Dos niños juegan en una fuente en Ciudad de México, en medio de una onda de calor, el 9 de febrero de 2024. ROGELIO MORALES PONCE

El invierno en México tiene las semanas contadas y pronto será el momento de salir de casa ligeros porque durante la primavera —que oficialmente llegará el 20 de marzo— podrían registrarse temperaturas récord. Aún no está claro, según los pronósticos, si la temporada de calor será mayormente seca, pero frente a la sequía y los bajos niveles de las presas para el abastecimiento de agua las esperanzas están puestas en La Niña, el fenómeno meteorológico que podría llegar en el verano con lluvias a reemplazar la sequía de El Niño.

“El 8 de febrero ya estuvimos a 30 grados centígrados [en Ciudad de México]. Estamos muy cerca del récord y todavía es invierno”, asegura a EL PAÍS Víctor Torres, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Torres explica que en 2017 se registró una temperatura de 32,5° en la capital. “En Ciudad de México sigue vigente, y ojalá que no se rompa, el récord de 33,9° Celsius, el 9 de mayo de 1998, en el que justamente estábamos bajo el fenómeno de El Niño”, señala el meteorólogo José Martín Cortés.

El Servicio Meteorológico Nacional indica en su reporte del clima más reciente que enero fue el mes más cálido a nivel global, superando por 0,12° Celsius al de 2020, según los datos disponibles desde 1979. “La temperatura fue 0,70° más cálida que la temperatura promedio para este mes”. En México, durante enero, los promedios nacionales de temperatura fueron de: 24.4 grados la máxima, 16.6 la media y 8.9 grados la mínima.

Los efectos de El Niño y La Niña
El fenómeno de El Niño es un evento cíclico que se caracteriza por un calentamiento anómalo del océano Pacífico ecuatorial y está impactando de manera especialmente fuerte en la región por las condiciones atmosféricas inusuales que encuentra debido al cambio climático, explicaba a América Futura Rodney Martínez Güingla, representante de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) para América del Norte, Centroamérica y el Caribe, en noviembre pasado.

“Este fenómeno nos genera condiciones más calurosas de lo normal, como lo vimos el año pasado 2023, especialmente junio y septiembre fueron los meses más calurosos. Estábamos bajo el fenómeno de El Niño y, por ende, se presentó más calor. Para este 2024, en el que todavía estamos bajo el fenómeno de El Niño, la primavera puede ser más calurosa y seca de lo normal, por ende, sí se puede pensar que va a haber más días de calor respecto a lo normal”, sostiene José Martín Cortés.

En contraste, el fenómeno de La Niña cambia la circulación global cuando la temperatura de la superficie del mar del Pacífico ecuatorial presenta una anomalía igual o inferior a -0,5° por al menos un mes. De acuerdo con las previsiones a largo plazo, es probable que esta se llegue a desarrollar a finales de la primavera o durante el verano. “Con La Niña podríamos tener un verano o una temporada de lluvias más activa de lo normal: más ciclones en el Atlántico que puedan llegar al país, no se sabe cuándo, y más actividad de lluvia que también esté llegando al territorio mexicano”, abunda Cortés. “Históricamente se ha sabido que después de un Niño muy intenso sigue una Niña”, asegura Víctor Torres.

La meteoróloga Pamela García coincide en que es probable la llegada del fenómeno de La Niña, aunque considera que lo hará a finales del verano. “Traería lluvias para México, pero de lo contrario, si se mantiene El Niño, vamos a seguir teniendo un periodo seco en el oriente, parte del centro y gran parte del norte del país, porque eso es un escenario estimado que se presenta con Niño durante verano, aunque sea la temporada de ciclones”.

Olas de calor

El Servicio Meteorológico Nacional define una ola de calor —también llamada onda de calor— como el “calentamiento importante del aire o invasión de aire muy caliente, sobre una zona extensa”, que “suele durar de unos días a una semana”.

“Este término está referenciado a por lo menos tres días consecutivos en que la temperatura tanto en las tardes como en los amaneceres, es decir, máximas y mínimas, estén por arriba de lo normal, es decir, sean valores más calurosos. Esto cumpliría con que todo el día, durante tres días por lo menos, se sienta más calor de lo normal. Si se extiende ese periodo, que pueden ser cinco, siete días, un mes, haría referencia al mismo fenómeno”, detalla el meteorólogo José Martín Cortés.

La coordinadora general del Servicio Meteorológico Nacional, Alejandra Méndez Girón, habló en la conferencia Acciones para la temporada de ozono 2024 en la Zona Metropolitana del Valle de México de las condiciones climáticas y meteorológicas previstas, “en donde se prevén cinco ondas de calor entre marzo y junio”, según indica un comunicado de la Comisión Ambiental de la Megalópolis del 9 de febrero. “Si se llegan a dar, nos estaría hablando justamente de que bajo el fenómeno de El Niño es más probable que tengamos más días calurosos y, por ende, más olas del calor”, asegura Cortés.

Para la meteoróloga Pamela García, es posible que las olas de calor sean más duraderas, “que no sean de 15 días, que sean de un mes, mes y medio, lo cual es importante porque al formular este tipo de pronósticos ya se está previniendo a agricultores, a aeropuertos”. La especialista dice que uno de los factores a considerar como causa del aumento generalizado de las temperaturas es “el cambio climático por influencia antropogénica”, debido a las actividades humanas e industriales.

“2023 fue catalogado como el año más cálido, comparado incluso con la era preindustrial, que ha sido lo que ha tratado de evitar la Organización Meteorológica Mundial. Se hicieron varios acuerdos, entre ellos el Acuerdo de París, de no superar 1.5 [grados centígrados] por arriba del promedio de la temperatura global, y ya quedó más que superado”, señala.

¿Una primavera seca?
Una de las preocupaciones principales de que la primavera sea seca es el nivel de almacenamiento de las presas, como las que integran el Sistema Cutzamala, y de los pozos de infiltración por lluvias, que en conjunto proveen de agua a la Zona Metropolitana del Valle de México. Los expertos consultados consideran que no hay certeza todavía para hacer un pronóstico.

“Sí puede haber algunas lluvias, porque el tiempo meteorológico casi siempre produce lluvias, pero esa cantidad de agua no va a ser suficiente para llenar una presa. Se ha observado que lo que más llena las presas a lo mejor es el impacto directo de un huracán”, afirma el investigador Víctor Torres.

“Existe una temporada justamente de tormentas y granizadas para el centro, el oriente y el noreste del país, que corresponden a los meses de primavera: marzo, abril y mayo. Estas tormentas son normales, todos los años ocurren, debido principalmente a la presencia ya de calor, al dominio de calor, que se encuentra eventualmente con los frentes fríos, pero decir cuándo van a ocurrir o que un tornado le va a pegar a Ciudad de México, o que si va a granizar en Benito Juárez, es imposible”, enfatiza José Martín Cortés.