Jennifer Lopez y Alex Rodriguez en el estreno de 'Second Act', el 12 de diciembre de 2018 en Nueva York. JOHN LAMPARSKI WIREIMAGE XAVI SANCHO

El pasado 18 de diciembre, el medio estadounidense The Atlantic publicaba una noticia (otra) que parecía sacada de El Mundo Today. Los nuevos influencers estaban fingiendo que su posts subidos a Instagram estaban patrocinados por marcas. La idea es que el público piense que son más importantes de lo que son y que las firmas vean en ellos una plataforma atractiva, pues si la competencia les ha pagado por subir algo relativo a sus productos, algo tendrán. Para que luego digan que estas nuevas estrellas del product placement son menos avispadas que las anteriores.

“Es una cuestión de credenciales. Cuantos más patrocinadores, más credibilidad”, informa en la pieza una de estas nuevas estrellas que arrasan entre (muchas otras) esa facción del público al que van destinados hoy los productos de lujo: jóvenes con poder adquisitivo que no están ni se les espera en el mercado laboral. Así pues, tal vez podemos pensar que 2019 será definitivamente el año en que explotará el fenómeno influencer. O se normalizará por completo. No sabemos cuál de las dos cosas asusta más, pero lo cierto es que ya viene siendo hora de que el formato de fama tradicional y los medios que ejercen de altavoz de la misma aprendan a lidiar con estos influencers. Hasta hoy, la mayor parte de sus apariciones en medios ajenos a sus propias plataformas ha denotado una incomodidad, cuando no inquina, a la hora de hablar de ellos, y un desconocimiento, cuando no desprecio, para afrontar su presencia en esas plataformas tradicionales. Han logrado incluso llegar a dejar obsoletas a las webs de cotilleos, las mismas que hace una década pusieron en duda la sensatez de mantener semanales de este tipo en los quioscos y consultas de dentistas.

Mientras esperamos a ver qué sucede con todo esto, durante 2019 podremos entretenernos con la segunda cosa que más nos ha entretenido desde siempre de los famosos tradicionales: sus bodas. Lo primero, obviamente, son sus rupturas. Se espera que Scarlett Johansson y Colin Jost confirmen que quienes pensaban que su relación era un chiste se equivoquen. Venus Williams también parece destinada a formalizar lo suyo con Nick Hammond, recuperando así algo del terreno mediático que su hermana Serena le ha ganado este año, tanto en las pistas de tenis como fuera de ellas. También parece altamente probable que Jennifer Lopez nos convenza otra vez de que en esta ocasión su relación romántica es de verdad y para siempre, pues, como siempre, fuentes cercanas a ella afirman que jamás la han visto tan feliz. Qué envidia. El responsable de esta inusitada algarabía romántica es Alex Rodríguez.

Sea como sea, nadie logrará eclipsar la boda entre el príncipe Enrique y Meghan Markle y el posterior ascenso al estrellato global de la actriz estadounidense. Markle se ha convertido en el fenómeno global del año. Y lo ha logrado, sorprendentemente, haciéndolo casi todo bien. Si cocina por Acción de Gracias, sus recetas se viralizan. Si se abre ella misma la puerta al bajar de un coche oficial, inmediatamente el gesto se convierte en fenómeno de tintes feministas, incluso más revolucionario que las camisetas con mensaje de Beyoncé. Este año, en la casa Windsor se va a casar Lady Gabriella. El efecto Markle ha sido tan descomunal que esta familiar semilejana de Isabel II contraerá matrimonio este 2019 replicando exactamente el bodorrio entre Enrique y la estadounidense: ceremonia en la capilla de San Jorge, recepción en Frogmore House.

Otro gran personaje de este 2018, aunque por motivos realmente opuestos, ha sido Kanye West. El rapero y marido de Kim Kardashian, tras un primer tercio de año manteniendo un perfil bajo (para sus estándares, claro), entró con todo en primavera. Y desde entonces no ha parado de provocar maremotos ahí por donde ha pasado. Desde su defensa de Trump en el programa Saturday Night Live hasta su reunión en el Despacho Oval con el presidente, pasando por la compra de una foto del baño de Whitney Houston cuando esta se encontraba en su peor fase de adicción a las drogas para usar como portada para un disco producido por él, o su última pelea a través de Twitter con Travis Scott, rapero y pareja de Kylie Jenner, hermana de Kim.

El 2019 de Kanye puede ser incluso más estrambótico si finalmente decide entrar en política. Esta próxima primavera empezarán a posicionarse los candidatos a competir con Trump en las próximas elecciones estadounidenses, y Kanye está cada vez más convencido de que el clima actual es ideal para globalizar sus boutades (recuerden que este señor es quien dijo hace unos meses que la esclavitud era una opción). Por el lado demócrata, durante este año se ha estado flirteando con la posibilidad de que quien compita contra Trump sea una celebridad. Si no puedes con ellos, únete. Han sonado Oprah, Clooney y hasta Lebron James. Como es menester, todos han negado que estén interesados en meterse de lleno en la arena política. Pero nada es descartable en esta distopía actual.

Todo esto y mucho más pugnará por llamar la atención y el morbo de unas audiencias que el año que viene van a tener que hacerse a la idea de que no va a haber Operación Triunfo, algo que incluso podría provocar un aumento en la natalidad. El reality que tan bien parecía haberse adaptado a los nuevos tiempos, ha flojeado esta temporada y sus responsables han decidido darle un año de barbecho. Para consuelo de los fans de OT, solo recordarles que los fans del fútbol este verano no tenemos ni Mundial ni Eurocopa. Los veranos impares se hacen eternos.