Un hombre se protege del sol en Alicante, en julio de 2022, durante una de las olas de calor que sufrió España el pasado verano. PEP MORELL (EFE)

A medida que el planeta se calienta debido a los gases de efecto invernadero que provoca la acción del ser humano, las víctimas asociadas a esta crisis climática también aumentan. El calor extremo registrado en Europa en el verano de 2022, el más cálido en este continente desde al menos 1880, está detrás de 61.672 muertes prematuras en 35 países europeos, según un estudio que publica este lunes Nature Medicine. Se trata de un 41% más de fallecimientos atribuidos a las altas temperaturas de media que en los veranos del periodo comprendido entre 2015 y 2021. Y, aunque se ha avanzado en adaptación a los impactos del calentamiento global, los autores de la investigación remarcan que estos datos obligan a las autoridades nacionales y de la UE a aumentar “la ambición y la efectividad de los planes de prevención y adaptación al calor con urgencia”. Porque el calentamiento no va a remitir, sino que las previsiones de los científicos advierten de que irá a más.

Por mortalidad prematura atribuible al calor se entienden los fallecimientos que no se hubieran producido si la temperatura se hubiera quedado dentro de lo óptimo, explica Joan Ballester Claramunt, primer autor de este estudio e investigador de ISGlobal. Está directamente relacionada con los picos de calor, y el extremo verano de 2022 desencadenó este incremento notable de las muertes. Normalmente, estos fallecimientos están asociados a la comorbilidad —la combinación de enfermedades— vinculada con dolencias cardiovasculares, añade Ballester. Por eso también el mayor impacto se produce entre las personas de más edad.

Los autores de esta investigación se han centrado en el periodo comprendido entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre de 2022 y en 823 regiones de 35 países europeos, donde viven 543 millones de personas. De las 61.672 muertes atribuibles al calor, una parte muy importante se concentra en los países mediterráneos. Italia sumó 18.010 fallecimientos y España 11.324, con lo que ambos países acumulan cerca de la mitad de todos los decesos.

“Las temperaturas durante el verano de 2022 fueron más cálidas que el promedio en la mayor parte de Europa, pero las mayores tasas de mortalidad relacionadas con el calor del verano se produjeron en países cercanos al mar Mediterráneo”, señala el artículo publicado en Nature Medicine, que pone el foco en “la vulnerabilidad de las poblaciones en el sur de Europa”. “Como uno de los principales puntos críticos del cambio climático, estas poblaciones estarán cada vez más expuestas a condiciones extremas en verano y, por lo tanto, se espera que experimenten una mortalidad relacionada con el calor cada vez mayor”. Por ello, los gobiernos y agencias nacionales y europeas también “deberán priorizar las desigualdades geográficas”, resaltan los autores.

Más allá de los datos absolutos, los relativos también muestran ese impacto mayor en la región mediterránea. El listado de muertes por millón de personas lo encabezan Italia (295), Grecia (280), España (237) y Portugal (211). Estas naciones están muy por encima de la media europea, que fue de 114 decesos por millón de habitantes durante las 14 semanas analizadas. Este mismo fenómeno ya se dio durante el verano de 2003, el considerado más mortífero debido al calor de los registrados hasta ahora. En aquel estío se estima que se produjo un exceso de mortalidad de 71.449 personas, aunque estos datos solo se refieren a 14 países europeos con una población global de 400 millones de personas. Los mayores excesos de aquel verano se produjeron de nuevo en el sur de Europa: un 13,7% en España, un 11,8% Francia y un 11,6% en Italia.

Ballester apunta a que ya se han realizado algunos estudios de la mortalidad asociada al calor en algunos países el pasado verano. Eurostat, la oficina estadística de la UE, informó del alto exceso de mortalidad en el verano de 2022. “Pero hasta ahora la carga de mortalidad relacionada con el calor no se ha cuantificado en todo el continente europeo”, señala el artículo publicado este lunes.

Los investigadores también han analizado los datos por grupos de edad y sexo. Es entre la población de más edad en la que se registró una mayor mortandad, algo que resulta lógico al ser las personas con mayor comorbilidad. Entre los menores de 65 años se registraron 4.822 muertes asociadas al calor en el verano pasado en los 35 países estudiados. El resto se corresponde con las personas mayores de esa edad, destacando la franja entre los 65 y 79 años, con 36.848 fallecimientos. Además, el estudio muestra que existe un 56% más de decesos relacionados con el calor en mujeres que en hombres. Por fechas, el peor periodo fue el comprendido entre el 11 de julio y el 14 de agosto, cuando se sucedieron las olas de calor de récord y se produjeron 38.881 defunciones.

España
Los autores han realizado estimaciones provinciales para España, cuyos datos coinciden con otros estudios que ya se han elaborado para este país, recuerda Ballester. En términos absolutos, tres provincias acumulan el 30% de todos los fallecimientos atribuibles al calor: Madrid (1.374), Barcelona (1.327) y Valencia (679). Pero, cuando se analizan los datos en términos relativos, la situación cambia: Zamora (con 587 muertes por cada millón de habitantes), Ourense (466) y Cáceres (460) encabezan el listado. Ballester apunta como posible razón de este fenómeno el envejecimiento de la población.

“Nuestros resultados requieren una reevaluación y fortalecimiento de las plataformas existentes de vigilancia del calor, planes de prevención y estrategias de adaptación a largo plazo”, concluye el artículo. Ballester añade: “Las temperaturas registradas en el verano de 2022 no pueden considerarse excepcionales, en el sentido de que podían haberse previsto siguiendo la serie de temperaturas de los años precedentes, y que muestran que durante la última década el calentamiento se ha acelerado”. Por eso, este investigador insiste en que se deben mejorar los servicios de prevención a medida que se empiezan a “superar umbrales de temperatura que son difíciles de soportar para la fisiología del ser humano”.