Un B737 MAX en una exhibición en la feria aeronáutica de Farnborough BEN STANSALL AFP

La cascada de aerolíneas y países que anuncian la suspensión de vuelos del B737 MAX-8 aumenta al ritmo que lo hacen las dudas. Boeing, su fabricante, así como la agencia de la aviación civil en Estados Unidos (FAA, en sus siglas en inglés) tratan de calmar la situación garantizando que el aparato es seguro. Un total de 170 aviones que operan 27 compañías dejaron ya de volar, lo que representa un 48% de la flota a escala global de la versión más moderna del B737.

Boeing libra una verdadera carrera contra el reloj para evitar que los dos accidentes fatales sufridos por su avión en menos de seis meses pongan en entredicho su reputación. En plena desbandada, emitió un comunicado reafirmando que la seguridad de los aviones, de su tripulación y de los pasajeros es prioritaria. Y anuncia que para abril tendrá listo un nuevo diseño del sistema de control de B737.

Tras el siniestro a final de octubre pasado del B737 MAX-8 operado por Lion Air, el fabricante y el regulador acordaron hacer una serie de mejoras a los programas informáticos y dispositivos electrónicos que permiten estabilizar la aeronave en las operaciones críticas. La nueva variante del bimotor es más ligera y cuenta con motores más grandes. Para ganar en eficiencia, se pegaron además al fuselaje.

El sistema automatizado está concebido para que la inclinación del avión sea la adecuada. La mejora que se va a introducir busca dar mayor control a los pilotos cuando la lectura del ángulo de ataque del avión sea errónea. La FAA, sobre la base de la información disponible sobre segundo accidente mortal protagonizado por Ethiopian Airlines, insiste en que no es necesario dar nuevas directrices a los operadores.

El B737 entró en servicio hace medio siglo y representa una cuarta parte de las ventas de Boeing. La variante MAX, que cuenta con cuatro versiones, lo hizo hace justo dos años. Boeing cuenta actualmente con una cartera de pedidos que acumula 5.100 unidades. Está por ver si este episodio provoca cancelaciones y afecta al ritmo de producción, que este año se esperaba alcanzara las 57 unidades mensuales.

Hay, sin embargo, un intenso debate sobre si Boeing debe o no decidir voluntariamente que todos los aviones de este modelo queden en tierra así como los del B737 MAX-9. Southwest Airlines es actualmente el mayor operador de este avión a escala global, con 34 unidades, y reafirmó su confianza en el aparato al señalar que se realizaron 41.000 vuelos sin que se detectaran problemas técnicos.

Le sigue Air Canada y American Airlines, con 24 cada una. De los 350 aviones que operan a escala global, unas 220 unidades vuelan con compañías extranjeras. Boeing señala, además, que está trabajando estrechamente con la FAA en la certificación del sistema mejorado de control de vuelo y para formar adecuadamente a los pilotos, para que se familiaricen con los cambios que se van a introducir.

Boeing explica que los sistemas electrónicos de la nueva variante del B737 buscan que el avión se comporte en vuelo como la anterior generación. Pero a raíz del incidente de Lion Air se señaló tanto al fabricante como a la FAA por no haber insistido a las aerolíneas en la necesidad de que entrenaran a sus pilotos para hacer la transición hacia los nuevos aviones.

La presión crece para Boeing pero también para la autoridad de la aviación civil estadounidense, un referente global y el principal supervisor del fabricante del B737. La situación recuerda al episodio que se vivió hace justo seis años al estrenarse el B787 Dreamliner, tras registrarse una par de incidentes relacionados con las baterías que alimentan sus sistemas electrónicos y que forzaron la suspensión.

En aquella ocasión el problema se solucionó tres meses después con un arreglo mecánico y el impacto fue muy limitado, porque el número de aviones que operaban de ese modelo era muy inferior. El incidente fue serio, pero no hubo que lamentar víctimas mortales. La FAA insiste en que la investigación de las causas del siniestro mortal del avión de Ethiopian continua y se están examinando las cajas negras.

Los títulos de Boeing caían un 6% en la apertura de la sesión este martes en Wall Street y perdieron más de un 10% de su valor durante la última semana, equivalente a unos 21.000 millones de dólares. El presidente Donald Trump entró en el debate originado por estos accidentes para decir que los aviones son cada vez más complejos tecnológicamente y eso deja poco margen de acción a los pilotos.

Los datos del vuelo y el intercambio entre los pilotos determinarán si el accidente se produjo por un sistema defectuoso del avión, por un error de los pilotos o una causa externa al avión. También permitirá establecer si hay algún tipo de vínculo con el siniestro de Lion Air. En aquel caso se determinó que se debió a un problema de mantenimiento de los sensores que permiten medir la velocidad en vuelo.