Un comerciante muestra una camiseta con la figura del primer ministro indio Narendra Modi en una tienda de Nueva Delhi el pasado 13 de marzo. MONEY SHARMA AFP

Las elecciones generales en India, que comenzarán el 11 de abril y que durarán un mes, suceden en un momento de exaltación patriótica tras el último bombardeo en territorio pakistaní por parte del Gobierno indio. Esta escalada militar entre las dos potencias nucleares, que no se había dado en cuatro décadas, ha beneficiado al primer ministro Narendra Modi justo cuando arranca la campaña electoral.

Las fuerzas aéreas del país hindú bombardearon a finales de febrero varios campos de entrenamiento del grupo terrorista Jais-e-Mohammad (JeM), que asumió la autoría del atentado que semanas antes mató a 44 soldados indios en Cachemira. Estas maniobras militares han frenado la caída de la popularidad del líder del partido nacionalista y conservador hindú Bharatiya Janata Party (BJP), mermada en el último año por la ralentización económica y la subida del desempleo. El BJP utiliza este conflicto armado como aval para retener la mayoría en el nuevo parlamento.

Alrededor de 900 millones de electores podrán ejercer su derecho al voto en unos comicios que durarán un mes, hasta el 19 de mayo, y cuyos resultados se conocerán el 23 de ese mes. La extensión y demografía de India (con 1.300 millones de habitantes), hacen que las elecciones en la democracia más grande del planeta tengan lugar durante seis semanas y en siete fases. A los 84 millones de nuevos electores con respecto a 2014 hay que sumar las dificultades impuestas por una ley que exige que todo votante disponga de una mesa electoral a una distancia de no más de dos kilómetros. La ley también obliga a que todos los colegios sean custodiados por la policía federal para asegurar la validez de los escrutinios, ante la sospecha de negligencias por parte de fuerzas del orden locales.

Irrupción de las ‘fake news’

La Comisión Electoral Nacional ha advertido de que el Ejecutivo no podrá anunciar nuevas políticas ni hacer campaña con dinero público. También exigió a los partidos que no utilicen al Ejército como propaganda electoral. Tras el incidente militar con Pakistán, varios miembros del Ejecutivo echaron en cara a la oposición su presunta falta de patriotismo: “La nación coincide en que la amenaza del terrorismo debe ser eliminada. Quiero preguntaros: ¿no creéis lo que dicen nuestras fuerzas armadas?”, dijo el propio Modi hace poco más de una semana en un acto de precampaña.

Tras el bombardeo indio, Pakistán respondía con otro ataque y con la detención del piloto indio Abhinandan Varthaman, que al final fue devuelto 24 horas más tarde en un “gesto de paz” que enfrió la escalada militar en el sur de Asia.

El conflicto entre Pakistán e India puso de relieve la falta de veracidad en la versión oficial de este último y la ausencia de profesionalidad de los varios centenares cadenas de televisión y radio del país. En este sentido, la Comisión Electoral nombró a expertos para controlar redes sociales como Facebook, o la local ShareChat, para prevenir la difusión de noticias falsas que manipulen a los votantes. Mientras, otros analistas critican el alineamiento patente entre el Gobierno y muchos de los medios tradicionales de cara a las elecciones.

Un Gobierno en horas bajas

Esta crisis se ha convertido en la tormenta perfecta para el Gobierno de Modi, amenazado por la ralentización económica y por las acusaciones de estar ocultando los datos de un desempleo que se prevé histórico. El líder nacionalista hindú se enfrenta también al enfado de los agricultores y ganaderos del país, furiosos por la caída de los precios de los productos básicos y por su estricta normativa para la protección de las vacas, consideradas sagradas en la cultura hindú.

Pero el poderío militar mostrado ante Pakistán renueva la popularidad del primer ministro después del desastre electoral de las elecciones regionales de diciembre, en las que su partido perdió el poder en tres Estados cruciales; donde se hizo con la victoria el histórico y principal opositor, el Partido del Congreso.

En las zonas rurales de India, donde vive el 70% de la población, el impacto que ha tenido el conflicto con el país vecino ha sido mucho mayor. Un ejemplo es el Estado de Uttar Pradesh (UP), el más grande y superpoblado, que envía el mayor número de legisladores al parlamento. Allí, el BJP podría hacerse con 41 de los 80 escaños, según la cadena de televisión india TV-CNX. Aunque el resultado está muy por debajo de los 73 que cosechó en las generales de 2014, son 12 más de los que predecía la encuesta realizada por el mismo grupo y en la misma región antes de que se produjese el enfrentamiento aéreo de finales de febrero.