Nadie en el Santiago Bernabéu encendía su cámara de vídeo para filmar los goles de Alfredo Di Stéfano. No existían los móviles, claro. Pelé se comenzó a pasearse por las galas de la FIFA, cuando ya se había olvidado de vestirse de corto. Entonces, cuando brillaba en el Santos y la Canarinha, el fútbol olía poco a Hollywood, claro. Cruyff se llevó tres Balones de Oro, pero ninguna Bota de Oro. Claro, nadie se animaba a cuestionar la magia del Flaco por mucho que no se llevara el Pichichi. Maradona nunca ganó un Balón de Oro. En la década del 80 France Football solo tenía ojos para los europeos, claro. La vida moderna ha llevado a Messi a copar YouTube y a colonizar premios individuales. Solo Cristiano Ronaldo cuenta tantos Balones de Oro como él (cinco); nadie, en cualquier caso, se ha consagrado cinco veces como el mejor goleador de Europa. Solo Messi, claro.
Este año, Messi se quedó afuera por primera vez 12 años del podio del Balón de Oro. Lo contrarrestó con la Bota de Oro. Presente en los escenarios, esencialmente en el campo, su fútbol es ajeno a la coyuntura azulgrana. El 10 siempre brilla. Mande Guardiola, Vilanova, Luis Enrique o Valverde en el Camp Nou. Messi se calzó la primera Bota de Oro en la temporada 2009-2010. Guardiola ya lo reinventó como falso nueve y el rosarino le contestó con 34 goles. Una cifra más de artillero que de enganche, terrenales en cualquier caso. En la última temporada del técnico de Santpedor, la 2011-2012, Messi se despachó con lo nunca visto: 50 dianas. Por supuesto, levantó su segunda Bota de Oro. Se fue Guardiola y nada cambió. Messi se consagró como el mejor goleador de Europa, tras firmar 47 goles con Tito Vilanova.
No fue gracias al Pep Team ni al equipo de récord de Tito (se llevó LaLiga de los 100 puntos), tampoco al Barcelona del Tridente. En el curso 2016-2017, con Luis Enrique en el banquillo y junto a Luis Suárez y Neymar en la delantera, el rosarino marcó 37 tantos. Cuarta Bota de Oro. Messi no paraba de gritar goles, estuviera quien estuviera al mando en el Barça, jugara con quien jugara en el campo. Ya no está Xavi, esta campaña se le marchó su socio Iniesta, ni siquiera compite con Cristiano Ronaldo en España. El 7 se llevó sus goles a la Serie A y Messi, a sus 31 años, sigue a lo suyo. Fiel a su idilio con el gol, fundamentalmente con el fútbol. Esta campaña sus 20 goles y 12 asistencias en 19 partidos. “Amo el fútbol, pero nunca imaginé tanto”, confiesa el 10 en la gala, acompañado por Sergi Roberto y Sergio Busquets, capitanes del Barcelona.
Si el año pasado, la Bota de Oro se la entregó su amigo Luis Suárez, este martes Messi tuvo unos anfitriones especiales. Gerard Arenas, Marc Mimó, Pablo Yancén y Arnau Vizcaíno, desconocidos en el mundo del fútbol, no para Messi. Cuatro niños, pacientes del Hospital Sant Joan de Déu, apadrinado por el rosarino. Messi es la cara del proyecto SJD Pediatric Center de Barcelona, el centro oncológico infantil que será el más grande de Europa con capacidad para atender a más 400 niños. “Los verdaderos fenómenos”, publicó el 10 en Instagram, a la que le sumó una foto con sus cuatro anfitriones. El proyecto de Sant Joan de Déu ha recaudado 30 millones de euros, tres donados por la Fundación Leo Messi.
Un gol diferente del 10, el día que levantó su quinto galardón como el mejor goleador de Europa. Ni por Guardiola ni por Vilanova ni por Luis Enrique ni por Valverde, tampoco gracias al Tridente ni a la rivalidad con Cristiano. El gol es siempre de Messi, mande quien mande, juegue quien juegue.