Unos asaltantes entraron anoche en las oficinas comerciales de la embajada española en México y golpearon al vigilante para llevarse una cantidad de dinero aún sin especificar, “pero no mucho”, dicen fuentes de la embajada. El vigilante ha sido atendido por una ambulancia esta mañana de una herida en la ceja, pero no reporta daños de mayor cuidado, según explican. Las oficinas asaltadas están en la calle Masaryk del centro barrio de Polanco, cerca de donde se ubica también la embajada y el consulado.
Los responsables de la legación ya han puesto en conocimiento de sus interlocutores en el Gobierno mexicano lo ocurrido en la noche y la policía está aún cumpliendo los trámites y protocolos previstos en estos casos. “Solo se han llevado dinero y no se trata de una gran cantidad”, afirman en la sede diplomática.
El barrio de Polanco y la calle Masaryk es una zona de clase alta en la capital mexicana, donde hay más de una embajada y cuenta con vigilancia y policía generalmente, lo que hace del lugar uno de los más seguros de la ciudad, aunque no está exento de ataques armados y algún que otro homicidio de tarde en tarde. Es un barrio residencial donde se encuentran los grandes restaurantes y numerosas tiendas de moda de altas firmas. Los empresarios se han quejado en ocasiones de la inseguridad que vivían porque en ocasiones algunos de los suyos ha sido víctima de un atraco, secuestro o incluso homicidio. Suelen ser objetivos fijos, más que balaceras a discreción.
El empresario Íñigo Arenas Saiz fue una de esas víctimas. Desapareció en la calle Masaryk el pasado agosto, en la madrugada del domingo 6 de agosto y fue encontrado sin vida el lunes 7 en otra alcaldía de la capital.
Meses antes, en abril de 2023, un ataque armado en un Starbucks del centro comercial Plaza Carso, en una de las zonas más adineradas de la ciudad, acabó con la vida de una persona y otra fue herida. La agresión se produjo de manera directa contra uno de los clientes del establecimiento y sembró el pánico entre el resto de comensales.
Sucesos así son comunes en todo México, también en la capital, pero la inquietud se dispara cuando ocurren en barrios como este, que son pequeños oasis bien protegidos donde es más difícil que se den episodios de violencia.