Ante las primeras indagaciones sobre irregularidades encontradas en el manejo de los dineros del INE, el exconsejero presidente Lorenzo Córdova Vianello está tratando de convertirse en víctima para eludir la responsabilidad de rendición de cuentas, un método que forma parte de la calidad de la nueva democracia que siempre estuvo promoviendo desde su cargo en las oficinas electorales.
Córdova se dice –por argumentación de su jefe político José Woldenberg en su artículo en El Universal— “perseguido”, cuando en realidad se trata de las primeras indagaciones –incluso hasta superficiales– de los miles de millones de pesos que manejó a su arbitrio en el INE y que utilizó para la contratación de una burocracia dorada de empleados y funcionarios que debieron de pasar por los embudos laborales del Instituto de Estudios para la Transición a la Democracia.
Córdova se olvida de la forma en que utilizó el poder arbitrario y absolutista del INE para perseguir a críticos de su gestión, de sus intolerancias y de sus racismos. Contra el autor de Indicador Político Córdova desató una persecución de casi tres años sólo por la inclusión en la columna de dos párrafos –sólo dos– de una encuesta que no había pasado por la bendición del instituto.
El final de la historia estuvo en un dictamen del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación señalando que el presunto delito con consecuencias penales que estaba buscando Córdova había sido un ejercicio de libertad de expresión, pero durante tres años obligó al columnista a contratar abogados, ver violada su intimidad en el hogar enviando requerimientos agresivos que colocaban en la puerta de la casa particular del columnista, a pesar de que los abogados del INE sabían de una dirección para recibir documentos judiciales. De manera arbitraria, el secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina, violó los datos privados del columnista en el padrón electoral y usando el poder del instituto se hizo de la dirección privada que no constaba en la credencial del INE por razones de seguridad y hasta la casa particular llegaban con agresividad los enviados judiciales del instituto.
Córdova, su fiel escudero Ciro Murayama Rendón y Jacobo Molina amenazaron al columnista con arrestos administrativos y procedimientos penales, persiguieron y acosaron a cuando menos diez periódicos del interior de la República que reproducían la columna Indicador Político, a todos les exigieron acceso a su información contable e inclusive Córdova exigió al SAT los expedientes del columnista con el único propósito de indagar si la publicación de la encuesta en una columna había sido una operación comercial no declarada fiscalmente. Ante la negativa del SAT, de manera arbitraria Córdova estableció una multa, después de tres años, de menos de 15 mil pesos.
La persecución de Córdova y su INE contra el columnista terminó cuando el TEPJF determinó que el caso había sido de ejercicio de libertad de expresión protegida por artículos constitucionales, porque el autoritarismo y la arbitrariedad de Córdova estaba poniendo un reglamento de elecciones con referencias a encuestas por encima de los artículos 6 y 7 constitucionales donde se establece que la libertad de expresión ejercida en medios no podía ser perseguida por instrumentos administrativos, mostrando que el consejero presidente era un abogado constitucionalista de recorta y pega.
Con apenas una primera referencia de revisión de sus cuentas, Córdova y el cacique electoral Woldenberg han puesto el grito en el cielo vociferando que hay una persecución política contra el exconsejero presidente del INE, cuando el actual contralor del Instituto, Luis Osvaldo Peralta, acudió a la Cámara de Diputados a dar un adelanto de las primeras investigaciones que se han abierto sobre presuntos malos manejos económicos de –hasta ahora– 400 millones de pesos, dejando entrever que existen muchos expedientes más sobre el manejo arbitrario de los dineros públicos en el Instituto por el pago de asesores, colaboradores externos, editoriales y escritores que fueron contratados para exaltar la neurosis mediática del consejero presidente.
En las nuevas reglas de la democracia que solía promover Córdova en su objetivo de convertir al INE en el Ministerio de la Democracia se utilizaban las caracterizaciones de Leonardo Morlino sobre la calidad de la democracia en el punto de la rendición de cuentas. Con su histeria mediática y gritando persecución política, Córdova, Murayama y Jacobo Molina quieren politizar las revisiones contables que están encontrando con presuntas irregularidades usadas sobre todo para exaltar la figura personal del anterior consejero presidente, es decir, ejercer la impunidad.
De perseguidor de críticos, Córdova hoy es víctima de perseguidores de corruptos.
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