Felipe Calderón Hinojosa huyó política y mediáticamente del país en cuanto se acercaba el desenlace del caso judicial de Genaro García Luna en Estados Unidos. En octubre del año pasado comenzó a gestionar una opción para salir de México y en diciembre se conocieron los detalles de su viaje a Madrid; en febrero pasado se declaró la culpabilidad de quien fue su secretario de Seguridad Pública.
Se refugió en el Atlántico Instituto de Estudios, una institución de derecha presidida por el ex presidente José María Aznar, donde daría conferencias y ayudaría a formar nuevos líderes para España y Latinoamérica, con un permiso laboral de dos años. Su presentación estelar estaba programada para el 5 de marzo de este año, pero 12 días atrás un jurado en Estados Unidos había definido como culpable de delitos relacionados con el crimen organizado a García Luna, así que el debut de Calderón se pospuso de manera indefinida (noticia de Armando G. Tejeda: https://goo.su/ybw60Y7).
Pero este miércoles se produjo la acotada aparición de Calderón: Democracia y populismo en América Latina fue el título de su conferencia (https://goo.su/Z8CzwUW). Respecto a México, dijo que el proceso democrático está en grave riesgo y convocó a los opositores al obradorismo a que pidan ayuda a Estados Unidos.
Hay que generar un gran plan en Estados Unidos, dijo quien en 2006 se hizo de la Presidencia de la República mediante un fraude electoral. Advirtió a Washington que está demasiado concentrado en el tema de Ucrania y no está viendo la magnitud del trancazo que se viene contra la democracia en América Latina. El poder estadunidense, añadió, debe ponerse las pilas.
Solicitó también al Ejército Mexicano que sea leal con la Constitución, no con una persona. Y dedicó especial acritud oratoria a la oposición a la llamada 4T: PAN, PRI y PRD están desfondados, les queda sólo el cascarón, no tienen gente ni para cuidar las casillas. Deploró, trepado en un ladrillo autoconstruido: la pobreza retórica y técnica que veo en la oposición, con algunas excepciones y proclamó que hace falta gente de más nivel y peso, para lo que es necesario más formación política, ética y académica.
No es una exageración señalar que Sandra Cuevas se ha convertido en un peligro para la Ciudad de México. No sólo por la manera general en que ha ejercido el poder como alcaldesa de Cuauhtémoc, sino, ahora, en su imprecisa condición de aspirante a la jefatura de Gobierno de la capital. Por donde va caminando se van creando circunstancias tensas, confrontaciones sin sentido, en una espectacular vocación por el conflicto.
Cuevas se ha metido en una aventura personal: hasta ahora, el Frente Amplio por México no la considera en su lista de aspirantes a la candidatura a relevar a Martí Batres y tampoco se sabe de otra organización que le esté abriendo las puertas. Sin partido ni ruta electoral a la vista, busca generar revuelo, llamar la atención, y lo está haciendo mediante un desfile de aires entre policiacos y pandilleros, con una batería de motociclistas y ella al frente en una cuatrimoto, todos vestidos de negro.
Tales rodadas, que en estricto sentido no son electorales (¿qué son?), ya provocaron incidentes en la Central de Abastos, en territorio de Iztapalapa, y en la alcaldía Gustavo A. Madero. Dos escándalos en dos salidas. Con el evidente peligro de que alguno de estos incidentes o los venideros pueda subir de tono e incluso generar violencia más contundente.
Y, mientras Morena se declara lista desde el Congreso para retirarle a la Corte unos 15 mil millones de pesos registrados en fideicomisos, a reserva del recorte presupuestal que se daría en un segundo acto, ¡hasta el próximo lunes, cuando ya se irá asentando la apariencia de sonrisas, coincidencias y discursos amables en la reunión de alto nivel entre delegaciones de México y Estados Unidos, e irán asomando los verdaderos acuerdos de fondo tras los cuales Washington envió a sus pesos pesados!
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