Samuel García en Monterrey, el 2 de marzo. JULIO CÉSAR AGUILAR

Samuel García ha dado un giro tan grande a la política en estos últimos días que le ha salido de 360 grados. Él se queda en el mismo sitio, efectivamente, pero semejante astracanada abre interrogantes de calado en la campaña electoral y tendrá consecuencias, también para él. Los más creen que la oposición puede frotarse las manos una vez que ha desaparecido, momentáneamente, la única alternativa para quien no gustara de ninguno de los dos grandes bloques, el oficialista y el opositor, y que será Xóchitl Gálvez la mejor posicionada para recoger el desencanto de Movimiento Ciudadano (MC) tras los últimos acontecimientos. Por la misma razón, opinan que el presidente López Obrador y su partido salen perdedores en su estrategia de animar a García para dividir a la oposición, sumando un partido más en liza para las elecciones de junio de 2024. No todo está dicho, sin embargo, porque MC tendrán un nuevo candidato a principios del año que viene, pero hasta entonces la ventaja de los demás puede agrandarse.

Con las orejas gachas, Samuel García vuelve a la gubernatura de Nuevo León y deja a MC sin un presidenciable, justo ahora que el regiomontano estaba avanzando en la simpatía popular, recortando ventajas con el frente opositor, que ahora se llama Fuerza y Corazón por México. ¿Quiénes ganan con ello? “Yo creo que en el corto plazo se beneficia Gálvez porque se queda como alternativa única frente al partido gobernante y esa es una ventaja que puede rentabilizar en los dos meses que quedan hasta que MC nombre un nuevo candidato”, dice el historiador y analista del Colegio de México Humberto Beck. “Creo también que este asunto le complica la victoria a Morena, porque García disputaría sectores más proclives a la oposición. Pero a mi modo de ver, el gran derrotado es Movimiento Ciudadano, que se ha granjeado una imagen de irresponsabilidad, de desorganización y de frivolidad. De algún modo ha destruido esa idea que se tenía del partido como algo ajeno a las taras tradicionales de la política mexicana”.

Aunque MC levante cabeza, este desbarajuste que le ha costado perder al candidato presidencial, opina Beck, dará una ventaja a las dos aspirantes, la morenista Claudia Sheinbaum, y la panista Xóchitl Gálvez, que ya están presentando a sus equipos con seriedad y sin improvisaciones.

El presidente López Obrador ha apoyado tanto a Samuel García en estas últimas semanas que parecía obvio su oportunismo político. Si no lo necesitaba para ganar la presidencia, que parece que no, puesto que Sheinbaum se sitúa con una enorme ventaja para eso sobre su competidora, quizá su jugada iba dirigida a sumar fuerzas en el Congreso y el Senado, donde si no obtiene una mayoría amplia requerirá de alianzas, aunque sean puntuales. Fuerza y Corazón por México acusó en varias ocasiones a García de estar bailando al son que tocaba López Obrador. “Esto supone un tropiezo grande para el presidente, pues dejó al descubierto una jugada que él creía magistral y que le ha salido muy mal. La hipocresía que tanto reprocha a los conservadores hemos visto que es un instrumento al que recurre con frecuencia. ¿Por qué tantas flores a un muchachito mal educado y respondón que pretendía intervenir en la carrera presidencial y, peor todavía, ser presidente de la República?”, se pregunta, seguro que ya con respuesta, la analista política Soledad Loaeza.

“Quizá en el Congreso Samuel García podría haber favorecido al presidente, pero no hay que olvidar que la elección presidencial siempre jala votos para el legislativo, tanto en lo local como en lo federal”, sostiene María Eugenia Valdés Vega, experta en Procesos Electorales en el campus de Iztapalapa de la UAM. O sea, que los ciudadanos no diferenciarán mucho su boleta presidencial, de la del Congreso. Cree que la campaña de García, aunque corta, estaba perjudicando los intereses del Frente, pero no considera que su salida del terreno de juego “ayude mucho a mejorar a Xóchitl Gálvez, porque la ciudadanía que se opone a Morena tampoco encuentra gran alternativa en esta coalición del PRI y el PAN. Tienen fuertes contradicciones que impiden a la candidatura fortalecerse como debiera”, opina. “Me parece que los efectos del sainete no podrán medirse sino en el mediano o largo plazo”, añade.

Movimiento Ciudadano ya acusó fuertes quiebras internas cuando decidió concurrir por separado, sin aliarse con la oposición, a los comicios de junio. Algunas de las grandes voces del partido se inconformaron con ello, como Enrique Alfaro, el hombre fuerte en Jalisco, quien expresó con rudeza sus discrepancias con el jefe de los naranjas, Dante Delgado. Pocas horas después de que García haya vuelto a casa, varios líderes locales han anunciado en la Ciudad de México que sumarán sus apoyos a los candidatos del Frente. Las fisuras vuelven a aflorar. “La indefinición ideológica de MC le convierte en un partido de liderazgos personales. La impresión es que Samuel García podría haber beneficiado a futuros acuerdos con Morena en el Congreso. En todo caso, lo más probable es que el partido utilice sus votos para apoyar en el legislativo al bloque que mejor le convenga en cada caso, pero está llamado a una gran responsabilidad porque puede ser el fiel de la balanza en muchos casos”, dice Beck. Y cree que no es ese el derrotero que está siguiendo el partido, más situado, opina, en la frivolidad fosforescente que se ha convertido en el emblema del partido, incluso adoptado por Dante Delgado. El “fosfo fosfo” que alude a los tenis de la esposa de García, Mariana Rodríguez, “revela que la popularidad de García es lo principal en un partido que se pretendía socialdemócrata y que ha renunciado a la voluntad de un proyecto robusto a cambio de la popularidad y la perspectiva de victoria”, añade Beck.

“Samuel García ha quedado ante la opinión pública como un sinvergüenza que no ha entendido que la política es un asunto serio que afecta la vida de mucha gente. Me parece que ahora para gobernar su Estado tendrá más dificultades que antes. ¿Quién puede tenerle confianza? ¿Quién puede creer en su buen juicio?”, cuestiona Loaeza. A su parecer, este asunto “es un episodio más de la degradación de la política que hemos vivido desde hace más de diez años”. Capítulos así orillan a los mexicanos, opina, a mostrar su “repugnancia por la política” y no descarta que en un escenario como ese algunos “abrazarían con entusiasmo un gobierno autoritario que limpie y ordene”. Loaeza se pregunta cuál será la tasa de abstencionismo el próximo mes de junio.