Marea intelectual rosa

Julio Hernández López | Astillero

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Salvo que la real oposición al obradorismo (la de Movimiento Ciudadano no lo es) tenga alguna carta sumamente destructiva por mostrar (tanto han hablado de videos impactantes e irrefutables sobre actos de corrupción), es probable que Xóchitl Gálvez haya desperdiciado en la noche de este domingo la mayor oportunidad de acercarse en intención de voto a Claudia Sheinbaum, luego de una mañana también dominical en la que parecía haber cargado pilas para derrochar sagacidad política en un debate en el que se desinfló, dejando las burbujas matutinas sonrosadas convertidas en un anticlímax nocturno en Tlatelolco, efervescencia pura de la hidalguense, hervores sin destino, plop.
Tan insegura, que hubo de recurrir a la provocación torpe, a la gesticulación, la cartulina pinochesca y el alegato infantiloides, Gálvez parecía no haber sido la autora ni la beneficiaria del acto matutino rosa que tuvo como orquestador principal al inversionista Claudio X. González y a los líderes manipuladores de PAN, PRI y PRD.

Pareciera que la hubieran hecho leer un discurso que le era ajeno o que no la hubiera convencido la importante concurrencia de antiobradoristas, más que de xochilovers: llegó al debate maltrecha y equívoca, blandiendo acusaciones contra un Mario Delgado al que el propio López Obrador considera susceptible de que se defienda por sí mismo y tratando de probar con un libro anabélico de probada falta de pruebas sus acusaciones de narcocandidata contra Sheinbaum, instalada la hidalguense en una insistencia rogatoria de que la morenista le hiciera caso y se enzarzara en un gelatinero pleito anhelado.

Con la candidata puntera en reiterada condición desdeñosa del pataleo de la rezagada Xóchitl, y ésta en condición de retadora amateur, en busca de colocar algún golpe de suerte que revirtiera el marcador adverso, el habilidoso Jorge Álvarez Máynez se las ingenió para erigirse en una especie de ganador de segunda división, vistoso en las maniobras retóricas que hasta izquierdistas o avanzadas pudieran figurarse, aunque rápidamente se desinflaran a la hora de contrastarlas con el historial y la realidad del dantesco partido naranja y sus virreyes neoleoneses.

Claudia, a fin de cuentas, ganó porque no tuvo contrincante a pesar del inflamiento matutino rosa o justamente porque la desinfló la cruda confirmación del control de los poderes reales sobre esa candidata que nunca apareció a cuadro en las transmisiones pronunciando su discurso poco xochitleco en el Zócalo. Y, también, porque al subir Álvarez Máynez baja Xóchitl: récord ganador.

Fue otro debate que no fue debate. Concertadamente atrapados los propios contendientes en las redes de protección y los candados múltiples que a través de sus representantes acordaron para evitarse riesgos, explicable tal vez en el caso de la puntera, inentendible en el caso de la ocupante del lejano segundo lugar.

Diez días atrás, un adelanto astillado reveló que Héctor Aguilar Camín enviaba mensajes a grupos de WhatsApp en busca de firmantes para un desplegado de la comunidad intelectual y cultural en apoyo explícito de la candidatura de Xóchitl Gálvez (Canal Astillero: https://goo.su/gOE2I0T). Tal cual: ayer se confirmaron las intenciones, los textos enviados por redes y la confirmación de lo sabido, pero no hecho explícito.

No es una salida de clóset político e ideológico: en los textos (donde destacan los grupos de intelectuales correspondientes a las revistas Nexos y Letras Libres) aparecen políticos e incluso miembros de las estructuras de apoyo a Gálvez, así como periodistas y opinantes constantes contra la llamada 4T y sus cartas electorales. Así como ha resultado importante que la derecha salga a las calles, con vestimenta rosa, para asumir sus posicionamientos electorales, es valioso que la marea intelectual rosa haga explícitas sus banderas a favor de Xóchitl. ¡Hasta mañana!

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