Ministro Zaldívar: puerta giratoria

Julio Hernández López | Astillero

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El 15 de abril de 2021 se realizó en el Senado de la República una maniobra tramposa para sostener a Arturo Zaldívar Lelo de Larrea por dos años más, después de su periodo constitucional, en la condición de ministro y de presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal.

Un senador oaxaqueño del Partido Verde Ecologista de México, Raúl Bolaños-Cacho Cué, presentó a última hora de la sesión que había aprobado en lo general una reforma judicial, ya cuando sin contratiempo se votaban 12 artículos transitorios (https://goo.su/xMAotW y https://goo.su/qmF3LSJ), una propuesta relampagueante (su lectura en tribuna se llevó menos de 90 segundos): que el presidente de la Corte, en funciones, prolongara su periodo dos años después de terminar su mandato normal. La propuesta fue aprobada de manera igualmente veloz, entre protestas de un segmento de la oposición (otros, ni siquiera alcanzaron a reaccionar ante el madruguete).

Casi cuatro meses le llevó a Zaldívar rechazar la propuesta de continuidad por dos años, violatoria del artículo 97 constitucional, que establece que el presidente de la Corte durará en el encargo cuatro años y no podrá ser relecto en el periodo inmediato.

El 6 de agosto del mismo 2021 declaró a los medios de comunicación, entre incesantes críticas por su indefinición, exploratoria de posibilidades de aceptación: Quiero informar que concluiré mi mandato como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el 31 de diciembre de 2022, cuando termina el periodo para el cual fui electo (https://goo.su/tWum8ru).

El anuncio lo hizo después de reunirse con el Presidente de la República, quien había apoyado la permanencia de Zaldívar por dos años más, al considerar que sólo él podría operar la reforma judicial (https://goo.su/5gf5nv). Zaldívar dejó la presidencia de la Corte, pero podría haber seguido como ministro (uno entre 11) hasta noviembre de 2024.

Aunque en enero del año en curso ya había advertido: yo tengo dos años más como ministro, en principio estaré abocado a eso. Sin embargo, si surge alguna posibilidad, alternativa, coyuntura donde pudiera yo ir a algún lugar o sumarme a algún proyecto en el que crea que puedo servir mejor a mi país, lo ponderaría, pero por lo pronto yo seguiré como ministro hasta el 30 de noviembre de 2024.

Ayer, Zaldívar renunció a su condición de ministro de la Corte (falta que el Presidente de la República la acepte y la envíe, para su procesamiento, al Congreso). No adujo ninguna causa grave, como se requiere legalmente en estos casos (en todo caso, que considera subjetivamente que su ciclo ha terminado y que sus aportaciones en la Corte son marginales), y tampoco esperó a dejar su cargo hasta noviembre de 2024.

De inmediato, tal cual se estila cuando se desea enviar un mensaje político, Zaldívar apareció en redes en una fotografía publicada por Claudia Sheinbaum, quien dio cuenta del nuevo fichaje (aún cuando la renuncia no había sido aceptada todavía por Palacio Nacional ni procesada en el Senado): acordamos trabajar juntos para avanzar en la transformación del país.

La anticipada renuncia, sin causa grave argumentada (situación similar se vivió con Eduardo Medina Mora, entre presiones por presuntos actos de corrupción), para sumarse a un proyecto partidista, exhibe motivaciones políticas impropias de una figura tan importante que presidió la Corte y, por extensión, el Poder Judicial de la Federación. En enero de este mismo año, Zaldívar entregaba tal presidencia a Norma Piña, y en noviembre ya está acomodándose a los planes del partido Morena y a los probables nombramientos de Claudia Sheinbaum si gana la Presidencia de la República.

En lo inmediato, Zaldívar podría ser consejero o asesor honorario de un proyecto partidista y electoral, y ya se verá si alguna retorcedura jurídica le permite ocupar otro cargo de poder. ¡Hasta mañana!

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