso del sector privado a la dinámica productiva con el programa de infraestructura ha revelado que no pudieron darse los cambios en la correlación de fuerzas productivas.

Lo que queda por aclarar es si la 4T se conformará con cambios procedimentales en el mismo sistema/régimen/Estado o si esperará a la mayoría del 2021 para la gran reforma del proyecto nacional.

Desde el extranjero. Dos noticias foráneas: el precandidato demócrata Joe Biden ya recibió en público el mensaje de que Obama no lo apoya y comienzan a salir los negocios y corruptelas de su hijo. Y en Gran Bretaña se ha filtrado el dato de que la reina Elizabeth II ya decidió abdicar a favor de su hijo el príncipe Charles, en el contexto de el involucramiento del príncipe Andrew con el millonario Jeffrey Epstein y el sacudimiento de una de las monarquías más antiguas del mundo.

Política para dummies: La política es el mundo de las promesas renovadas ad infinutum.

Home

[email protected]

@carlosramirezh