Fondos del Poder Judicial para Acapulco.

Enrique Galván Ochoa | Dinero

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Ha transcurrido casi una semana desde que el huracán Otis golpeó a Acapulco y sus alrededores y el balance de los daños sobrepasa las primeras estimaciones. Algunas áreas están destruidas y deberán reconstruirse a partir de cero. Los servicios públicos ya eran malos, ahora están en condiciones críticas. Crece el número de muertos y heridos, son la dolorosa pérdida no reparable. Poner de pie a la ciudad tomará más de seis meses, según cálculos prudentes. El gobierno del presidente López Obrador debería atender la crisis desde una doble perspectiva. Primero, lo extremadamente urgente: detener los saqueos y proveer atención médica, alimentos, techo y ropa a los que se quedaron sin nada, al mismo tiempo que se restablecen los servicios de agua, luz, Internet y transporte, y un salvavida a los negocios. Es lo que se está haciendo. Pero también hay que emprender el diseño de un nuevo Acapulco. A veces cuesta menos empezar con una página en blanco que zurcir roturas. Seamos sinceros: en los últimos años Acapulco había venido perdiendo su esplendor mientras era sustituido por Los Cabos y Cancún. El desafío del gobierno de la 4T es volver a colocar a la bahía más hermosa del mundo como el paraíso que fue. Parece un sueño y hasta puede sonar desubicado en estos momentos de angustia y desesperanza, pero ¿qué no comienza todo así? Se necesitará una cuantiosa inversión, es cierto. El país pasa por un buen momento económico, tiene recursos propios y créditos nacionales e internacionales abiertos. Sería el segundo piso de la 4T al que Claudia Sheinbaum se refiere con frecuencia.

Los fideicomisos

Para comenzar, están los fideicomisos por 15 mil millones de pesos que acaban de ser rescatados por el Congreso de los sótanos del Poder Judicial y los partidos políticos podrían donar la mitad de los 6 mil millones de pesos que recibirán el próximo año para sus campañas (ya las hicieron, no necesitarán tanto dinero). El presidente López Obrador muestra fascinación por el Océano Atlántico: ahí se localizan las mayores obras de su gobierno, el Tren Maya, una punta del Transístmico, el aeropuerto de Tulum, Dos Bocas. (Era de justicia: la fuente del petróleo que sostuvo al país había sido abandonada). Acapulco le está diciendo que voltee a ver hacia el Océano Pacífico, es un reclamo urgente. Los meses que siguen serán de sufrimiento hasta articular y restablecer lo que destruyó el huracán. Pero no hay que quedarse ahí. El puerto de María Bonita merece y necesita renacer. Desde luego, el Presidente tiene otra opción: perder más tiempo y energías en el juego perverso sin final de Fox, Calderón y el resto de las aves de rapiña.

El otro huracán

Hoy iban a darse a conocer los nombres de los aspirantes de Morena a la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México y ocho gubernaturas, pero la dirigencia del partido decidió posponer el descorche hasta el 10 de noviembre. La precampaña regulada por el INE comienza el día 20. No tiene la seguridad de que los perdedores vayan a disciplinarse, no quisieran que se repita el caso de Marcelo Ebrard, que estos días aparece en redes sociales organizando donativos para los damnificados de Acapulco. Hay dos casos particularmente complicados, Ciudad de México y Morelos. En el primero, los partidarios de Clara Brugada –entre ellos, algunos fundadores de Morena– no aceptan a Omar García Harfuch. En Morelos fue excluida Lucy Meza del proceso de selección y podría abanderar a un partido de oposición. Las ambiciones desatadas son tan incontrolables como un huracán.

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Los meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes ni siquiera anticiparon que Otis se convertiría en huracán. Luego batió récords de todos los tiempos. Describieron la extrema intensificación de la tormenta como un escenario de pesadilla y una situación extremadamente peligrosa.

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