Una revisión mediática de la prensa escrita puede llevar a una conclusión que perfila la falla de origen de la candidatura opositora: dicen que no ganó Claudia Sheinbaum Pardo, sino que perdió Xóchitl.
Sin embargo, hay otros datos. El trasfondo del fracaso de Xóchitl Gálvez Ruiz como candidata opositora debería analizarse no en función de que si la chistosa abanderada del PRIANREDE perdió porque no pudo meter su bicicleta a la sala de debates, sino a partir del modelo que engloba la configuración de las dos candidaturas dominantes: una nueva fase en la disputa por la hegemonía en México y la configuración de bloques ideológicos de poder.
El modelo de la hegemocracia o lucha por la hegemonía fue creado en 1981 por el entonces académico Miguel Basáñez y se basó en el descubrimiento del proceso de reconfiguración del sistema político priista como bloque dominante en tres fases: los militares (1920-1946), los políticos (1947-1982) y los tecnócratas (1983-2018). Lo que era la unidad monolítica originaria de la Constitución de 1917, fue transitando hacia la consideración de grupos políticos diversos y se ha llegado al modelo de bloques de poder.
La elección presidencial del 2024, en el modelo de la hegemocracia, se está moviendo en función de dos bloques dominantes y cada uno representa un determinado bloque político de poder: la hegemonía lopezobradorista ha logrado mantener la disciplina interna y controlar disidencias peligrosas –Marcelo Ebrard Casaubón, Ricardo Monreal Avila y Adán Augusto López Hernández y hasta los cardenistas que no encontraron espacio fuera de Morena-, en tanto que la coalición opositora no ha podido construirse como bloque de poder piramidal, ante la inexistencia de un liderazgo único que ponga orden en grupos con intereses irreconciliables, sin capacidad de integración y hasta llenos de resquemores por la baja calidad política de los responsables de la oposición. La hegemonía es la alianza de grupos diversos de poder bajo un liderazgo único.
El éxito político de Sheinbaum se basa en su funcionamiento como bloque de poder hegemónico, bajo el liderazgo férreo del presidente López Obrador, sobre todo porque Claudia fue una construcción política del tabasqueño. En cambio, a Xóchitl –que fue propuesta, paradójicamente, de López Obrador– no le confieren ningún liderazgo piramidal, peor aún: sus aliados más fuertes no la respetan y ella ha logrado sintetizar su propuesta en la imagen donde aparece montando una bicicleta y llegando en solitario al debate en el INE.
Xóchitl perdió el debate porque no confío en ninguno de sus aliados, se echó en brazos de las figuras panistas que han sido derrotadas en competencias públicas y los grupos opositores no han creado un Comité Ejecutivo que se ponga a las órdenes de la candidata presidencial reconociendo su liderazgo y su figura, y por eso se vio a Gálvez Ruiz casi como candidata de sí misma y no de un bloque opositor conservador.
La diversidad de grupos que conforman la participación desarticulada de opositores a la propuesta López Obrador-Sheinbaum explica las razones del fracaso de Gálvez Ruiz y la imposibilidad política de que toda esa coalición parchada pudiera tener una capacidad de cohesión interna, porque en el lado opositor no hay una figura de liderazgo que cohesione los intereses. Las marchas por la democracia alrededor del INE no le reconocen credibilidad a Xóchitl por la fama pública de sus promotores: el PRIANREDE, Claudio X. González, Roberto Madrazo Pintado que sigue acumulando derrotas ante López Obrador, ni menos aún a Alejandro Moreno Cárdenas Alito ni a Marko Cortés, dos políticos que carecen de pensamiento estratégico.
Mientras la oposición no se constituya en un bloque político hegemónico de articulación de intereses y reconocimiento de liderazgos, las posibilidades de Xóchitl Gálvez Ruiz serán cada día menores; ahora mismo, los grupos políticos de la coalición opositora están culpando a la propia Xóchitl del fracaso en el debate y la candidata está acumulando resentimientos contra las diferentes formaciones sociales que muchos suponen que constituyen una coalición opositora, pero que en la realidad no son más que grupos aislados sin articulación política.
Lo malo para la oposición es que ya no hay tiempo para construir un bloque hegemónico de poder, Xóchitl terminó su ciclo en el debate y estará cayendo a plomo y Alito y Cortés sólo están preocupados por sus bancadas legislativas.
Política para dummies: la política, como el arroz, es una receta ancestral.
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