Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez coincidieron ayer, en discursos por separado y ante distintas audiencias, en encomiar el valor de la unidad política y electoral. La primera, ante diputados de Morena, el Verde (uf) y el Partido del Trabajo; la segunda, ante diputados y senadores del Partido Revolucionario Institucional (uf, reforzado).
La candidata de la coalición mayoritaria insistió en el llamado a la unidad porque, conforme avanza el calendario de develación de las candidaturas generales a diputados federales y locales, senadores y presidencias municipales con sus planillas (regidores y síndicos), se van multiplicando los signos de descontento en las filas guindas, por el continuo desplazamiento de cuadros y aspirantes propios o con cierta antigüedad aceptable, ante el arribo pernicioso de personajes no sólo provenientes de partidos antagónicos, sino portadores de historiales contrarios al espíritu de la proclamada regeneración nacional.
Sheinbaum tiene a su disposición, para conjurar rebeldías relacionadas con cargos de elección popular, la nómina federal que se derivaría del muy probable triunfo morenista en urnas. Clásico durante el priísmo fue el acallar inconformidades con cargos gubernamentales, a nivel nacional o regional, según la talla de la oposición interna; Morena y la 4T han practicado esa fórmula y, en este año tenso, la superioridad blande la oferta laboral como fórmula de convencimiento.
A diferencia de lo que sucede en el ámbito de Sheinbaum, Xóchitl Gálvez poco o nada tiene qué ofrecer. Los jefes de los partidos que la postulan se han satisfecho ampliamente con los lugares privilegiados de las listas de aspirantes a cargos legislativos y, a pesar del agravio que ello implica a quien quiso parecer promotora del empoderamiento de la sociedad civil, la hidalguense está pasando el trago amargo de tener que consecuentar e incluso elogiar a esos partidos y dirigentes que le lastran.
Ayer, en el edificio central del PRI, Gálvez hizo una declaración penosa, en la que enalteció las cabronadas del victimario Alito (diccionario de la RAE: Acción malintencionada, propia de un cabrón/ Hecho que perjudica o incomoda de manera grave e importuna) con el aporte sensible de las victimadas: “los malos priístas ya se fueron, se quedaron los que creen en México y yo les quiero decir: los necesito, los necesito en la calle, necesito la experiencia y la fuerza de Alito, porque vaya que es un cabrón, pero también necesitamos la sensibilidad de las mujeres”. ¡ Alito, pégame con el agandalle de candidaturas, pero no me dejes sin apoyo a la Presidencia!
Por cierto, en el presunto monolito de contención a la 4T, formado por PRI, PAN y lo que queda del PRD, asomó algo que podría parecer fisura o coqueteo aventurero: el otro factor de poder en el partido tricolor, Rubén Moreira, adelantó que su bancada podría votar junto a Morena y aliados para aprobar la propuesta presidencial relacionada con las pensiones. En el PAN hay una constante desconfianza a los juegos revueltos de Alito y Moreira, siempre dispuestos a optar por la mejor oferta del momento.
Astillas
Andrés Roemer se suma a la lista de presuntas víctimas de injusticias, que en tiempos recientes prolifera. Así que, dadas las actuales circunstancias, liberado en Israel en diciembre pasado, Roemer, con 61 señalamientos en México por abuso sexual (cinco de ellos judicializados), ha señalado que hay mil falacias mexicanas y que él tiene de peligroso lo que un peluche conlleva. Y, en un arranque de elevación espiritual por propio decreto, en apariencia distante del riesgo de ser extraditado, ha dicho que su estancia en la cárcel y la posterior liberación le han producido un sentimiento de gracia y hierofanía (este último término se aplicaría en el caso, según el diccionario de la RAE, a persona o cosa en la que se manifiesta lo sagrado. El dalái lama es una hierofanía de Buda. La sagrada forma es una hierofanía católica. Sacro Roemer habemus) . ¡Hasta mañana!
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